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REVISTA78-PRINCIPAL

ENSXXI Nº 79
MAYO - JUNIO 2018

Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR
Periodista

 

El diputado Joaquim Torra del PdeCAT había sido investido President de la Generalitat el lunes 14 de mayo por mayoría simple (65-64), un resultado que la norma en vigor considera suficiente para el segundo intento de un candidato. Huelga mencionar el viaje a Berlín del elegido para cumplimentar a Carles Puigdemont, que es quien le propuso y a quien reconoce como encarnación viva de la legitimidad proscrita. De ahí que sea a él a quien en todo y para todo se subordine como vicario suyo en la tierra catalana. Obsérvese que el nombramiento adquiría fuerza legal mediante Real Decreto 291/2018, de 15 de mayo, que se publicaría al día siguiente tanto en castellano, en el Boletín Oficial del Estado (BOE), como en catalán, en el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña (DOGC).
Su tenor literal tal como figura en el BOE reza así: De conformidad con lo dispuesto en los artículos 152.1 de la Constitución y 67 del Estatuto de Autonomía de Cataluña, Vengo en nombrar Presidente de la Generalitat de Cataluña a don Joaquim Torra i Pla, elegido por el Parlamento de Cataluña en la sesión celebrada los días 12 y de mayo de 2018. Dado en Madrid el 15 de mayo. Sigue la firma de Felipe R y el refrendo de Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno. El primer comentario que se colige del texto es que el nombrado, Joaquim Torra i Pla, lo ha sido no por arte de birlibirloque sino en virtud de lo dispuesto en los artículos citados de la Constitución y del Estatut, que hacen referencia al Diputado que haya resultado investido por votación en el pleno del Parlament.
Así que, solo a partir de la publicación de ese Real Decreto, se habilitaba la posibilidad de que el investido tomara posesión. La ceremonia para entronizarle fue celebrada el jueves día 17. El correspondiente protocolo hubiera debido ser fijado por quien estaba en el ejercicio del poder en la Generalitat, es decir, por el Gobierno de España, pero acabó siendo establecido en detalle, de escenografía e invitados, por el nuevo presidente que llegaba a tomar el relevo. El president restaurado, Josep Tarradellas, dijo aquello de que cuando no se tiene el poder hay que ser inflexible en el protocolo y William Shakespeare en La vida del rey Enrique V se pregunta "¿qué poseen los reyes que no posean también los simples particulares, si no es el simple ceremonial?" y a continuación "¿qué hay en el ceremonial más que una situación, una condición, una forma que crea en los otros hombres el respeto y el temor?". 

A partir de ahí interesaría indagar por qué el nuevo President ha preferido prescindir del ceremonial activado por sus predecesores en ocasiones análogas. Indagación a la que podemos aproximarnos a través de las únicas referencias del acto disponibles hasta el momento que son las aparecidas en la prensa. Todas ellas de segunda mano porque la toma de posesión transcurrió a puerta cerrada en el salón de la Virgen de Montserrat sin más medios informativos que los de la Corporación Catalana, de adhesión inquebrantable, y los gráficos de las agencias ACN, Efe y Europa Press, autorizados tan solo a la toma de instantáneas que documentaran con imágenes el momento. Las versiones más solventes coinciden en que todo se despachó en tres minutos y veintisiete segundos. Duración suficiente para que el secretario del Govern, Víctor Cullel, leyera el Real Decreto de nombramiento y para que el juracantano Joaquim Torra prometiera cumplir lealmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representado por el Parlament. Su presidente, Roger Torrent, estaba allí de cuerpo presente en calidad de único testigo oficial. Los otros ocho invitados, que ningún medio ha identificado con nombres y apellidos, se ha sabido que eran su esposa, Carola Miró, su madre, sus tres hermanos y sus respectivos cónyuges. Faltaban sus tres hijos mayores de edad, a saber, Carola, Guillem y Helena.

"La toma de posesión transcurrió a puerta cerrada en el salón de la Virgen de Montserrat sin más medios informativos que los de la Corporación Catalana, de adhesión inquebrantable, y los gráficos de las agencias ACN, Efe y Europa Press, autorizados tan solo a la toma de instantáneas que documentaran con imágenes el momento"

Todo transcurrió de luto riguroso, en familia, impregnado de un aire doméstico, por completo impropio de una solemnidad oficial. Según señalaba con repugnancia Xavier Vidal Folch, en su columna Funeral por Cataluña, era como si la Generalitat fuese una institución privatizada y privadísima en la que ni siquiera se contó con los portavoces de los Grupos Parlamentarios. Algún exégeta autorizado, como el director de La Vanguardia, Marius Carol, se atrevió a interpretar el minimalismo del protocolo como un intento de "subrayar el carácter provisional del cargo, pues Joaquim Torra es el vicario de Carles Puigdemont en la tierra (catalana)". Tras la formalidad de la promesa del cargo, no hubo discurso ni recepción, ni refrigerio en el Pati dels Tarongers. Tan solo el President Torra se dejó tributar la adhesión del personal de servicio del Palau, a cuyos integrantes arengó a que mantuvieran el mismo compromiso demostrado en meses tan difíciles en aras de construir un país nuevo, libre y republicano. Los trabajadores habían discurrido el regalo que mejor pudiera complacer a su nuevo señor y le hicieron entrega de un lazo amarillo, que Torra prometió colgar del balcón principal del edificio, al que se abstuvo de salir, de la misma manera que el pueblo a cuya voluntad acababa de prometer fidelidad tampoco había concurrido esa mañana la plaza de Sant Jaume para aclamarle.

"Todo transcurrió de luto riguroso, en familia, impregnado de un aire doméstico, por completo impropio de una solemnidad oficial"

Así las cosas, un buen amigo periodista comentaba en la mañana del mismo día 16 que si bien en su toma de posesión Joaquim Torra había eludido cualquier referencia explícita a la Constitución y al Rey, al final había pronunciado una fórmula ritual en la que prometía el cumplimiento de “las atribuciones del cargo”. Y, a partir de ahí, el colega reclamaba al nuevo President que aclarara dónde, en qué texto, quedaba definido el cargo que asumía y detalladas las atribuciones puestas a disposición de quien lo ejerciera así como las obligaciones a cumplir. Luego, respondiéndose a sí mismo, concluía que era precisamente en la Constitución y en el Estatut de Autonomía donde se encontraba la descripción, las propiedades y los límites del cargo. Subrayaba también el periodista aludido que todo poder democrático es, de manera necesaria, un poder reglado y que fuera de la norma es donde empieza el abuso y la arbitrariedad. Mientras, Carola Miró, la esposa de Joaquim Torra, en la entrevista concedida a La Vanguardia cuenta que en las últimas semanas han tenido muchas cenas en casa porque los amigos querían saber qué estaba pasando. Ella no esconde un cierto temor a las consecuencias judiciales de sus actuaciones y manifiesta su criterio al respecto. "Yo le digo; Quim, a la cárcel no, antes nos vamos al exilio. En el exilio eres una voz y en la cárcel eres invisible". Y tienen claro que el destino sería Suiza, donde la familia vivió un año por el trabajo de Torra en la seguradora Winterthur.
En todo caso, la fórmula sacramental usada por Joaquim Torra en su promesa de la mañana del miércoles 16 debe examinarse atendiendo tanto a las menciones suprimidas, que se echan en falta -de la Constitución, del Rey y del Estatuto-, como a las invocaciones añadidas para marcar la senda de su andadura. Porque la toma de posesión en la sala de la Virgen de Montserrat estuvo pensada para que fuera sobre todo una toma de posición. Como los Papas, el juracantano eligió ejercer con el nombre de Quim y precisó que cumpliría sus obligaciones con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representado por el Parlament. Semejante proclamación requiere tener averiguado en cada momento cuál sea esa voluntad del pueblo de Cataluña y parte de la suposición de que exista un solo pueblo de Cataluña. Un supuesto desmentido de manera palmaria a partir del arco iris reflejado en la composición de los escaños y del escrutinio de las urnas que sirve para atribuírselos a las formaciones políticas contendientes en las circunscripciones electorales.

"En las campañas, es legítimo que cada uno de los candidatos pugne en favor de sus colores pero quien al final asume la responsabilidad de gobernar debe hacerlo para todos no solo para los militantes o votantes de su formación, sin antagonizarse con la mitad del electorado por mucho que sus papeletas hayan ido a parar a otras opciones"

En las campañas, es legítimo que cada uno de los candidatos pugne en favor de sus colores pero quien al final asume la responsabilidad de gobernar debe hacerlo para todos no solo para los militantes o votantes de su formación, sin antagonizarse con la mitad del electorado por mucho que sus papeletas hayan ido a parar a otras opciones. Además, el president vicario, Joaquim Torra, debería saber que sobre muchas cuestiones ni siquiera existe muchas veces una mayoría determinante e indiscutible. El pueblo de Cataluña como cualquier pueblo es la sumatoria de muchas minorías cada una de las cuales manifiesta una voluntad diferenciada en muchos planos. Cierto que el recurso a las elecciones democráticas ofrece la posibilidad de articular la diversidad de forma civilizada. Pero ni siquiera el gobierno de la mayoría tiene legitimidad sin el inexcusable respeto a las opciones minoritarias.
En el proceso que aboca al sectarismo pueden distinguirse tres fases. La primera, consiste en idealizar, por ejemplo, al pueblo de Cataluña. Idealización que puede llegar a conceptualizarse de tal manera que una parte considerable de la población pase a ser tildada de anti catalana por aquellos, supremacistas, que dan en considerarse propietarios exclusivos de la catalanidad. La segunda, inaugura el misticismo radical a tenor del cual ese pueblo resulta merecedor de todo sacrificio cualquiera que sea su precio. La tercera, autoriza el vale todo, es decir, cualquier transgresión, en aras de tan altos fines. Por ahí se explica, como ha escrito Francisco Rico, que "en septiembre de 2017, una minúscula mayoría parlamentaria, saltándose todas las reglas y atropellando desvergonzadamente las funciones representativas de la oposición, impusiera unas leyes de referéndum y fundacionales de la República que contravenían la voluntad de la mayoría efectiva de votantes".
Para el profesor ese fallido golpe de estado es característico del autoritarismo así como también del recurso a la fuerza de los hechos consumados que profesa un sector del separatismo a la vista. Pero pese a todo, la mayoría pasó los días 6 y 7 de septiembre "arrimando el hombro, inmersa en esa gran mentira decente del trabajo, con esos pequeños gestos donde se concentra una verdad muda, decorosa, y toda nuestra existencia se reduce a una pantomima diligente", según la descripción prestada por Éric Vuillard en su premiado libro El orden del día. De ahí que nuestro autor, abonado a la sorpresa ante el inaudito triunfo de la desfachatez en la II Guerra Mundial, pase a recomendar que tengamos presente y analicemos cómo el mundo -incluso del mundo más serio, el que nunca cede cuando se exige justicia o se subleva la multitud- se rinde siempre ante el bluff.

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