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ENSXXI Nº 16
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2007

JOSÉ ANTONIO ESCARTÍN
Notario

La  Revista EL NOTARIO DEL SIGLO XXI  trae hoy a sus páginas a nuestro compañero Julio Burdiel Hernández porque su trayectoria humana, profesional y corporativa merece ser difundida y tiene un valor ejemplarizante. Todos los que conocemos a Julio sabemos que es “natural” del Barco de Ávila; renueva cada año su arraigo, junto con los suyos; “y tú, Julio, ¿dónde veraneas?”;  “yo de toda la vida en el Barco”…. Su naturaleza de origen conformó su propia naturaleza: la sólida consistencia de la mole granítica de Gredos, y la hercúlea tenacidad del naciente Tormes para abrirse paso a través de aquella,  camino de Salamanca. Junto a la ruta del Tormes se inicia la ruta educativa de Julio, una curiosidad innata y una sed insaciable de lectura que sigue viva hasta hoy. Julio lee, digiere, asimila, ordena y guarda en su mente lo leído. Ya en el Reválida del Bachillerato sorprendió a su examinador el Catedrático Zamora Vicente al contestarle que “Descartes era el primer hombre moderno y que lo sabía por sus lecturas de Ortega y Gasset”. Las lecturas de Julio alcanzan a lo divino y humano, y especialmente a las humanidades, clásicos y modernos, y a casi todos los géneros literarios, muy especialmente el dramático (incluido del Cine) y a la narrativa. Pero la Novela es para Julio el campo infinito de la Libertad interior del espíritu tanto del autor como del lector. Esta pasión por la Novela la refleja Julio cuando recuerda todavía, como si fuera ayer, su entrevista con Pío Baroja en su casa de la calle Ruiz de Alarcón; o en la autoría de una novela inédita que por su extensión requiere ser troceada en triología o tetralogía. Dice que su vocación primaria es la literaria. Pienso, no obstante, que Julio es un humanista de nuestro tiempo involucrado en el mundo real por medio del Derecho en el ejemplar ejercicio durante más de cuarenta años de su profesión de Notario. Con aptitud demostrada y feliz en su trabajo, si añadimos que Julio es hijo de un prestigioso Registrador de la Propiedad y además de él son Notarios su hermano Manolo y el fallecido Carlos, parece que algo casi genético o educacional profundo le tenía predestinado. Julio encarna la definición de Notario que más me ha impactado: “Es el Funcionario Público que le abre las puertas del Derecho al ciudadano”.

"Su naturaleza de origen conformó su propia naturaleza: la sólida consistencia de la mole granítica de Gredos, y la hercúlea tenacidad del naciente Tormes para abrirse paso a través de aquella,  camino de Salamanca"

Pasó por Allariz (Orense), Villarcayo y Nájera; su anecdotario es inagotable: Cuando un testador reconocía un hijo natural, un testigo masculló entre dientes: “bueno es reconocer la propia sangre”; el señor de la aldea gallega que no quería soltar sus llaves dijo, en presencia de Julio, al cura que le daba los santos óleos: “unte por fora”, sin abrir la palma de su mano. Aquel antecesor suyo que en las Actas de Notoriedad de Aguas se introducía con pantalones y zapatos en la acequia para dar fe de que allí había agua; las Sentencias de cincuenta folios de un Juez de Entrada, inexorablemente revocadas en la Audiencia, porque como le decía el Alguacil del Juzgado: “Don Julio, donde mucho se escribe hay mucho que atacar”; o aquel Registrador, hoy famoso, que en su fervor calificatorio ponía alambicadas notas a sus inatacables escrituras, y al que con mucha paciencia e ironía le recalificó como “el incorruptible”. Julio no pasaba desapercibido y con su disponibilidad de siempre perteneció a la Junta del Colegio de Burgos.
Tras su brillante Oposición en 1971 optó por irse a Hospitalet de Llobregat donde se asoció a otro gran Notario y excelente jurista, David Pérez Mainar, ejerciendo la función Notarial “abriendo las puertas del Derecho” a aquella ciudadanía que en los años setenta se trasladaba en masa del mundo rural al urbano y de la España del subdesarrollo a la Cataluña industrializada. Ambos, y el inolvidable Joaquín de Prada, dignificaron la función notarial en aquella urbe en formación. El buen hacer de Julio pronto se hizo patente en el Colegio de Barcelona donde tuvo una asidua y brillante colaboración. Pero las circunstancias de España entraron en rotundo cambio; Cataluña luchó denodadamente por su hecho diferencial e identitario. Y Julio, que estaba feliz en Cataluña, hubo de adoptar una decisión trascendental para él y sumamente difícil. Los compañeros catalanes sintieron profundamente su traslado a Madrid en 1981/82. No escuché personalmente su discurso de despedida pero lo fue en términos parecidos a estos: “Cataluña es una hermosa tierra verde y acogedora; en ella me he realizado profesionalmente, mi familia se ha sentido feliz aquí, tengo buenos amigos; me gusta la Barcelona culta y artística. Gracias por vuestra acogida, siento dejaros. Pero yo, como Ulises, navegante de muchos mares, necesito regresar a mí ITACA, que, aunque es un peñón reseco y estéril, es mi Patria”.

"Se abrió un hueco en el complejo mundo notarial madrileño con su paciente método, 'abriendo las puertas del Derecho al ciudadano' y recibiendo el reconocimiento progresivo de eso que hoy se llama en bárbaro lenguaje 'los operadores jurídicos'"

El regreso a Itaca, exigía parada y fonda en el Madrid de comienzos de los años ochenta; con dedicación y esfuerzo se abrió un hueco en el complejo mundo notarial madrileño con su paciente método, “abriendo las puertas del Derecho al ciudadano” y recibiendo el reconocimiento progresivo de eso que hoy se llama en bárbaro lenguaje “los operadores jurídicos” y que han dado paso a una legión de intermediarios entre el ciudadano y un Notariado cada vez más burocratizado. Yo, que sustituí a Julio en los meses inmediatos a su jubilación, fui testigo del respeto, confianza y fidelidad de una selecta clientela que sentía una cierta orfandad con su cese.
Su amor por la Corporación Notarial le llevó a competir por el Decanato de Madrid en las elecciones de 1991; quizá midió mal sus fuerzas o estuvo mal aconsejado; probablemente no eligió el momento oportuno. Tenía enfrente a un gran Notario, José María de Prada quien ya ejercía brillantemente su Profesión en Madrid desde 1963 con gran arraigo dentro del Notariado madrileño y de sus más conspicuos miembros. Julio luchó y perdió. Siempre se dice, ya tópicamente, que las elecciones son la fiesta de la Democracia y es verdad, pero no hay que olvidar que son una lucha, incruenta, pero que inflinge heridas en el alma que es preciso restablecer y curar; en estas ocasiones se hace necesario que todos contribuyamos a suturar las heridas con mucho pragmatismo, deportividad, humor y sobre todo generosidad. Pero el buen hacer y la capacidad de Julio transcendió del ámbito corporativo y fue llamado al cargo de Director General de los Registros y del Notariado entre los años de 1993 a 1996.  Fueron años difíciles y de gran tensión. Los conflictos de intereses llegaban sorpresiva y duramente al Centro Directivo, no solo desde la Sociedad, sino, sobre todo, desde las Corporaciones, la Administración, los Ministerios Económicos mantenían una presión constante y la frivolidad de algunos políticos era clamorosa; la propia estructura de la Dirección ya no era la de antaño y se debilitaba progresivamente al cesar en su dedicación algunos de sus emblemáticos Letrados; Julio tuvo que suplir carencias y tapar huecos con una dedicación personal casi heroica; desempeñó con eficacia sus funciones tradicionales tales como el Recurso Gubernativo; afrontó la avalancha de los retos del Registro Civil y de la masificación de los expedientes de nacionalidad; promovió, impulsó y fue uno de los redactores del actual Reglamento del Registro Mercantil dentro de una Comisión de Expertos que resolvieron el reto de adaptar las Instituciones Notarial y Registral a la trascendental Reforma del Derecho Societario en España. En su etapa de Director formó parte de importantes Comisiones Interministeriales tales como la relativa a la Propiedad y el Urbanismo o en la de Archivos, donde su voz, y sus informes destacaron por su claridad y sentido común.  Propició una solución al grave problema de la Mutualidad: el Proyecto Burdiel; cortocircuitado por iniciativas muy torpes e insolidarias de un reducido grupo de compañeros que tuvieron sin embargo acceso a las entonces altas instancias del poder.

"Y después de su jubilación ha mantenido su disponibilidad poniendo su sabiduría y experiencia al servicio de la causa de las viudas, los jubilados y los huérfanos del Notariado"

Retornó en 1996 a su Notaría por escasos cuatro años. Y después de su jubilación ha mantenido su disponibilidad poniendo su sabiduría y experiencia al servicio de la causa de las viudas, los jubilados y los huérfanos del Notariado heroicamente defendidos por unos pocos e ilustres compañeros frente a incomprensiones muy dolorosas y la obstrucción de las Instituciones Corporativas del Notariado.
Concluyo: Julio es un humanista de nuestro tiempo además involucrado en el Servicio a la Sociedad y a los Ciudadanos mediante su dedicación ejemplar a su Profesión de Notario tanto en el plano de su Despacho como en el de la Organización Corporativa de la Institución Notarial. Es un honor para mí dedicarle estas sencillas letras, a él, a su esposa María Luisa y a sus hijos y nietas que son para mi matrimonio, nuestros amigos.  

 

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