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ENSXXI Nº 21
SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2008

JOSÉ MANUEL GARCÍA COLLANTES
Notario de Madrid

BALANCE DE UN CUATRIENIO

Nunca como en los últimos años se ha visto con mayor claridad que ahora la estrecha correspondencia entre lo nacional y lo internacional en nuestro mundo notarial.
Prescindamos por un momento de los problemas, de tipo más bien coyuntural, que más nos preocupan en la actualidad (el triste Reglamento Notarial y sus secuelas judiciales, el engorroso índice único, criticable no tanto por el índice en sí cuanto por la forma en la que se ha producido su puesta en funcionamiento...) y fijémonos en dos de las cuestiones de naturaleza estructural que más nos han ocupado últimamente y nos daremos cuenta que una parte importante de su desarrollo se ha producido fuera de nuestras fronteras.
Este ha sido el caso de la tan traída y llevada “liberalización” y la aplicación a la función notarial de las reglas de la libre competencia. Los principales sobresaltos han venido de fuera (recordemos los sucesivos “informes Monti”) y de ahí han venido también los refuerzos doctrinales más notables que se han esforzado en demostrar la eficiencia económica del modelo notarial latino-germánico. Traigo a colación los estudios presentados en el primer congreso europeo de notarios celebrado en Roma en noviembre de 2005 o algunos de los presentados en el congreso mundial de Madrid de octubre de 2007, todos ellos por cierto, en mayor o menor medida, tributarios de los estudios pioneros que en esta materia fueron realizados a mediados de los años noventa por nuestro Consejo por iniciativa, entre otros, del actual director de esta revista.
El problema está todavía lejos de ser superado (el reciente informe ZERP es un buen ejemplo de ello) pero los resultados obtenidos son esperanzadores. Pensemos en la exclusión de la función notarial que se ha producido en las directivas comunitarias sobre “calificaciones profesionales” y sobre “servicios”, gracias, entre otras cosas, al “redescubrimiento” que se ha producido en Europa del carácter público y estatal de nuestra función, cuestión ésta que en España hemos tenido siempre muy clara en nuestra legislación y en nuestro “sentir” y sobre la que no conviene, por ello, insistir más. Pero, eso sí, sin dejar de estar atentos en España al anteproyecto de ley que se prepara sobre “libre acceso y ejercicio de las actividades de servicios”. 

"Se ha producido en Europa el redescubrimiento del carácter público y estatal de nuestra función. Hay que estar atentos en España al anteproyecto de Ley que se prepara sobre libre acceso y ejercicio de las actividades de servicios"

La segunda gran cuestión que tanto nos preocupa (máxime en vísperas de conocer las propuestas de la ya famosa “hoja de ruta”) es lo que nosotros hemos llamado “cuestión registral”, es decir las disfunciones que estamos observando en nuestro sistema de seguridad jurídica preventiva como consecuencia de los diferentes criterios entre notarios y registradores. Y es de advertir que las divergencias surgidas en España se han extendido a Europa y a América a través de foros y congresos en los que se ha luchado tan ardorosa como estérilmente por mostrar la prevalencia de una institución sobre otra. ¡Ojalá pronto seamos capaces de cesar en nuestras estúpidas disputas y volver a lo que he llamado en alguna ocasión “el espíritu del sentir juntos” como elementos ambos que somos de un mismo sistema que no puede subsistir sin las dos instituciones. Pero sin olvidar que, manteniendo ambas funciones (lo cual es claro), algo habrá que cambiar. El actual proyecto comunitario sobre la Sociedad Privada Europea puede ser una buena piedra de toque.
Tema candente que va a condicionar nuestro futuro es también el de la consecución de un sistema aceptable de libre circulación de los documentos notariales más allá de las fronteras de los países en los que se generan y que sepa conciliar el reconocimiento transfronterizo de los efectos privilegiados de la escritura pública con el necesario respeto al control que sobre materia tan delicada compete a cada Estado. Espero que el congreso notarial de Tenerife, pendiente de celebración cuando estas líneas se escriben, arroje luz sobre la cuestión.
No quiero terminar esta pequeña crónica sin hacer referencia a la gran asignatura pendiente que el notariado español tiene en el ámbito internacional. Es algo tan simple y complicado a la vez como la imprescindible puesta a disposición de los notarios españoles de los instrumentos que les permitan conocer el derecho privado interno que afecta a los ciudadanos extranjeros que, cada día con mayor frecuencia, acuden a nuestras oficinas. Es ésta una necesidad ineludible y que constituye además la razón de ser de algunas instituciones europeas y americanas con las que habrá que incrementar la colaboración en los próximos años. Quiero destacar entre ellas, por su proximidad geográfica, a la fundación luxemburguesa IRENE, de la cual ya tuvimos en el último congreso mundial de Madrid una cumplida muestra de su buen hacer.

 

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