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REVISTAN67-PRINCIPAL

ENSXXI Nº 67
MAYO - JUNIO 2016

LORENZO MARTÍN-RETORTILLO BAQUER
Catedrático emérito de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid

REFORMA DE LA CONSITUCIÓN

Creo que hay que partir, sin falta, de la importancia y profundo significado de la Constitución, auténtico hito en nuestra historia reciente, testimonio patente del afán de superar enfrentamientos cainitas. Fue operación muy destacada la de concertar tan diversos puntos de vista y lograr así un solemne pacto en el que coincidieron las más diversas fuerzas políticas, desde la derecha de Fraga hasta los comunistas de Carrillo, pasando por el centro y el partido socialista, sabiendo que unos y otros tenían que ceder para lograr un texto aceptable por todos y duradero. En el proceso de elaboración se tenía muy presente el tejer y destejer constituciones a lo largo de nuestra historia, imponiendo su proyecto quien gobernara a la sazón. Se intentó a toda costa superar esa dinámica, logrando la Constitución del consenso, que lleva ya casi cuarenta años funcionando a la perfección. Todos hubieron de ceder, insisto, siendo de destacar la generosa renuncia de socialistas y comunistas a la forma republicana, dado por otra parte que lo decisivo era garantizar la soberanía popular, el sistema de derechos y libertades y, sobre todo, que el titular de la “monarquía parlamentaria”, al igual que sucede en tantos países de nuestro entorno cultural -Reino Unido, Suecia, etc.-, estaba llamado a ser un símbolo de la unidad del Estado, alejado de la participación en la política concreta. La política la harían los representantes de los ciudadanos.
La Constitución fue muy bien recibida en España, y alabada e imitada en el extranjero, siendo de destacar entre sus aspectos más positivos la alternancia que con toda normalidad se ha ido produciendo en la renovación de los sucesivos Gobiernos: la UCD, el Partido Socialista, el Partido Popular, ya en solitario, ya con apoyo de otras fuerzas, y lo mismo hay que decir de lo sucedido en los Gobiernos regionales. La Constitución ha asegurado la impresionante transformación que se ha producido en España desde la “Transición Política” -no hay más que ver cómo están nuestros pueblos y ciudades- y, hasta la irrupción de la crisis, que nos llegó de lejos, ha presidido un significativo periodo de prosperidad económica. Incluso, el notable cambio que se ha producido en las fuerzas políticas a raíz de las elecciones de diciembre, es testimonio de lo bien que ha funcionado el sistema que, con sus periódicas consultas al pueblo, permite reflejar el grado de sensibilidad política de cada momento, afianzando o sustituyendo a los políticos anteriores.

"La Constitución del consenso lleva ya casi cuarenta años funcionando a la perfección y mucho se puede hacer sin necesidad de alterarla"

No se entiende por eso la cantinela que algunos han puesto de moda últimamente de que la Constitución no sirve, y de que dado que estamos ante una nueva época hay que proceder a su sustitución. Sorprende, en efecto, la frivolidad con que periodistas irreflexivos y políticos oportunistas descalifican a la Constitución, abogando por superarla o modificarla radicalmente. En medio de la confusión, se ha introducido un grave equívoco, que proviene de la simplificación y de la ignorancia. Cierto que ha sido grave la crisis económica, que ha producido efectos demoledores que todavía no están superados del todo, pero hay que afirmar con energía que la Constitución nada ha tenido que ver con todo eso: nada tiene que ver con la burbuja inmobiliaria, con que las distintas Administraciones se embarcaran en proyectos faraónicos, con que la impericia y la ambición de algunos políticos se cargaran ese rico patrimonio histórico que habían sido las “Cajas de Ahorros” levantado con esfuerzo a lo largo de tantos años; nada tiene que ver la Constitución con que haya políticos que roben o se enriquezcan torticeramente -siendo honestos la gran mayoría-, en el seno de una sociedad en la que hay tantos aficionados a medrar sin escrúpulos. No es que esté mal la Constitución, es que se ha aplicado mal o, acaso, no se ha aplicado como debía. Piénsese lo mismo del fiasco tras las elecciones de diciembre: las reglas eran claras y válidas, el problema es que ha habido políticos que por impericia o por ambición no han sabido o no han querido pactar y hallar una salida.

"No es que esté mal la Constitución, es que se ha aplicado mal o, acaso, no se ha aplicado como debía"

Obvio que el transcurso del tiempo haga patentes disfunciones o defectos, que acaso sería interesante enmendar, siempre que se den las circunstancias antes referidas. Mucho se puede hacer sin necesidad de alterar la Constitución, modificando las leyes oportunas, como la Ley Electoral, la de Partidos Políticos, etc. Con todo, acaso sea el momento de introducir alguna reforma, como ya se ha hecho en otras ocasiones. Sin duda, pero mucho cuidado por eso a la hora de tocar la Constitución: la operación de acordar tan distintos pareceres fue una obra compleja y delicada. No basta cualquier ocurrencia de los irreflexivos ni las pretensiones utópicas de quienes apenas representan a nadie. Sin dejarse influenciar tampoco por el sinuoso proceder de quienes abominan del Estado democrático y social de Derecho. Lo que se haga, habrá de hacerse pensando, debatiendo y acordando. No es obra de uno sólo -como a veces se ha intentado con escaso conocimiento de la realidad-, reclama en cambio un minucioso intercambio y acercamiento de las diferentes voces que lleguen para alcanzar fuerza suficiente.
Al respecto, muchas han sido las propuestas que se han barajado, no todas trigo limpio. Aventuro algunas. Sin duda, al sistema autonómico le vendría bien alguna rectificación, pero tampoco se trata de tirar la casa por la ventana: claro que se han observado disfunciones, pero son muchos los aspectos en que el resultado ha sido muy beneficioso. No creo que el acentuar la fórmula federal, por la que algunos apuestan con energía -y me da la impresión de que sin demasiado conocimiento de causa-, añadiera nada positivo y, menos aún, sirviera para convencer a los que están empecinados en el órdago. Quizá haya que ajustar el sistema de financiación, pero para eso, si se quiere, no es necesario reformar la Constitución.

"La Constitución es una pieza fundamental no sólo de nuestro sistema constitucional y político sino también de nuestro mundo cultural"

En otro sentido, España, como el mundo, se van quedando pequeños, el caso es que en nuestra geografía hay un exceso de leyes diferentes para regular las mismas materias. Creo que se impone una reconsideración enérgica, bien incrementando el papel del legislador estatal, bien buscando fórmulas para sintonizar el sistema regional, pero hay que simplificar sin falta el endiablado panorama normativo. Las Comunidades Autónomas hablan poco entre sí y a estos efectos sería útil transformar el Senado, de segunda cámara legislativa, en lugar de encuentro de las regiones entre sí, y de éstas con el Estado, como sucede en Alemania y se acaba de implantar en Italia. Por otro lado, sin duda que, para evitar que a los niños se les eduque en la deslealtad y la aversión, como algunas regiones han hecho -de lo que sería un ejemplo patético el conocido eslogan de “el Estado nos roba”-, así como para superar localismos y ofrecer en cambio a todos una visión equilibrada de conjunto -de la geografía y de la historia-, resultaría aconsejable que el Estado recuperara competencias en materia de educación. O en materia de sanidad, en una sociedad en que los intercambios son cada vez más frecuentes y resultan tan gravosas las diferencias existentes.
En otro orden de cosas, la experiencia ha demostrado -y resultó patético el ejemplo de Cataluña tras sus últimas elecciones autonómicas-, lo útil que sería conceder a la vista de los resultados electorales, un cierto premio de escaños al partido con mejores resultados de forma destacada, como sucede en Grecia y otros países de nuestro entorno. En este sentido, resulta aconsejable aproximar, en la medida de lo posible, la fecha de constitución del nuevo Gobierno a la de las elecciones: no se entiende que en un mundo en el que los mensajes se trasmiten instantáneamente a cualquier punto del orbe y en el que urge la toma de decisiones, aquí nos permitamos el lujo de una vacatio de días y días, semanas y semanas o, incluso, meses y meses. A este respecto, resulta encomiable el ejemplo del Reino Unido, en el que es posible que el inquilino del diez de Downing Street se mude inmediatamente.

"Junto a reformarla habrá que esforzarse por arraigarla y fortalecer su influencia y aprecio en nuestra sociedad"

He hecho una escueta enumeración de algunos aspectos que me parecen relevantes, la ocasión no da para más. El tema preocupa sin duda, y en los últimos meses ha habido sugerencias muy certeras: recuerdo así, a modo de ejemplo la sugestiva propuesta de Germán Fernández Farreres para que el Tribunal Constitucional recupere independencia y prestigio, alargando el periodo de permanencia de los magistrados y procurando separar los nombramientos. Y hay que partir de la base de que los interlocutores reales, a la hora de la verdad, habrán preparado sus propuestas, con sus preferencias, conscientes de qué pueden conseguir y en qué pueden ceder, muy presente siempre el interés general de España y de los españoles. Será bueno que en la sociedad se organice un debate real y no ilusorio sobre los puntos convenientes y alcanzables, en el que ojala se involucraran Universidades, Ateneos, Academias, Asociaciones y demás dinamizadores culturales. Preparando y formando la opinión, partiendo del dato de que se trata de una operación de enorme importancia, que requiere sosiego y serenidad y, desde luego, acuerdo, es decir, consenso, sin falta, entre las fuerzas más representativas y leales al sistema democrático en que afortunadamente venimos viviendo desde la ”Transición política”.
No querría terminar sin recalcar que, con reforma o sin reforma, la Constitución es una pieza fundamental, no sólo de nuestro sistema constitucional y político, sino también de nuestro mundo cultural. Lo que exige generalizar su conocimiento y respeto, sabiendo que a todos nos interesa y a todos nos protege. Sin duda, todo el mundo está encantado con el generoso elenco de derechos y libertades que tan ampliamente garantiza el título primero, pero sorprende, en cambio, la indiferencia generalizada, cuando no el desconocimiento de la misma, lo que no es sino testimonio de que nos falta aún recorrer un buen trecho para alcanzar una plenitud democrática. De modo que junto a reformarla, habrá que esforzarse por arraigarla y fortalecer su influencia y aprecio en nuestra sociedad.

Palabras clave: Consenso, Constitución, reforma de la Constitución, sistema autonómico.
Keywords: Consensus, Constitution, Reform of the constitution, autonomous system

Resumen

Se resalta el especial significado de la Constitución, fruto del consenso, esforzadamente alcanzado, destacado inicio de una etapa de convivencia. Se han achacado a la Constitución consecuencias que nada tienen que ver con ella, que, por  cierto, ha funcionado muy bien durante casi 40 años. Si se estimara que es conveniente introducir algunas reformas, habrá que tener sumo cuidado, concertando a las diversas fuerzas políticas, en la intención, además, de profundizar en la línea del Estado social y democrático de Derecho. Se exponen algunas posibles líneas de reforma.

Abstract

The special significance of the constitution, the result of consensus strenuously reached highlights the beginning of a stage of coexistence.  The constitution (which incidentally has worked well for 40 years) has been blamed for consequences that have nothing to do with it.  If it is deemed appropriate to introduce constitutional reforms they would have to be introduced very carefully taking into account the various political forces.  They must also further the cause of a social and democratic state respecting the rule of law.  Some possible lines of reform are discussed.

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