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REVISTA110

ENSXXI Nº 113
ENERO - FEBRERO 2024

Por: FRANCISCO JAVIER GONZALEZ GONZALEZ
Profesor de la Universidad Europea, Madrid, experto en regeneración urbana y espacio público, en especial en lo referente a su potencial socializador

 

URBANISMO

El concurso de arquitectura
El Ayuntamiento de Madrid convocó en mayo de 2016 el concurso de remodelación de la Plaza de España incorporando, por primera vez a esta escala, la opinión de los ciudadanos en el proceso de selección de la propuesta ganadora. Ha sido ésta una pretensión seguramente bien intencionada, pero sin duda cargada de complejidades. En la Historia del Arte y sobre todo de la Arquitectura, el “concurso” ha sido una fórmula habitual en las comunidades avanzadas para decidir el proyecto que diese la mejor solución a importantes cuestiones de carácter público o de interés colectivo. Desde la cúpula de la Catedral de Florencia, que ganó Filippo Brunelleschi en el siglo XV, hasta la Ópera de Sidney, en la que el arquitecto danés Jorn Utzon resultó vencedor, o muy recientemente la ampliación del Museo del Prado en el edificio del Salón de Reinos que acaba de resolverse a favor de Norman Foster, la competición es habitual para impulsar y elegir los proyectos más ambiciosos o con mayor calado cultural o social. Todos estos concursos fueron juzgados por especialistas, conocedores de la materia que se discutía.
El consistorio madrileño ha querido dar una vuelta de tuerca a un proceso de este tipo y ha combinado el jurado de expertos (similar al que eligió la Ópera de Sindey y tantos otros concursos) con el voto de todos los residentes en la ciudad mayores de 16 años. Otra cosa no será, pero novedoso e inédito sí y, seguramente por esta razón, sobre el proceso se acumulan las complicaciones. El diseño del sistema participativo se pensó en tres etapas. Una primera, mixta, en que el jurado profesional se reuniría para decidir cinco semifinalistas. En esta etapa el pueblo de Madrid también tenía voto, y el peso del mismo era equivalente a cualquier otro miembro del jurado, es decir, uno entre dieciocho. En el segundo paso, de entre los cinco elegidos en primera instancia, se debería llevar a cabo una selección de dos finalistas. Éstos solo serían elegidos por el jurado de expertos. Por último, el tercer y último paso, estaría únicamente en manos del pueblo, ya que, mediante diversos sistemas de votación, sería el que elegiría el vencedor de entre los dos candidatos, sin intervención de ningún otro juez.
La primera votación, que se llevó a cabo durante el mes de octubre del mismo año a través de la página web “decide Madrid”, no fue sencilla. Cualquier individuo no familiarizado con internet lo tuvo muy difícil. Para los ancianos, los ciudadanos que no disponen de teléfono móvil ni de ordenador, o los excluidos sociales, era totalmente imposible. Para el resto, elegir entre tanta posibilidad no era sencillo. En una exposición al aire libre en la propia plaza y en una página web municipal, quedaron a la vista 70 propuestas. La documentación de los proyectos se desarrollaba en 210 paneles (más de cien metros cuadrados de dibujos) y unas 1000 páginas de textos explicativos. Elegir un proyecto con rigor suponía dedicar a cada propuesta media hora, como muy poco. Es decir, 35 horas en total, lo equivalente a una semana completa de trabajo según las costumbres laborales de nuestra ciudad. ¿Quién podría hacer esto, con suficiente tiempo y dedicación? En aquella primera etapa, como se ha dicho, también intervino un jurado profesional. La mitad de sus miembros eran personas, casi todas técnicas, vinculadas a la corporación municipal. ¿Disponía el jurado del tiempo necesario para desenmarañar el contenido de setenta proyectos? Si el problema fuese sencillo (como, por ejemplo, dilucidad el mejor cartel anunciador de las fiestas de San Isidro), quizá con un golpe de vista con los ojos llenos de experiencia se podría hacer una selección de los mejores y los peores trabajos. Pero no es así: resolver la Plaza de España afectaba profundamente al tráfico (incluida la M-30 soterrada), al patrimonio cultural e histórico (incluido el Palacio Real), a los usos ciudadanos y a estructuras e infraestructuras de la ciudad tan importantes como la Gran Vía, Madrid Río, el túnel que corre bajo la Plaza de Oriente o las líneas 3 y 10 del metro. Según nuestras noticias, la primera criba se llevó a cabo en dos o tres sesiones.

"Los dos proyectos finalistas se alinean con la sensatez y podrían realizarse con perspectivas de éxito"

Debe hacerse notar que, en este concurso, seguramente por algún tipo de imperativo legal, se debía guardar con escrúpulo el anonimato de sus autores. En consecuencia, los proyectos se presentaron bajo un lema para poder identificarlos y, durante todo el proceso, la identidad de los arquitectos diseñadores de cada solución debía quedar oculta tras él.

Cinco propuestas semifinalistas
Finalizada la primera etapa de la selección, resultaron afortunadas cinco propuestas con los siguientes lemas: “Mi rincón favorito de Madrid” (nº 3), “Un paseo por la cornisa” (nº 10), “De este a oeste” (nº 28), “Welcome mother Nature…, good bye Mr. Ford!” (nº 30) y “Pradera urbana” (nº 68). Algunos de estos proyectos se parecían en ciertas cosas. Veamos unos de los pocos aspectos que compartían: dos, de forma muy parecida, organizaban la plaza en tres estrechas bandas paralelas, dejándose llevar por la importancia del eje que une el monumento a Cervantes con el Edificio de España. De este modo, planteaban un elemento intermedio con algunos árboles y el monumento, más despejado y duro, y dos tiras más vegetadas a lo largo de los lados mayores del rectángulo de la plaza. Estos eran los números 10 y 28. Otros dos, los números 3 y 68, proponían un espacio más o menos central, como un corazón libre de arbolado, totalmente plantado de césped, donde se supone que habría actividades colectivas. El quinto diseño se separaba de los cuatro anteriores, y planteaba una plaza dividida en dos partes, norte y sur, una pavimentada que permitía la instalación de todo tipo de eventos, organizados o espontáneos, y otra, con mucho arbolado y pequeñas áreas de estancia y juego bajo las copas; era la propuesta número 30. También se podían agrupar los proyectos por la amplitud de su radio de acción. En tal sentido, las presentaciones numeradas con el 3, 10 y 28 abarcaban la plaza y su encuentro con el parque del Templo de Debod y la calle Bailén. La número 68 se centraba en la plaza y también dibujaba su conexión con Debod, pero no estudiaba qué hacer en Bailén. La número 30, era más profunda, explicaba la continuidad con Debod y Bailén, pero también definía la relación con los jardines de Sabatini y con la cuesta de San Vicente. De una primera visión de estos cinco finalistas, se podía augurar que los que confiaban en el césped para un lugar tan presionado por la población, se equivocaban. La hierba no duraría mucho. Quizás, las ideas contenidas en los números 3 y el 68 estaban pensadas por equipos o arquitectos que no conocían verdaderamente la ciudad y su clima. Por otro lado, aquellos autores que se limitaban a ámbitos reducidos y no estudiaban las consecuencias sobre áreas más amplias, estaban ignorando que una operación de esta envergadura, debería resonar en un importante ámbito de afección, con notables consecuencias sobre el tráfico y la movilidad peatonal.

"En este tipo de espacios a veces hay que elegir entre lo más próximo a un parque arbolado o, en contraposición, a una plaza seca y clásica"

Los dos candidatos
El segundo paso en este proceso, que avanzó para destilar la elección de las mejores propuestas, se llevó a cabo del 11 al 17 de enero de 2017. A los cinco finalistas se les solicitó más documentación que desarrollase sus ideas y que facilitase su comprensión, pensando en el gran público. Para ello se pidió a los concursantes la producción de un vídeo de tres minutos, que explicase lo más significativo de sus ideas. Reunidos en el Colegio de Arquitectos de Madrid, los miembros del jurado (Concejales de Urbanismo y Participación Ciudadana, representantes de los Colegios de Arquitectos y de Ingenieros de Caminos, miembros del claustro de la Universidad Politécnica y altos funcionarios del Ayuntamiento de Madrid) eligieron los dos proyectos que les parecieron más adecuados. Descartaron aquéllos que incluían grandes superficies de hierba, y se decantaron por los más ambiciosos en lo referente al alcance, los que abarcaban mayor superficie: el número 10, “Un paseo por la cornisa” y el número 30, “Wellcome mother Nature…”
Estos dos proyectos son los que se muestran en estas páginas. Aunque parecen similares, son bastante diferentes si los miramos de cerca. Ambos abogan por dar más protagonismo al peatón y al ciclista, por plantar más árboles y por insertar actividades cívicas en un lugar donde hoy apenas existen. ¿Cuáles son, entonces, sus diferencias fundamentales? Para analizarlos, nos vamos a detener en los siguientes aspectos, que nos parecen fundamentales para conocer las ventajas de una y otra propuesta. En primer lugar, el tratamiento de la plaza como lugar cívico susceptible de usos formales e informales. En segundo término, la resolución de la movilidad y las soluciones al actual tráfico de automóviles, demasiado denso. En tercer lugar, la forma en que la plaza se conecta con otros espacios del entorno. Por último, el tratamiento de la vegetación y en definitiva, el paisaje propuesto.

Un paseo por la cornisa
“Un paseo por la cornisa” afronta el espacio cívico de la plaza reforzando el eje que vincula el monumento a Cervantes con el Edificio España. Ofrece una banda, casi despejada de árboles y pavimentada con piedra, como una especie de pasillo de algo menos de cuarenta metros de ancho por doscientos de largo, en cuyo centro está el monumento y que tiene como fondo el edificio que diseñaron los hermanos Otamendi en los años cincuenta del siglo pasado. Al norte del monumento, entre éste y el “rascacielos” recién citado, se traslada unos metros hacia la estatua cervantina la fuente actual. En el otro extremo, al sur de esta banda, se mantienen algunos árboles existentes. Este espacio dotará de una solemnidad nueva a la perspectiva que tiene como fondo el Edificio España, pero su ancho, no demasiado generoso, no permite una gran versatilidad a los posibles usos espontáneos. Es por tanto una operación, más que nada, monumentalizadora. En las dos bandas laterales, con suelo de hierba y numerosos árboles (casi todos existentes) el proyecto plantea una serie de pequeñas instalaciones, con formas geométricas (círculos, triángulos, hexágonos) que unas veces se hunden en el suelo y otras emergen de él. Allí se proponen diversas actividades que deben dar vida a la plaza: tertulias, juegos de niños, estanques, gradas, etc. Algunas son de dudoso acomodo, por convivir con el césped, que hará muy difícil su mantenimiento.

"La Gran Vía, eje metropolitano por excelencia, reclama sin duda una plaza cívica y el Campo del Moro y la Casa de Campo invocan a la vegetación como protagonista del espacio"

En cuanto a la movilidad del vehículo privado “Un paseo por la cornisa” mantiene el número de carriles en la Gran Vía, y conduce el giro a la izquierda de los coches que vienen desde esa avenida hacia Madrid Río a un túnel que sale a la calle Irún, a través de un solo carril subterráneo. Añade además otros dos tramos de túnel (no unidos entre sí) en el eje Bailén-Ferraz, uno como prolongación del que ya hay hasta la glorieta bajo el viaducto existente y otro desde aquí hasta la calle Ferraz. Esto permite la peatonalización del paso elevado, pero al mantenerse la misma glorieta bajo él, sin cambios sustanciales respecto a su situación actual, la entrada en la ciudad no variará demasiado. Los coches de la calle Princesa que quieran bajar hacia el río o salir de la ciudad, se comportarán también como hasta ahora, girando a la derecha. En la cuesta de San Vicente, de entrada a Madrid, se propone eliminar dos carriles de tráfico. En resumen, se facilita algo la salida de la ciudad, y se disminuye mínimamente la afluencia de coches de entrada pero, sin embargo, los automóviles siguen pasando con bastante intensidad por dos de los lados de la plaza.
Respecto a la continuidad con otros jardines y zonas verdes, “Un paseo por la cornisa” plantea dos uniones claras, por un lado, vincula la Plaza de España con la calle Bailén, a través de la mencionada peatonalización del viaducto existente, proponiendo un paseo en cuesta que llegaría hasta el frente del Palacio Real, dejando más abajo, en una posición deprimida, los jardines de Sabatini. Por otro lado, el proyecto une el sur de la Plaza de España con el Templo de Debod, a través de una placita rectangular, también en pendiente en la que se plantea un kiosco, que tendrá que negociar con esta condición inclinada del suelo. En los planos, sin embargo, no se atisba ninguna solución para conectar el nivel de la plaza con la cuesta de San Vicente, que la conecta con Madrid Río. La diferencia de alturas entre ambos entornos es de más de cuatro metros, y no se establece ninguna medida para que una persona con dificultades de movilidad pueda salvar este salto. De las dos aceras que suben desde Príncipe Pío, solo una dispone de una escalera para subir, en la otra no existe ningún mecanismo que permita acceder a la plaza, a no ser que se continúe andando bajo el viaducto, en compañía de los automóviles, como sucede ahora. Por esta acera se plantea uno de los carriles ciclistas proyectados, trazados siempre en el ámbito de las plataformas peatonales. El proyecto traza carriles bici hacia Rosales, hacia el barrio de Universidad, hacia el Palacio Real y hacia la calle Irún.
La propuesta contenida en “Un paseo por la cornisa” habla de un paisaje ordenado, de aspecto clásico, con la plantación de poco más de quinientos nuevos árboles. Dominan sobre todo las bandas rectas que acompañan el eje de la plaza que tiene como centro el monumento. Los dibujos no hablan de una vegetación exuberante, sino de la restitución de diversas alineaciones que acompañan a las diferentes calles y trazas. Además de los árboles, para referirse a la vegetación, los autores del proyecto utilizan el término “pradera metropolitana”, para explicar el dominio de la hierba en las dos bandas que flanquean el área en la que se asienta el monumento a Cervantes.

Welcome mother Nature…
El proyecto número 30, “Welcome…” diseña un espacio circular cerca del Edificio España, despejado y equipado (según la memoria, con una red de servicios para que se pueda celebrar cualquier evento, conectando al suelo los dispositivos urbanos necesarios). Se trata de un círculo de 80 metros de diámetro, empedrado y rodeado de árboles. Las imágenes del proyecto se afanan en demostrar que en ese lugar puede suceder de todo, desde una asamblea ciudadana, hasta un concierto o la proyección de una gran final de tenis. El círculo ocupa algo menos de la cuarta parte de la plaza. El resto de su superficie se organiza mediante una serie de parterres arbolados que describen una geometría que evoluciona desde la ortogonalidad de los arriates de boj de Sabatini hasta la traza orgánica, bastante versátil, que se extiende por la plaza y por las proximidades del Templo de Debod. En algunos de esos parterres, se organizan, sobre espacios terrizos, juegos de niños, zonas de ejercicios para mayores y algunas terrazas asociadas a los locales bajos del sur de la plaza.
Si analizamos la propuesta bajo la óptica de la movilidad del vehículo privado comprobamos que este proyecto elimina dos carriles de Gran Vía y tres de la cuesta de San Vicente, y que traslada todos los giros de salida de la ciudad a la calle Ventura Rodríguez. Propone un solo túnel que es un alargamiento del que trascurre hoy bajo la calle Bailén, y que pasaría enterrado bajo el suelo actual hasta Ferraz, sin interferir con la glorieta existente debajo. El proyecto explica que, en días en que la Gran Vía quede cortada al tráfico particular, los coches de entrada se desviarán hacia Bailén y Ferraz por el túnel y los de Princesa no se acercarán a la plaza al disponer de la salida por Ventura Rodríguez. Esta calle queda despojada de sus aparcamientos, para tener mayor anchura de salida de Madrid. Además, la propuesta planea una peatonalización de todas las vías secundarias del entorno de la plaza, cuyo tráfico quedará abierto solo a los residentes. La glorieta bajo Ferraz, sigue en funcionamiento, pero con una intensidad de vehículos sensiblemente menor a la actual. De este modo, la plaza disminuye el tráfico que pasa por su perímetro de forma muy notable, se calcula que los automóviles se reducirán a la mitad en sus bordes. Sin embargo, los autobuses públicos mantienen su presencia en el espacio viario, y son los únicos que conservan los giros y las maniobras actuales, así como el número de paradas. En el subsuelo, aprovechando el aparcamiento existente, se proyecta un centro de taxis, que pretende disminuir la presencia de este tipo de transporte en la superficie a la búsqueda de viajeros.

"En ambas soluciones atisbamos una mixtura de estas dos posiciones, pero en la segunda está resuelta de un modo más contemporáneo, más versátil y optimista"

En lo que se refiera a la continuidad con las áreas libres adyacentes, este proyecto conecta de forma integral la plaza con los jardines de Sabatini (en los dibujos se aprecia la precisión del estudio en esta zona) manteniendo una continuidad del suelo sin apenas pendiente, e integrando en la parte más baja respecto a la calle Bailén una nueva dotación cultural que se construye aprovechando la excavación del nuevo túnel. La calle Bailen es un paseo totalmente peatonalizado y al mismo tiempo sirve de acceso a esta dotación a través de las escaleras históricas existentes. Con respecto al parque del Templo de Debod, también se plantea una conexión peatonal, formada por una amplia senda jalonada por árboles de hoja caduca. El punto de arranque de esta senda es la fuente que se traslada desde su posición original, ya que hoy está situada frente al Edificio de España. En cuanto a su conexión con la cuesta de San Vicente y Madrid Río, el proyecto adopta medidas muy concretas: dos ascensores, una rampa para ciclistas sobre un talud vegetal y una suave escalinata, enlazan de manera inédita, el Campo del Moro, la cuesta y los jardines de Sabatini. Se diría que, desde Gran Vía o Princesa, hasta Príncipe Pío, la accesibilidad es universal y está adaptada para todo tipo de público. En cuanto al despliegue de los carriles ciclistas, la propuesta es similar a la de su rival, con la diferencia que de siempre que es posible el trazado discurre sobre calzadas más que sobre aceras.
El paisaje que dibuja “Welcome…” es natural, abundante y denso, propone la plantación del doble de árboles (más de mil ejemplares) y se aproxima a la densidad de plantación del Campo del Moro o de Madrid Río. Bajo las copas no propone superficies de césped sino tapizantes, plantas más robustas y acordes con la flora de Madrid (grama, romero, lavanda, santolina…). La disposición de las nuevas plantaciones sigue la pauta de los caminos sinuosos y los parterres en forma de gota o racimo. Si nos detenemos en los dibujos, comprobamos que cada superficie de distinta naturaleza está siempre delimitada con encintados y bordillos, de forma que las áreas con tratamientos distintos se contienen siempre con piezas talladas en piedra, que unas veces se convierten en bancos, otras en barandillas, otras en bordillos.
El proyecto “Welcome…” presenta en su memoria algo que no hemos descubierto en “Un paseo…”. Se trata de un capítulo dedicado a la participación ciudadana como modo de expresar las oportunidades del espacio público en su función de contenedor programable y susceptible de aplicar el tipo de políticas que defiende el actual equipo municipal. Por medio de varios gráficos propone la creación de un entorno digital “#Welcome Plaza” a través del cual se puede interactuar, obtener información o aportar comentarios. En esta línea, también plantea un concurso de esculturas, controlado por los colectivos vecinales, para dotar a la plaza de unas piezas insertas en la contemporaneidad.

¿Podemos ser optimistas?
El análisis anterior de las dos propuestas nos hace, con bastante claridad, preferir la segunda. Aún así parece que ambas se alinean con la sensatez y que las dos podrían realizarse con perspectivas de éxito, en el sentido de obtener un resultado sin estridencias que mejore lo que actualmente campa en este lugar, que se ha convertido, más que nada, en un lazo de tráfico que, aunque está situado en un punto muy céntrico de Madrid, también se encuentra muy próximo a algunas conexiones con el exterior de la ciudad. Es interesante el debate que está en el origen de este tipo de espacios públicos, en los que, a veces, hay que elegir entre lo más próximo -conceptualmente hablando- a un parque arbolado o, en contraposición, a una plaza seca y clásica. En este caso la elección por alguno de estos dos caminos no era fácil: la Gran Vía, eje metropolitano por excelencia, reclama sin duda una plaza cívica y el Campo del Moro y la Casa de Campo invocan a la vegetación como protagonista del espacio. En ambas soluciones “Un paseo…” y “Welcome…” atisbamos una mixtura de estas dos posiciones, pero en la segunda respiramos una modernidad más radical y optimista, una especie de “al pan, pan y al vino, vino”, extendiendo con claridad un manto verde en dirección a Madrid Río y trazando un círculo diáfano cerca de la Gran Vía, capaz de ser programado por la gente y de asumir la capa digital que ya sobrevuela nuestras cabezas.
Cuando se escribe este texto, aún falta un mes para saber el resultado de las votaciones populares y, con el riesgo lógico de equivocarnos pensamos que, la propuesta más completa “Welcome…” tiene los mimbres para convencer a más ciudadanos. Ya veremos si el tiempo nos da la razón y si tenemos la suerte de ser optimistas con el futuro de la plaza.

Palabras clave: Plaza de España, Remodelación, Proceso participativo.
Keywords: Plaza de España, Remodeling, Public Procurement.

Resumen

Análisis de los dos proyectos finalistas en el novedoso e inédito concurso de remodelación de la Plaza de España convocado por el Ayuntamiento de Madrid.

Abstract

Analysis of the two finalist projects in the new and unpublished tender forremodeling of the Plaza de España organised by the City of Madrid.

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