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REVISTA110

ENSXXI Nº 114
MARZO - ABRIL 2024

Por: JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ
Presidente de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI

Hasta más de cien años después de su muerte -y fue un inglés, lord Coteret, en 1738 el primero en hacerlo- nadie reconoció el talento genial de Cervantes

Una exposición en Madrid muestra los datos ciertos y reales de la vida cotidiana de Cervantes tomados íntegramente de documentos notariales cuyos originales suscritos por él se exhiben al público

No podemos dejar que acabe el año conmemorativo del IV Centenario del fallecimiento de Miguel de Cervantes sin que el notariado y esta revista participen en los programas que lo festejan. Hoy nadie duda de que Cervantes y su genial obra heroica Don Quijote han engrosado el parnaso de los mitos. Pero tampoco de que hay que hacer contrición porque ni sus coetáneos ni varias generaciones posteriores vislumbraron la talla real de un escritor del que solo el tiempo y el eco foráneo han sabido dejar al descubierto su ya indiscutida dimensión de mito universal.
No hemos sido capaces de guardar sus cenizas. Ni siquiera se le hizo -o al menos no nos queda- un retrato plástico, escultura o pintura, que reprodujera su verdadera efigie. Todos, tanto los atribuidos a Velázquez o Pacheco como el más manido, el de la gran gola o gorguera, atribuido a Juan de Jáuregui, que al haber estado apoyado por Rodríguez Marín se repitió de forma impenitente, se han demostrado radicalmente falsos. Las efigies que circulan son reproducciones posteriores imaginadas sobre la descripción literaria que Cervantes hizo de sí mismo en su obra, especialmente en el Prólogo a las Novelas Ejemplares.
Sabido es que el best-seller de aquella época era el Guzmán de Alfarache, y el autor preferido en foros y cortes era Lope de Vega, cuya efigie como la de Mateo Alemán, sí figuraban en la portada de sus libros, lo que no ocurrió con la de Cervantes, que no figuró en ninguna de las ediciones posteriores del Quijote que empezaron a proliferar, bien que como mera lectura de entretenimiento. Simple humor para ridiculizar el género de la caballería andante. Ningún lector, en palabras de Luce Baralt, sintió vértigo ante el abismo sin fin que se escondía entre sus páginas.

"Ni siquiera se le hizo un retrato plástico, escultura o pintura, que reprodujera su verdadera efigie. Todos, incluido el más manido, el de la gran gola o gorguera, atribuido a Juan de Jáuregui, que al haber estado apoyado por Rodríguez Marín se repitió de forma impenitente, se han demostrado radicalmente falsos"

Fue como es sabido en Inglaterra donde antes se detectó la vis genial de su obra y donde en 1738, un inglés que nunca viajó a España, William Kent, inventó la primera efigie de Cervantes para la primera edición de lujo que se hacía del Quijote. Cuatro tomos de exquisita tipografía, en castellano, con sesenta magníficas estampas. Todo gracias al mecenazgo de Lord Coteret, empeñado en rescatar la figura de Cervantes, magnifico escritor, escribió, que ha dado al mundo una obra genial que goza ya de estimación universal. Así se reconoce justamente en la muestra Miguel de Cervantes, de la vida al Mito que la Biblioteca Nacional ha organizado para la conmemoración del Centenario, que dedica uno de sus capítulos a recordar el éxito inglés de la obra. Y así se recoge en la magnífica biografía, aun en parte en galeradas, en la que José Manuel Lucía Megías, catedrático de Filología Románica de la Complutense, lleva años trabajando. Es una biografía atípica en la que el autor, sin negar un ápice al genio, hace posar a Cervantes en el suelo, como hombre en construcción, para analizar descarnadamente sus glorias y sus miserias. En mayo de este año salió el primer tomo, el de la juventud de Cervantes, que abarca desde su nacimiento hasta su liberación de las mazmorras de Argel, y hace pocos días vio la luz el segundo, el de su madurez, su vida en la Corte de 1580 a 1604, estando pendiente de salir el que será Tomo III, la tercera vida de Cervantes, desde Valladolid hasta el final, su vida en papel que le consagrará a la larga como mito universal. Es una obra rigurosa, de un realismo severo que evita los tintes míticos o hagiográficos de las biografías habituales, esos que aún campean, por ejemplo, en la también magnifica, más idealista y recién aparecida biografía de Jordi Gracia (Miguel de Cervantes, la conquista de la ironía, Taurus 2016) quien, aunque se propone según dice en el prólogo no fantasear y escribir a pie de calle, termina usando la imaginación moral, con sus conjeturas e intuiciones, como cámara subjetiva, para transcribirnos la imagen de Cervantes que proyecta o emana de su obra, en especial del Quijote II, consecuencia impensada, dice, del I, y dotado de mayor genialidad como supremo crisol de la ironía y de la libertad narrativa del autor. 

"Fue como es sabido en Inglaterra donde antes se detectó la vis genial de su obra y donde en 1738 un inglés inventó la primera efigie de Cervantes para la primera edición de lujo que se hacía del Quijote, en cuatro tomos de exquisita tipografía, en castellano, gracias al mecenazgo de Lord Coteret, quien también encargó la primera biografía de Cervantes, la de Mayans y Ciscar"

José Manuel Lucía, como ya se ha dicho y él repite en el prólogo a su Primer Tomo (La juventud de Cervantes, Edaf 2016) alardea de presentarnos un Cervantes de a pie, con sus sinuosidades y borrones, un hombre mortal que desde la nada va creciendo en progresión continua y engrandeciéndose mediante la reflexión y con la mirada serena en busca de la plenitud (La madurez de Cervantes, Una vida en la Corte, Edaf nov. 2016) hasta alcanzar la genialidad literaria que, aunque por etapas, le ha reconocido el mundo entero. 
Más de cien años tardó Cervantes en salir del vulgar club cómico de la caballería andante. Con más de cien años de retraso sonó el aldabonazo de Lord Coteret avisando de la grandiosa sátira moral que subyacía en aquel libro. Más de ciento cincuenta años tardó en abrirse paso una lectura pausada y reflexiva de su obra que sacara a la luz la autocrítica tierna y amarga de una cita frustrada de España con la modernidad (P. Vilar), su enigmática capacidad para hacernos comprender la infinita complejidad del mundo (A. Amorós) o el turbador rasgo de ironía que la permea (J. Gracia). Más de cien años tardó en hacerse la primera biografía de Cervantes (la encargada por Lord Coteret a Mayans y Ciscar). Y muchos más años tardamos en advertir todos que estábamos ante una enciclopedia universal y un trasunto de toda la humanidad.

"José Manuel Lucía alardea de presentarnos un Cervantes de a pie, con sus sinuosidades y borrones, un hombre mortal que desde la nada va creciendo en progresión continua y engrandeciéndose hasta alcanzar la genialidad literaria que, aunque por etapas, le ha reconocido el mundo entero"

No es la primera vez. Soren Kierkegaard nos recuerda que el interlocutor secreto del genio es el destino y no la realidad circundante, lo que le obliga a marchar al margen de la condición humana común. La reciente búsqueda de la osamenta de Cervantes en el convento de las Trinitarias por quienes actuaban marcados por el mito estaba condenada a la frustración por el error de partida, que denuncia Lucia, de buscar en tumbas, altares o nichos donde el mito presume que debería estar enterrado, y no en el osario común, directamente en la tierra, como correspondía a los que no habían sido reconocidos en vida, caso de Cervantes.
Nunca este pecado de cerrazón intelectual quedará saldado, pero corresponde a las nuevas generaciones intentar repararlo con actos de desagravio y reconocimiento. Con más motivo a la ciudad de Madrid, ciudad en la que más tiempo residió, que no le dedicó ni un solo monumento o placa conmemorativa -el honor del primero corresponde a José Bonaparte-, y que todavía en 1840 cometió la felonía de permitir, a pesar de las denuncias de Mesonero Romanos y la instancia del propio Rey, el derribo por razones especulativas de la última casa donde vivió y murió el escritor en la calle del León, mz/nº20.
Así lo ha entendido la Comunidad de Madrid, organizando en este centenario más de medio centenar de actividades. Solo nos vamos a referir a una, la que exhibe los escasos datos ciertos y reales que conocemos de la vida del escritor -tan escasa de noticias como rica en sinuosidades, dijo Américo Castro- que está íntegramente formada por documentos notariales. Son escrituras y actas conservadas durante siglos en Protocolos celosamente encuadernados y guardados en los Archivos y Colegios Notariales a los que corresponde, justo es reconocerlo, el mérito de ser casi los únicos archivos que nos quedan de la vida civil de esos siglos, los únicos testimonios de la vida cotidiana, los que según reconocen los estudiosos, constituyen la mejor y más fiable fuente de la vida social de la época.

"La también magnifica, más idealista y también recién aparecida biografía de Jordi Gracia usa la imaginación moral, con sus conjeturas e intuiciones, como cámara subjetiva, para transcribirnos la imagen de Cervantes que emana de su obra, en especial del Quijote II, consecuencia impensada, dice, del I, y dotado de mayor genialidad como supremo crisol de la ironía y de la libertad narrativa del autor"

Desde finales del XIX los protocolos de más de cien años, algunos palimpsestos e incunables, poco útiles ya para la vida práctica, aunque siguen siendo administrados por notarios, pasaron al Archivo Histórico Nacional, hoy fragmentado en los archivos de las 17 Comunidades Autónomas. Ha sido en el de la Comunidad de Madrid, considerado según dice la Presidenta Cristina Cifuentes uno de los más importantes de Europa desde el punto de vista de la historia social, donde se han encontrado más datos ciertos y fiables de la vida real y cotidiana de Cervantes. Todos, como se ha dicho, en protocolos notariales, en escrituras públicas otorgadas o en las que testificó Miguel de Cervantes en persona, en las que estampó su firma auténtica y registran declaraciones genuinas de su voluntad. 

"La Comunidad de Madrid ha organizado una exposición íntegramente formada por documentos notariales, escrituras y actas conservadas durante siglos en Protocolos celosamente encuadernados y guardados en los Archivos y Colegios de notarios, hoy en el Archivo regional"

Con ellas ha montado la Comunidad en el Complejo Cultural El Águila una sugestiva e ilustrativa exposición. Además de tomos de protocolo, hay cuatro audiovisuales relacionados con la función notarial, están programadas visitas teatralizadas gratuitas bajo el nombre de Los papeles de Don Miguel con una eficaz función didáctica, tiene carteles/leyenda orientativos, precisos y respetuosos con la función notarial, a la que también se hace un guiño con el propio título de la muestra, Pasó ante mí, Cervantes en los documentos notariales. 
Allí están expuestas, bien que con letra difícilmente descifrable salvo para filólogos y expertos, las matrices originales relacionadas con Cervantes. Unas otorgadas directamente por él constando su firma original estampada en el texto. Ante el escribano Francisco Martínez cediendo a un librero el privilegio de impresión de La Galatea. Ante el escribano Sancho de Quevedo, concertando con Gaspar de Porres la representación de dos comedias, concretamente tituladas La confusa y El trato de Constantinopla, de las que por cierto no hay más rastro que esta cita. Ante el escribano Domingo Ochoa de Arratia dando carta de pago de una letra de cambio librada a nombre de Cervantes. Otros varios documentos otorgados ante Juan Calvo, escribano al que con mayor frecuencia recurrió, tanto para ceder por ejemplo los derechos de impresión de las Novelas Ejemplares como para otorgar poderes, varios para querellarse contra los que al parecer también entonces hacían ediciones piratas de sus obras (La querella debería interponerse, según el texto literal del instrumento, contra cualesquier persona y personas que hobieren impreso y bendido o quisieren imprimir y bender un libro intitulado…etc., es decir que ya contemplaba el escribano, tal vez por reminiscencias canónicas, la posible intención o deseo culpables). También resulta curioso que el tal escribano Juan Calvo utilizara ya en 1613 para los poderes judiciales o para pleitos y causas un modelo o plantilla de imprenta sobre la que el escribano rellenaba a mano los huecos. 

"Ha sido en este Archivo, considerado según dice la Presidenta Cristina Cifuentes uno de los más importantes de Europa desde el punto de vista de la historia social, donde se han encontrado más datos ciertos y fiables de la vida real y cotidiana de Cervantes"

Están también expuestas las matrices originales de escrituras otorgadas por familiares de Cervantes. Por los padres obligándose a pagar el exceso del rescate de Argel. Un acta de entrega de presente ante notario con simultánea carta de pago. El testamento de su mujer Catalina de Palacios ante el escribano Baltasar de Ugena, quien también autoriza en otro documento la liberación de una prenda (de paños de tafetán) constituida por Cervantes años atrás. Otra autorizada por el escribano Joseph de Ucles en la que se constituye un censo consignativo actuando el propio Cervantes como mero testigo. Un poder, otorgado ante el escribano del Rey, Diego Obregón por Miguel de Cervantes autorizando a su sobrina Constanza para cobrar la herencia y el sueldo de alférez que le corresponde a su hermano Rodrigo. Y así hasta veinte matrices más. 
Todas por supuesto manuscritas, con letra barroca plagada de rasgos y en general ilegible, letra procesada que era habitual en el papeleo de juicios y escribanías y debió sufrir el propio Cervantes (Álvaro Ballarín, Director de Archivos de la Comunidad nos recuerda en el Prólogo de la Guía de la muestra la escena en que D. Quijote advirtió a Sancho, tras copiar unas notas en el libro de Cardenio, que se encargara de trasladarlas en papel, de buena letra, en el primer lugar que hallase, donde haya maestro de escuela de muchachos, o si no, cualquier sacristán te la trasladará y no se la des a trasladar a ningún escribano, que hacen letra procesada, que no la entenderá Satanás). Sabido es que la letra procesal o procesada permitía mayor celeridad, pero contenía abreviaturas, juntaba palabras y eliminaba tantos rasgos que la hacían prácticamente ilegible para los profanos, de lo que hay quejas en la obra de Luis Vives, de Santa Teresa o de Gracián (Curioso es que cuando esa maldita letra fue eliminándose del uso diario, sustituida por humanística, más legible, se refugió en las escribanías, tal vez por razones arancelarias o de urgencias (¿), hasta fines del siglo XVII en que desapareció).

"Están expuestas, bien que con letra difícilmente descifrable, las matrices originales de escrituras públicas otorgadas o en las que testificó Miguel de Cervantes en persona, en las que estampó su firma auténtica y se registran declaraciones genuinas de su voluntad"

Y termino. Creo que es gratificante contemplar estos documentos originales, de más de cuatro siglos de antigüedad, que evocan la realidad cuotidiana de un personaje grandioso metido en el quehacer de las escribanías sin sospechar que la huella que en ellas dejaba iba a ser también inmortal. Una honra para el notariado que los únicos datos ciertos y fiables de su vida se conserven casi todos gracias a sus protocolos. Porque esta conmemoración y todas las que se la hagan, a Cervantes, desapercibido en vida por sus coetáneos -nublados en palabras de Schopenhauer, por la futilidad de su pensamiento, la pequeñez de su emoción y los errores y prejuicios que bullían en sus cerebros- nada le añaden ya. Desde su actual altura de mito universal mirará por encima del hombro, como dice Lucía, cualquier laudatio.

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