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REVISTA100

ENSXXI Nº 100
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2021


JAGS

Por: José Aristónico García Sánchez
Decano honorario
Presidente fundador y primer Director de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI


NÚMERO CIEN

Parece que fue ayer, pero han pasado casi veinte años desde que la Junta del Colegio Notarial de Madrid decidió crear un órgano de expresión que respondiera a los retos de las nuevas forma de comunicación y permitiera al Notariado mantener e incluso potenciar su natural simbiosis con la sociedad a la que sirve.

Así lo había hecho en 1943 la institución más acreditada de este Colegio, la Academia Matritense, cuando su Comisión de Cursos decidió reabrir al exterior sus sesiones, antes cerradas, instando a participar en sus cursos a los juristas más afamados, y en aras de la transparencia publicar después en forma de Anales sus debates, apertura que supuso un vuelco histórico que propició la que se ha llamado edad de oro de la institución que alcanzó un nivel académico que pocos colectivos han podido igualar.

“La digitalización global y la incorporación instintiva de la mente de todos al ecosistema de tecnologías de la interrupción obligaba al Notariado, so pena de quedar obsoleto, a adaptar las técnicas de comunicación a las expectativas de los destinatarios”

Ochenta años después los parámetros sociales y de comunicación habían cambiado radicalmente. La tecnología digital, Internet y la globalización nos pusieron ante otro hito, quizá el más crucial de la historia de la comunicación, que para los sociólogos constituía el fin de lo que Kant llamó proceso lineal de pensamiento desplazado por un proceso nuevo que necesita recibir la información en estallidos cortos y a veces solapados, lo que ha llegado incluso a alterar nuestra práctica sensorial, que ahora soslaya el pensamiento profundo de los Tratados y prefiere el picoteo rápido y variado que trasmiten las imágenes, los axiomas o los titulares. Es un cambio radical. Si ya Nietzsche reconocía que el instrumento con que escribía, pluma o máquina, participaba en la formación de sus pensamientos, hoy Internet y el ordenador nos están introduciendo en lo que se ha llamado ecosistemas de tecnologías de la interrupción. Y una vez que la mente se ha incorporado instintivamente a este nuevo sistema, las formas de comunicación, a riesgo de quedar obsoletas, tenían que adaptarse a las expectativas de sus destinatarios.

“El Notariado, que lleva en sus genes adelantarse a los cambios sociales y tecnológicos, entendió que había que hacer cambios de método para mantener viva su tradicional comunicación interactiva con la sociedad”

El Notariado, que lleva en sus genes adelantarse a los cambios sociales y tecnológicos para mantener activa su simbiosis con la sociedad, entendió que desoír las llamadas al cambio equivaldría a dormir lo que Nietzsche llama sacro reposo de la nada. Los Anales y los Tomos dogmáticos no podían ser ya el único medio ni era ya el más adecuado para una comunicación interactiva con la sociedad. Había que ajustar el diseño, reducir los mensajes, introducir resúmenes y destacados, resaltar titulares, romper el texto con gráficos e imágenes, desterrar para siempre las páginas de texto ininterrumpido que el lector rechaza por instinto. Es lo que propuso este Colegio hace casi dos décadas con EL NOTARIO DEL SIGLO XXI.
Era precio variar el formato, y se hizo. Y también era preciso ampliar, pese a algunas reticencias internas y en la línea de apertura y transparencia que inició la Comision de Cursos de la Academia en 1943, los ecos de difusión interactiva de los nuevos mensajes del Notariado haciéndolos llegar a Universidades, Tribunales, Centros de investigación y opinión, Embajadas y Consulados en los que también fue recibida con efusión aceptando el reto de participar activamente en el nuevo proyecto de este Colegio.

“La aceptación de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI desde el nº 1 fue excepcionalmente generosa. Hoy llega al nº 100. Y llega con una incólume cota de crédito y solvencia”

Y la sociedad comprendió el cambio de rumbo y aplaudió el gesto. La irrupción de la sociedad de la información y la globalización, decía el editorial programático de salida, está sacudiendo a todas las instituciones, obligándolas a buscar un encaje racional en los nuevos parámetros culturales que propone nuestra civilización. También preocupaba al Notariado, claro, aunque, como ya se advertía en el editorial, éste tenía la línea roja de no poder desviarse un ápice de la fe de su nacimiento, pues incluso en los nuevos parámetros, su racionalidad y utilidad social solo subsistirían mientras siga satisfaciendo plenamente y de forma ventajosa el ansia de seguridad del hombre. Porque es el servicio a los ciudadanos, como dice Payne, lo único que da jerarquía a las instituciones y al que deben subordinarse las nomenclaturas integradas por tecnócratas distanciados de la sociedad.

“EL NOTARIO DEL SIGLO XXI se propone seguir siendo tribuna de difusión de cuantas ideas y normas puedan potenciar el progreso moral y científico del cuerpo jurídico de España y de la humanidad en general”

Para potenciar este acercamiento y esa comunicación constante con la ciudadanía nació EL NOTARIO DEL SIGLO XXI. No quería ser una publicación corporativista o endogámica para notarios. Su destinatario principal, pero no exclusivo, era el cuerpo jurídico, pero también aspiraba a llegar, como así ha sido, a toda la ciudadanía. Su estilo llano, ágil y moderno, elusivo de tecnicismos o jergas gremiales, ajeno a esquemas obsoletos en clave doctoral, divulgativo de novedades y tendencias jurídicas, aspiraba a que cualquier ciudadano pudiera tener acceso a sus mensajes. Y por su vocación interactiva abrió sus puertas para que cualquier jurista, sociólogo o autor especialista en los temas que la revista suscita, pudiera desde su tribuna divulgar sus mensajes u opiniones con solo atenerse a las normas editoriales de estilo, en cuanto a la forma, extensión, lenguaje, destacados, etc., que rigen la publicación desde el principio.
Hoy llega al número 100. Y llega con una alta cota de crédito y solvencia. Su aceptación desde el número 1, que ya fue excepcionalmente generosa, se ha mantenido incólume, tanto por los profesionales del derecho como por los ajenos a él. Incluso esta revista se siente orgullosa de los diferentes intentos de imitar su nuevo perfil por otras corporaciones y entidades nacionales y extranjeras a las que anima a seguir este nuevo rumbo de la comunicación.

“El trato de favor que sigue dispensando la comunidad jurídica a esta revista agrava en igual proporción su responsabilidad y potencia su lucha por la transparencia, la autenticidad etc.”

Porque si solo a los ciudadanos pertenece la vara de medir la utilidad social de una institución, y si solo su escrutinio puede a la larga definir la objetividad de un juicio, EL NOTARIO DEL SIGLO XXI puede ufanarse y celebrar con éxito este logro. El último barómetro de opinión contrastado con entrevistas directas, arroja un índice de lectura inusual, llega al 90’30% del colectivo notarial y poco menos entre los demás receptores de la publicación.
No sería justo desconocer que la razón del orgullo de esta efemérides estriba en el esfuerzo y dedicación de todos los redactores y colaboradores, y de cuantos seguidores y lectores han contribuido a que esta publicación siga siendo tribuna de difusión de cuantas ideas o normas puedan potenciar el progreso moral y científico del Notariado, del cuerpo jurídico y de la humanidad en general.
El Comité de Redacción y todos los colaboradores de esta revista agradecen a todos el elevado grado de aceptación que le dispensan, lo que agrava sin duda en igual proporción su responsabilidad y estimula su lucha por la transparencia, la autenticidad y la libertad que conforman el lema de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI.

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