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Por: JAVIER GÓMEZ TABOADA
Abogado tributarista. Socio de MAIO LEGAL (www.maiolegal.com)


DERECHO FISCAL

El universo tributario es complejo, árido, ingrato pero también muy rico, fértil en casos interesantes que han atraído el interés de los medios de comunicación. Siendo esto así parece que solo habría de ser cuestión de tiempo que un episodio de esa naturaleza diera pie a un largometraje cinematográfico…

Y, finalmente, esa cinta ya está aquí: “Hechos probados”, dirigida y producida por Alejo Moreno, se presentó en sociedad en Valladolid con motivo de la última edición de su SEMINCI, la del pasado 2021; donde cosechó alabanzas de crítica y público.
La película -en puridad, un docudrama- toma prestada la peripecia vital de Agapito García -durante años, la persona física señalada por la Agencia Tributaria (AEAT) como el deudor tributario número 1- para, alrededor de su caso, ir desgranando varias de las patologías que intoxican la siempre compleja relación entre el erario y los contribuyentes.
Sin embargo, el filme no es, en puridad, un análisis del caso Agapito y, quien así lo vea, errará en su perspectiva. No; lo que Moreno hace, al hilo del proceso kafkiano vivido por Agapito, es denunciar ciertas praxis públicas -es decir, de los poderes públicos- que minan gravemente el estatus cívico del contribuyente y que, así, también degradan nuestro Estado de Derecho, quizá al amparo de alguna supuesta “razón de Estado”.

“La película toma prestada la peripecia vital del deudor tributario número 1”

Pero tampoco nos confundamos: la película no hace una enmienda a la totalidad del sistema; no. La película en absoluto cuestiona -¡solo faltaba!- la obligación de contribuir a sufragar el gasto público -cosa distinta es que pueda suscitar una sana reflexión acerca de si éste ya ha derivado en dispendio-, ni tampoco vende la imagen de unas prácticas genéricamente inadmisibles; no.
No obstante, siendo esto así, tampoco debemos caer en la complacencia: tomar su denuncia como circunscrita a un caso de laboratorio (así podría verse el de Agapito; con sus luces y sombras) y que, como tal, no deba preocuparnos. Y es que lo que la cinta evidencia es que ciertos “tics” (vgr.: la presunción de validez de la actuación administrativa, la apremiante necesidad de recaudación, o el sempiterno atasco judicial; entre otros), cuando se mixturan en sus adecuadas dosis, generan un escenario en el que el contribuyente -ya desposeído de su condición de ciudadano, y degradado a la de súbdito- se ve indefenso frente a los envites e incluso -¿por qué no decirlo?- a los embates que recibe de la Administración. Desde esa perspectiva, Alejo Moreno nos emplaza -a todos- a meditar si, en cierto modo, todos y cada uno de nosotros pudiéramos llegar a ser un “Agapito”. Y ahí es donde su obra apela a nuestra conciencia cívica, a nuestra libertad y responsabilidad individual y, a la vez, también a nuestra faceta colectiva que es la que demanda -sí o sí- la existencia de contrapesos efectivos que limiten la omnipotencia del poder público.

“Todos y cada uno de nosotros pudiéramos llegar a ser un ‘Agapito’”

Así las cosas, aquí nos encontramos con un producto cinematográfico inédito en nuestra filmografía nacional -y, quizá, hasta en la internacional- que, lejos de ser un mero pasatiempo (que también, pues su metraje pasa como un suspiro, casi a modo de thriller), está llamado a provocar algún tipo de reacción entre su audiencia.
¿Audiencia?…, he aquí otra de sus claves.
Y es que esta película insólita, disruptiva, rompedora, revolucionaria y -si se me permite-valiente como pocas, se ha topado con una piedra en su camino. Nadie -y cuando digo nadie, es nadie- quiere ser la correa de transmisión entre su autor y su potencial audiencia. Es decir, no hay cadena televisiva, plataforma digital o sala de cine dispuesta a darle cobijo. Nadie. El páramo.
¿Qué sociedad sana, limpia, oxigenada, dialogante estaría dispuesta a rehusar un debate necesario como el que esta película suscita? La pregunta es obvia: ninguna. Ergo siendo esto así, parece evidente que esa respuesta nos interpela como sociedad devolviéndonosla en forma de nueva pregunta…: ¿está nuestra sociedad enferma, intoxicada, plagada de prejuicios, anestesiada? Mucho me temo que la respuesta es sí.
Creo que este estado de cosas, que en un país como España, una cinta como ésta no tenga cabida en ningún medio que permita divulgarla es aún más preocupante, si cabe, que el propio mensaje que la película entraña. Pues no habiendo impedimento legal, contractual o judicial alguno que impida su difusión, ¿qué provoca esa omertà sobre “Hechos probados”? Pues, por increíble que pueda parecer, en el fondo, detrás de esa ley de silencio, está el miedo, el pánico a suscitar una reflexión que -quizá, quién sabe- pudiera incomodar en ciertas esferas…, y la mera eventualidad de esa hipotética incomodidad lleva a hacer como si tal producto no existiera.

“¿Qué provoca esa omertà sobre ‘Hechos probados’?”

¡Qué triste! En un país del primer mundo, económica y socialmente desarrollado, un ingrediente tan determinante para su salud democrática como es la libertad de expresión, de prensa, se silencia ante la posibilidad de que un producto -modesto, humilde; pero muy valiente- suscite una corriente de opinión que pueda llegar a molestar en ciertos ámbitos.
Me entristece profundamente vivir en un país donde se ejerce esta suerte de autocensura que, en cierto modo, pudiera ser más peligrosa y tóxica que la censura pura y dura. Pensemos: en un escenario político propio de un régimen dictatorial, la sociedad puede llegar a dar por hecho la existencia de esa censura institucionalmente practicada; pero, en un país formalmente democrático y con la apariencia de ser un Estado de Derecho, que se prive a la sociedad de ciertos debates -sanos, necesarios- es mucho peor, pues evidencia una automutilación de nuestro estatus cívico que no puede ser más que un síntoma de alguna grave patología tal como el miedo atávico al poder (y es que malamente puede tenerse pánico a un poder si éste se somete a algún control…, ergo “verde y con asas”) y que, además, tiene a la sociedad rehén de un engaño pues ésta cree en la existencia de una libertad que, en puridad, no sería tal.
Así que miren Uds. por donde, una película que modestamente venía a denunciar ciertas y concretas praxis públicas, lo que finalmente ha evidenciado es que vivimos en un país carente de la más básica libertad; en un país donde muchas de las cosas que se nos venden, cuando las ponemos a prueba, son de cartón piedra.
Gracias, pues, a Alejo Moreno, por habernos despertado de nuestro letargo.
Vean, por favor, la película; en el único sitio donde es posible, en su propia plataforma: https://documentalhechosprobados.com/ #ciudadaNOsúbdito.

Palabras clave: Contribuyente, Actuación pública, Libertad.
Keywords: Taxpayer, Government activities, Freedom.

Resumen

En la última edición de la vallisoletana SEMINCI se presentó la cinta “Hechos probados” que, tomando como hilo conductor el caso real del que durante años fue el deudor número 1 de la AEAT, va desentrañando diversas praxis patológicas en la actuación pública que socavan gravemente el estatus jurídico del contribuyente, alentando, así, un debate del máximo interés sobre esa tan singular relación entre el erario y los contribuyentes. Lo triste ha sido constatar la imposibilidad de que esa película encuentre, en los canales naturales, una vía de distribución, creándose sobre ella una omertà que evidencia una muy grave carencia de libertad.

Abstract

The latest Valladolid International Film Festival saw the presentation of the film "Hechos probados" [Proven facts] which was based on a real case of the person who was the Spanish Taxation Authority's heaviest debtor for many years. It unravels various pathological practices in government activities that seriously undermine the taxpayer's legal standing, and fosters an extremely interesting debate on the unique relationship between the treasury and the taxpayers. Sadly, the film has been unable to find a channel for distribution through the normal channels, as a type of omerta has arisen around it that shows a very serious lack of freedom.

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