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ENSXXI Nº 29
ENERO - FEBRERO 2010

LOS LIBROS por JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ

Nada parecen tener en común estos dos personajes que como epígonos de los dos bloques en que se dividen la sociedad y la intelectualidad francesa actuales parecían irremisiblemente condenados a encararse. Ambos, además, han recorrido toda la trayectoria del arco político aunque en dirección opuesta.
Michel Houellebecq, en cuya ascendencia hay fervores comunistas, ha terminado como epígono de una derecha rebelde y subversiva. No creció en un ambiente familiar cálido,  sus padres se desentendieron pronto de él, y no hace mucho que su madre, a la que no ha conseguido odiar aunque lo ha intentado, escribió un libro sólo para vilipendiarle. Aunque escribió poemas y ensayos brillantes, han sido sus novelas, descaradas y provocadoras, las que le proporcionaron un éxito vertiginoso, especialmente la tercera, Plataforma, que le condujo de golpe al estrellato en parte   por la vía del escándalo. Sus provocaciones a la burguesía le valieron tacha de misógino, decadente, reaccionario, racista o pornógrafo, y la querella por injuria racial e incitación al odio religioso interpuesta contra él por algunas agrupaciones islámicas le consagró definitivamente como estrella mediática y exponente de una derecha negativista y reaccionaria, un anarquista de derechas, un conservador subversivo, lo que le indujo a exiliarse primero a Irlanda y luego a Cabo de Gata.

"Parecer rutas contradictorias y así es en cierto modo, lo que explica que a uno y a otro les hayan tachado de falsarios e impostores. Pero nadies les niega talento y gallardía para defender sus posiciones"

Bernard-Henri Levy también ha recorrido todo el arco sociopolítico pero en sentido contrario. Nacido en Argelia en el seno de una familia francesa de ascendencia judía, criado en medio de la afectividad familiar, hijo de millonario y bon vivant, pulcro y acicalado --traje negro y camisa blanca Oxford le han bastado para figurar en los estándares estilistas de las revistas mundanas--, se declara descaradamente de izquierdas, miembro de la gauche divine,  la izquierda –caviar  según  sus críticos, y se ha convertido en el epígono visible y más representativo del socialismo, más aún, de la intelectualidad francesa de izquierdas.
Parecen rutas contradictorias y así es en cierto modo, lo que explica que a uno y otro les hayan tachado de falsarios e impostores. Pero nadie les niega talento y gallardía para defender sus posiciones, por otro lado ni tan extremas ni tan contradictorias como su coincidencia en valerse de la resonancia mediática les induce a aparentar. Se veía venir, tenían que chocar, pero en un choque cuyo estrépito se debe más que a divergencias reales, que las hay, a la repercusión pública que ambos a la par buscaban. Lo han escenificado en un debate denso y de altura que se recoge en una obra titulada con intención Enemigos Públicos (Anagrama 2010), y se articula en un intercambio de correos electrónicos entre ambos desde el 26 de enero al 11 de julio de 2008.
Son cartas magistrales, a veces agrias, siempre incisivas y cultas, llenas de ironía y mordacidad. Y réplicas chispeantes, provocadoras, salpicadas de pimienta intelectual. Ambos acechan al adversario calculando la respuesta, tratando de prevenir su réplica y meditando el nuevo ataque que le podrán contraponer. Es un match a distancia, una variedad de boxeo mental, una partida de ajedrez por correspondencia, una competición de inteligencias, con preguntas, respuestas, pasiones contrariadas, rechazos, luces ocultas o compartidas, virtuosismos y engaños. ¡Ah! Y omisiones en las preguntas y en las respuestas de las que a veces resulta cómplice el lector. Y silencios, también silencios, pues distingue más a un hombre, a fin de cuentas, lo que oculta que lo que cuenta, y quizá lo que no dice sea lo más interesante.

"Ambos acechan al adversario calculando la respuesta, tratando de prevenir su réplica y meditando el nuevo ataque que le podrán  contraponer. Es una variedad de boxeo mental una competición de inteligencias"

Ambos son propensos a la duda, al escepticismo y al pasotismo. Pero no se mueven en terrenos tan opuestos. Confiesa Houellebecq en un correo que tiene la impresión de estar perforando un túnel sumido en la oscuridad y oyendo al adversario perforar en el otro lado, a unos pocos metros, esperando ambos el azar de un golpe de pico en una colada de silex, un deslumbramiento brusco. Era una polémica a propósito del retorno a la religión. Para Houellebecq, una religión atea centrada en un movimiento espiritual en pleno desarrollo compuesto de fundamentalismo ecologista mezclado en unos con un altermundismo izquierdista y en otros con una cursilería New Age, un ateismo religioso y político compatible sin embargo con la ley moral, la ética y el derecho, a lo que Bernard-Henri Levy contrapone, o mejor yuxtapone, su posición desjudeizada y laica, al tiempo que avisa de un mayor grito de alarma en el cristianismo que no deja alternativa, que en el judaísmo, que en el fondo no es una religión, como la sinagoga no es una casa de oración sino de reunión, ni la Torá es un ritual sino una constitución y en su seno se acoge con preferencia a un ateo recto y consecuente que a un necio que crea sólo en la existencia del Único. El judaísmo para Bernard-Henri Levy es una aventura ética, una experiencia de vida, de lengua, de pensamiento y de arte, más cerca de lo que parece de la religión atea como remanso de kantismo, razón universal, moral y ética racional que propone Houellebecq.
Política, filosofía, cultura, vida, intelectualidad, terrorismo, derechos humanos, democracia, literatura..... Pocas cosas de interés escapan al análisis de estos dos pensadores. Y de nada serviría enumerar sus puntos de encuentro o sus desacuerdos. Su debate es el exponente de la preocupación filosófica de Francia y tal vez de toda  Europa, y una vez expurgadas las posiciones y frases para la galería a las que ambos son tan propensos la polémica alcanza el gálibo que corresponde a su acreditada intelectualidad. Interesa.
No me resisto sin embargo a mencionar algún avance de los hallazgos de esta contienda. Solo por tachar de odiosa y casi insoportable esa frase anodina pero que contiene todos los crímenes de que el fin justifique los medios, o por el  desmontaje de esa otra  frase detestable, atribuida a Goethe de preferir la injusticia al desorden, que tantas veces se ha utilizado para encubrir infamias, y que en nada se corresponde con el sentido con que fue pronunciada que fue justamente el contrario, merecería la pena el debate, pues –ambos coinciden- no hay orden que se sostenga cuando se alimenta de una injusticia. O por constatar por escrito la decadencia de valores otrora sacrosantos,  como el patriotismo,  desvanecido entre los franceses a partir de la Gran Guerra, en 1917, cuando estallaron las primeras insurrecciones contra los excesos que los gobiernos pedían a los ciudadanos, (aunque paradójicamente encubre en esa desidia la derrota del 39) o el nacionalismo, que cuando desarrolla un orgullo nacional exagerado es siempre un signo de que no tiene mucho de que enorgullecerse.

"Su debate es el exponente de la preocupación filosófica de Francia y tal vez de toda  Europa, y una vez expurgadas las posiciones y frases para la galería a las que ambos son tan propensos la polémica alcanza el gálibo que corresponde a su acreditada intelectualidad. Interesa"

También tienen enemigos comunes, la prensa y la crítica literaria por ejemplo, esa jauría que escribe con la mayor impunidad lo que se les pasa por la cabeza,  sean ultraizquierdistas o de la rancia derecha, frente a los que, coinciden, es más prudente callarse, aunque con el consuelo de la vaga vergüenza que se siente siempre al justificarse ante personas a las que se desprecia.
No se mueven, pues, en terrenos tan distantes. A fin de cuentas no está tan lejos un anarquista de derechas de un socialista-caviar. Ambos hicieron un camino de retorno donde sus rutas se han cruzado inevitablemente, y ambos desarrollan un nihilismo crítico con origen en Nietsche y Schopenhauer, ambos están vacunados con un análisis catalizador del 68, y ambos están más cerca de las posiciones rebeldes de Camus que de los anclajes doctrinarios de otras luminarias del firmamento francés del siglo pasado.
No tendría objeto apostar por el vencedor de este combate. No existe ni es posible que exista. Ni en filosofía ni en política hay dársenas para el pensamiento ni en el curso de los debates se llega a demasiados puertos seguros. Menos aún si se trata de dos combatientes con elevado componente de showmen que al debatir, aun con la profundidad intelectual de que hacen gala, miran demasiado –es su oficio- a la galería.
También son comunes los enemigos de ambos, la prensa y la crítica literaria, la jauría que escribe con la mayor impunidad lo que se les pasa por la cabeza sean ultraizquierdistas o de la rancia derecha, frente a los que es más prudente callarse, aunque con el consuelo de la vaga vergüenza que se siente siempre al justificarse ante personas a las que se desprecia.

"Ambos hicieron un camino de retorno donde sus rutas se han cruzado inevitablemente, y ambos desarrollan un nihilismo crítico con origen en Nietzsche y Schopenhauer, ambos están vacunados con un análisis catalizador del 68,  y ambos están más cerca de las posiciones rebeldes de Camus que de los anclajes doctrinarios de otras luminarias del firmamento francés del siglo pasado"

Y en el debate no se llega a demasiados puertos seguros, no existen en filosofía, no hay dársenas para el pensamiento. Menos aún si se trata de dos “showman” que al debatir aun con la profundidad intelectual de que hacen gala, miran demasiado –es su oficio- a la galería.
A fin de cuentas no está tan lejos un anarquista de derechas de un socialista-caviar. Ambos han hecho un camino de retorno donde se han cruzado inevitablemente, y ambos parten de un nihilismo crítico, con origen en Nietzsche y Schopenhauer, ambos están vacunados con un análisis catalizador del 68 y ambos están más cerca de las posiciones rebeldes de Camus que de los anclajes doctrinarios de otras luminaria del firmamento francés del siglo pasado.

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