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ENSXXI Nº 30
MARZO - ABRIL 2010

FRANCISCO MOCHÓN MORCILLO
Catedrático de Análisis Económico en la UNED
fmochon@cee.uned.es

La economía mundial está en fase de salida de la peor crisis desde la Gran Depresión de 1929. Esto puede parecer algo lógico después de la rápida y contundente reacción de los gobiernos con importantes planes de salvamento bancario y cuantiosos gastos en diversos estímulos fiscales. Sin embargo el entorno está lleno de incertidumbres y de notables discrepancias entre los distintos países sobre la forma en que se puede producir la vuelta a la normalidad.

¿Estamos en la pista de despegue o no?
Las incertidumbres del entorno se manifiestan en que si bien algunos optimistas piensan que ya ha llegado el momento de la recuperación otros se muestran pesimistas y temen que puede haber una seria recaída. Los primeros creen que la gente empieza a pensar que ha llegado el momento de que las cosas cambien y se vuelva a gastar y a invertir. Se argumenta que tanto en las fases iniciales de toda recesión como en las de salida los componentes psicológicos juegan un papel muy importante y ahora está volviendo a empezar la ola de optimismo. Después de todo ya hace casi dos años que empezó la recesión y las recesiones no suelen durar más de dos años. 

"El entorno está lleno de incertidumbres y de  notables discrepancias entre los distintos países sobre la forma en que se puede producir la vuelta a la normalidad"

El problema es que la gente no sabe mucho sobre las regularidades de los ciclos económicos y además en ocasiones tales regularidades no se dan. De hecho en la crisis de 1929 una vez iniciada la recesión la economía mundial inició una senda de empeoramiento progresivo que acabó en la Gran Depresión. Por ello en estos días la duda es si los mecanismos de recuperación del ciclo económico funcionarán mejor que en la década de los treinta y la recesión acabe siendo eso, una recesión y no se convierta en una depresión. En este sentido lograr que se recupere la confianza es un factor clave, pues como dice el profesor Robert Schiller, en última instancia la recuperación está en nuestra cabeza (1).
Los pesimistas, sin embargo ven como posible que la economía mundial, en unos dos años entre en un nuevo colapso. Como base para este "peor escenario posible" (2) se señala que los planes de rescate y la enorme cantidad de dinero inyectada en el sistema lo que han hecho ha sido, por un lado, transferir deudas privadas sobre las espaldas de los sectores públicos y, por otro, se ha combatido una crisis de endeudamiento con mucho más endeudamiento. Esta enorme factura habrá que pagarla y esto puede ser una fuente de problemas futuros.

Cada país es un caso distinto
La situación actual no sólo se caracteriza por la incertidumbre, también por notables  disparidades entre los distintos países. Los países emergentes más dinámicos, como China, India y Brasil, están haciendo una salida de la crisis en "V", y ya presentan tasas de crecimiento muy notables. Las perspectivas son mucho más lúgubres para la UE y para Estados Unidos. Para el caso de la Unión Europea se espera una recuperación lenta, en forma de "L", con marcadas diferencias entre unos países y otros. Las señales de la economía estadounidense son muy contradictorias. Los mercados de activos con riesgo apuntan a una recuperación rápida (de ahí la fuerte subida de la bolsa) pero los mercados de bonos sugieren que tendrá lugar una salida lenta en forma de "U". Son notables las dudas sobre la solidez de la recuperación y algunos temen que se caiga de nuevo en recesión, en cuyo caso la salida tendría forma de "W". Así pues, los mercados no descartan un posible traspiés en una primera fase de la recuperación asociado a posibles problemas en el sector financiero y a los inconvenientes derivados de los cuantiosos déficits públicos generados (3).

¿Es que no ha sido suficiente lo realizado por los gobiernos?
Para evitar el gran colapso los gobiernos han llevado a cabo la mayor expansión monetaria global de la historia y han reducido los tipos de interés a niveles cercanos a cero. Además las autoridades monetarias han inyectado liquidez a mansalva y han abaratado la financiación mediante compras selectivas de activos financieros a  sectores deprimidos como el inmobiliario. Por lo que respecta a la política fiscal ha ocurrido otro tanto. Los gobiernos se han mostrado más activos que nunca, con una pluralidad de iniciativas y han facilitado una gran cantidad de recursos. Se ha reforzado el funcionamiento de los estabilizadores automáticos mediante diversos mecanismos de sostenimiento de la demanda y con una gran diversidad de medidas de carácter asistencial. El problema es que después de todo lo que han hecho los gobiernos por combatir la crisis los logros son muy parcos.

"Los optimistas creen que la gente empieza a pensar que  ha llegado el momento de que las cosas cambien y se vuelva a gastar y a invertir"

Dada esta situación es lógico que las autoridades se enfrenten a serios dilemas. Son conscientes de que se les agota la munición, pero observan que lamentablemente en términos de desempleo, de endeudamiento del sistema y desequilibrios globales la economía se encuentra casi como al principio (4).

La economía real ha mejorado muy poco desde el inicio de la crisis.
Con la política monetaria seguida es cierto que se ha abortado el riesgo sistémico del sistema bancario, lo que es un gran logro, pero no se han podido desatascar los canales del crédito. Las entidades financieras prestan con cuentagotas a los particulares y a las empresas. Además con su cicatería están agravando tanto el problema del desempleo como la morosidad. Respecto a los cuantiosos estímulos fiscales, que han generado un endeudamiento público sin precedentes, su mayor logro es que por ahora se ha evitado la depresión. Pero sus resultados han sido estériles, tanto en términos de mejora sostenida del consumo y de la inversión, como de generación de empleo.

"Los países emergentes más dinámicos, como China, India y Brasil, están haciendo una salida de la crisis en 'V', y ya presentan tasas de crecimiento muy notables"

En términos de endeudamiento del sistema los resultados tampoco han sido significativos. El sector público ha ocupado el lugar que antes le correspondía al sector privado. Y por lo que respecta a los desequilibrios internacionales baste decir que la naturaleza de los mismos (el superávit chino y el déficit estadounidense) no se ha modificado. La mejora ha sido meramente circunstancial, motivada por el desplome del comercio internacional. Esta caída se ha debido a que el comercio moderno está dominado por las ventas de bienes manufacturados duraderos, y ante una severa crisis financiera y la consiguiente incertidumbre, tanto los consumidores como las empresas han pospuesto la compra de todo lo que no fuera urgentemente necesario (5). Esto explica la mejora del déficit estadounidense. Pero al momento que se salga de la crisis se empezará a observar un aumento del superávit comercial chino y del déficit comercial de EE.UU., de hecho esto ya está ocurriendo. Téngase en cuenta además que a pesar de que el dólar ha caído drásticamente frente a otras divisas, China ha mantenido fijo el tipo de cambio yuan-dólar, lo que de hecho equivale a devaluar la moneda china frente a otras divisas (entre ellas el euro). Esto le ha dado una ventaja competitiva adicional a los productos chinos.    

En estas circunstancias ¿qué se puede hacer?
Tomando como referente el caso estadounidense, en términos de política monetaria poco más se puede hacer. Lo que cabe es mantener las facilidades monetarias (mientras se mantenga el peligro de depresión) e incentivar a las entidades financieras para que restauren el flujo de crédito hacia las familias y empresas. En este sentido una posibilidad es que parte de las inyecciones institucionales se tengan que destinar al aumento del crédito al sector privado, estableciendo en su caso un mecanismo de riesgo privado con aval parcial público, para que el dinero fluya donde se necesita.

"Las entidades financieras prestan con cuentagotas a los particulares y a las empresas. Además con su cicatería están agravando tanto el problema del desempleo como la morosidad"

En cualquier caso a nadie escapa el efecto de contracción del crédito que tendrán algunas de las medias que las autoridades monetarias tomarán para corregir los desmanes cometidos por el sistema financiero y evitar que en el futuro vuelva a repetirse una crisis como la vivida. En este sentido basta pensar en las normas que se establecerán para que el apalancamiento se mantenga dentro de unos parámetros prudentes y que se valore el riesgo de forma adecuada. De hecho ya es una realidad que la securitización será mas cara después de las nuevas reglas sobre la valoración del riesgo de crédito de la Financial Accounting Standard Board que empezarán en 2010.
Por lo que a la política fiscal se refiere, ante el riesgo de caer en deflación, se ha optado por mantener los estímulos. El gobierno busca prioritariamente estimular la demanda y propiciar la generación de empleo. En este sentido hay un cierto consenso sobre las características que deben reunir este tipo de acciones: limitación temporal, orientación productiva y no asistencial, y ajuste paralelo de la capacidad instalada de modo que haya un efecto en precios y se evite la deflación. La finalidad de estas medidas es tratar de mantener el pulso de la actividad económica esperando que el sector privado tome el relevo.

¿Cuál es la situación de la economía española?
De acuerdo con las últimas estadísticas disponibles (referidas al tercer trimestre de 2009) la caída de la actividad económica puede que haya tocado fondo. De hecho los últimos datos son relativamente menos malos de lo que se esperaba. Pero esto no debe inducirnos a engaño porque incorporan factores y estímulos transitorios (en buena parte derivados de las ayudas a nivel nacional e internacional a la compra de automóviles) que no cabe extrapolar a los siguientes trimestres. La dura realidad es que la situación de la economía real es muy delicada.
Hasta ahora muchas pequeñas y medianas empresas han soportado la crisis con enormes dificultades, pero en el proceso han agotado todos los márgenes de maniobra y resistencia. Si han de continuar con el grifo del crédito cerrado y con la demanda interna deprimida, aunque se recuperen algo las exportaciones, tendrán serias dificultades y probablemente se verán forzados a ajustar sus plantillas o dejar la actividad. Por estas razones si no se actúa con rapidez y eficacia no se puede descartar una recaída.

¿Cuáles deberían ser las prioridades?
Para facilitar la salida de la crisis, en mi opinión, habría que prestar una atención prioritaria a dos temas: al sistema financiero y al desempleo (6). Aunque la dinámica de las cuentas públicas es sumamente preocupante, si se lograse implementar un plan eficaz y creíble de reestructuración del sistema financiero (para que el crédito vuelva a fluir) y de reforma del mercado de trabajo el escenario macroeconómico cambiaría y las finanzas públicas mejorarían.  

-Reestructuración del sistema financiero
Es un hecho que el crédito no llega a las familias y a las empresas por lo que se debe acelerar la reconversión del sector para que este se pueda centrar en lo que debiera ser su función natural, la crediticia. La restricción crediticia se debe tanto a la situación del sistema financiero a nivel global como a factores particulares españolas.
A nivel del sistema financiero global es de destacar la existencia de primas de riesgo elevadas en los mercados interbancarios y el hecho de que para obtener financiación en los mercados de mayoristas se requiere de aval del Tesoro. Ante este clima de aversión al riesgo las entidades financieras optan por invertir en activos líquidos y disponibles (deuda pública) en lugar de aumentar la concesión de créditos. 
Las circunstancias particulares de las entidades financieras españoles que explican las dificultades para expandir el crédito se pueden concretar en los puntos siguientes:
- Una posición especialmente deudora en los mercados mayoristas lo que supone una mayor presión del factor sistémico o general.

"Para facilitar la salida de la crisis habría que prestar una atención prioritaria a dos temas: al sistema financiero y al desempleo"

- Dado el importante peso del crédito a actividades inmobiliarias (20%) y que el estancamiento del sector no se reducirá a corto plazo, las tasas de amortización son prácticamente nulas. La no amortización impide que la liquidez que debiera generar la mera amortización, se pueda canalizar a otros sectores productivos. De hecho ante el aumento de la morosidad del sector las entidades financieras han optado por renegociar los créditos, aplazando los pagos y adjudicándose los inmuebles, a la espera de que el mercado se recupere. Esta recuperación se vería propiciada si bajasen los precios y se reactivase el crédito los particulares y a las empresas. Lo que está ocurriendo, sin embargo, es que los precios no bajan lo suficiente en buena parte porque eso representaría enormes pérdidas para las entidades financieras, por quiebras de promotores y por pérdidas de valor de los activos inmobiliarios. Ese peligro se está afrontando diluyendo su efecto en varios ejercicios. Pero el serio inconveniente es que el crédito no fluye, en buena medida por la importante cantidad de recursos canalizados a operaciones de refinanciación como las comentadas.
-El deterioro de los activos inmobiliarios y la necesidad de  de reforzar los ratios de capital ante la nueva regulación, hace necesaria una rápida e intensa reconfiguración del sistema financiero, para que haga frente a un entorno de escasa actividad y con un músculo financiero mayor.
Dadas estas condiciones la aceleración del proceso de recapitalización de las entidades financieras es necesaria para que el flujo crediticio se normalice. Habría que aprovechar las circunstancias actuales para llevar a cabo una racionalización del sector financiero en general y de las cajas de ahorro en particular. Respecto a estas se está produciendo una situación difícil de aceptar: las entidades son las que parecen tomar la iniciativa y algunos políticos se dedican a poner objeciones a la necesaria consolidación de entidades, no precisamente buscando la eficiencia. Seria una triste oportunidad perdida si en el proceso de consolidación de las cajas lo que acaba primando es la politización y los localismos. Ya se sabe que con estos mimbres el resultado más probable sean las conocidas como fusiones virtuales. En ellas bajo el paraguas de un SIP (Sistema Institucional de Protección) se logra mantener la sede, los consejos de administración y la marca. Lógicamente los ahorros de costes y el potencial de la caja resultante son  menores. Además, esta estrategia lo único que permitiría sería cerrar algunas oficinas y reducir algo el personal, lo que resulta claramente insuficiente dada la situación de bastantes entidades.

-Mercado de trabajo
Para estimular la creación de empleo y propiciar el cambio de modelo productivo es imprescindible reformar el mercado de trabajo y no basta con tratar de copiar alguno de los hábitos del modelo alemán (modelo pensado para que una de las economías más competitivas del mundo pueda hacer frente a caídas temporales de la demanda, lo que obviamente no es el caso español). Las posibles líneas de acción inmediata podrían concretarse en los puntos siguientes (7) y (8):
1. Abolir la dualidad. Por razones de equidad, de productividad y de simplificación administrativa, habría que ir hacia un único tipo de contrato laboral (salvo el contrato de interinidad para sustituciones por baja temporal). Este debería ser indefinido y con unas indemnizaciones por despido crecientes por cada año de servicio.
2. Modernizar la negociación colectiva, para que se adapte mejor a las condiciones de trabajo en las empresas y estimule la productividad.
3. Incrementar la eficacia de las políticas activas de empleo centrándolas en los trabajadores de menor cualificación, que son los que sufren períodos más prolongados de desempleo y así evitar el paro de larga duración. La provisión de actividades de formación o de inserción debería ajustarse a la situación particular de cada trabajador, de forma que generen incentivos para que salgan del paro. Asimismo se debería ampliar la oferta de las actividades de formación permitiendo que las empresas privadas de intermediación laboral puedan colaborar con las públicas
4. Reducir las cotizaciones a cargo de las empresas o autónomos, financiándolas con un aumento del IVA.
A más largo plazo habría que revisar la protección por desempleo. Cuando la situación económica mejore, habría que aumentar el nivel de prestación por desempleo durante los primeros seis meses a cambio de reducir su duración posterior, para no desincentivar la búsqueda de empleo.

Bibliografía.

(1) Robert J. Schiller. "What if a Recovery Is All in Your Head"  The New York Times. 21 de noviembre. 2009.
(2) Societe Generale. "Worst-case debt scenario. Protecting your self against economic collapse". IV. 2009.
(3) John Mauldin. "Where the Wild Things Are".
wave@frontlinethoughts.com. 21 de noviembre. 2009
(4) Nouriel Roubini. "Global Monetary Policy Outlook"
www.rgemonitor.com/roubini-monitor/257967/global_monetary_policy_outlook. 16 de noviembre. 2009-11-25
(5) Paul Krugman. "Mundo desequilibrado". El País. 22 de noviembre 2009.
(6) Guillermo de la Dehesa. La primera gran crisis financiera del siglo XXI. Orígenes, detonantes, efectos, respuestas y remedios. Alianza editorial 2009.
(7) Reactivación laboral en España.
www.crisis09.es.
(8) BBVA "Tres reformas estructurales para el mercado laboral español"  Situación España. Marzo 2009.

Abstract

The world economy is in the recovering stage from the worst financial crisis since the Great Depression of 1929. However, the present economic environment features a great amount of uncertainties and nations have remarkable discrepancies upon how to get the economy back on track.
These uncertainties materialize in the disagreement between optimistic theories, stating that recovery has already started to take shape, and pessimistic perspectives, fearing a further economic downturn.
The current scenario is not only characterized by uncertainty but as well by palpable disparities between countries.
According to the latest statistics on the Spanish economy the downturn may have already hit bottom. As a matter of fact, the latest figures are not as bad as expected. However, we should not be misled by these figures because they feature transitory factors and stimulus (stemming, to a great extent, from national and international incentives for automobile purchasing) which cannot be extrapolated to the following quarters. The harsh reality is that the financial situation is very delicate.
According to the author, in order to foster financial recovery, priority attention should be paid to two different issues: The financial system and unemployment.

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