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ENSXXI Nº 36
MARZO - ABRIL 2011

Como a menudo se ha afirmado con toda razón, es difícil comprender la reciente historia de España y, por eso mismo, la España actual, sin haber leído a ese gran escritor, profesor y notario llamado Joaquín Costa, fallecido hace exactamente un siglo en la villa de Graus. Para nuestra desgracia, pocos ensayos han resistido mejor el paso del tiempo que el originado por esa memoria encargada en 1900 por el Ateneo de Madrid a nuestro autor, que vería la luz con el expresivo nombre de "Oligarquía y Caciquismo como la forma actual de gobierno en España; urgencia y modo de cambiarla".

"La libertad se había hecho papel, sí, pero no se había hecho carne"

Una idea atraviesa la obra de Costa de principio a fin: la idea de que en España la libertad se había hecho papel, sí, pero no se había hecho carne; de que no bastaba crear un estado legal si no se aseguraba su cumplimiento. No se cansaba de denunciar ese estado de conciencia propio de lo que denominaba "el periódico mítico y edénico del progresismo" -del que, por cierto, parece que todavía no hemos salido completamente-, y que se concretaba en esa "fe ciega en la virtud del papel impreso, en la eficacia de la Gaceta".
Lo más triste de todo es que, en muchas ocasiones, los propios instrumentos de la libertad eran capturados por las oligarquías de "notables", incluidas las locales, adulterándolos y haciéndoles perder así su verdadera función. Criticó duramente a los partidos políticos de su época, acusándoles de ser meras facciones "sin más fin que la conquista del mando y en las cuales la reforma política y social no entra, de hecho, aunque otra cosa aparente, más que como un accidente, o como un adorno, como insignia para distinguirse o como pretexto para justificar la pluralidad". El sistema oligárquico genera un proceso de "selección invertida" en los partidos y en el resto de las instituciones (desde las universidades a las corporaciones locales y profesionales) "violación torpe de la ley natural", que da lugar "a un gobierno y dirección de los mejores por los peores".

"Un país sólo puede entrar en la senda de la regeneración de sus instituciones cuando los ciudadanos asumen su necesidad y se movilizan en consecuencia"

Para él la solución estaba en gran medida en la educación, "en la escuela". Sabía que un país sólo puede entrar en la senda de la regeneración de sus instituciones cuando los propios ciudadanos asumen verdaderamente su necesidad y se movilizan en consecuencia. Al final, siempre es nuestra responsabilidad. Es por eso por lo que su obra presenta una actualidad imperecedera.

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