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ENSXXI Nº 5
ENERO - FEBRERO 2006

FERNANDO SÁNCHEZ-ARJONA BONILLA
Notario de León

La oposición entre notarios se configura reglamentariamente como un medio de promoción interna en la carrera notarial. El notario, cuando ingresa, normalmente es destinado a un pequeño pueblo (no olvidemos que el servicio público notarial sirve toda la geografía española, y cualquier ciudadano puede beneficiarse del sistema en lugares donde, por ejemplo, no llega la ADSL). Pues bien, esta oposición tradicionalmente ha servido para que los jóvenes notarios pudieran alcanzar, a más corto plazo, un despacho en una gran población.
Pero, quizá inconscientemente, la regulación reglamentaria ha logrado objetivos más importantes, en primer lugar para el propio notariado, y como consecuencia de ello, también para toda la sociedad. Y es que no cabe duda que dicha oposición ha sido el caldo de cultivo, la semilla que ha dado origen a un gran número de insignes juristas, lo que ha servido para destacar a la corporación notarial, y para que, en general, el mundo del derecho, la justicia en general, se haya enriquecido con las aportaciones que, desde los despachos en la vida diaria, y desde las bibliotecas con los trabajos científicos, han realizado dichos compañeros. Como consecuencia, la oposición entre notarios, de la que se viene hablando últimamente,  y no siempre con rigor, incluso a veces para dudar de su utilidad, es un tema de indudable relevancia para el notariado, y por tanto, para el servicio público que desempeña.

"Esta oposición ha servido para que los jóvenes notarios pudieran alcanzar, a más corto plazo, un despacho en una gran población"

Pero para comprender lo que digo, y para tratar de promover y sacar del olvido esta oposición, es preciso hacer una referencia al sistema de la misma, que es el contrario al de la oposición de ingreso. Primero se prepara el dictamen. Para eso, durante casi dos años, el opositor debe dedicar un par de horas diarias a la lectura y "ficha" de resoluciones, doctrinas, reflexiones jurídicas, artículos, monografías, análisis de novedades legislativas. Además, mensualmente, se reúne el grupo de opositores, y prepara y resuelve un dictamen con algún jurista consagrado que tenga a bien recibirlos. El segundo ejercicio consiste en redactar y estudiar alrededor de sesenta temas, para la exposición oral, en un plazo de siete meses. Como es lógico, no se pueden hacer magníficos trabajos, pero, a cambio, se practica algo que caracteriza nuestra profesión, y es el ir a lo esencial, pensar en el finalidad de la regulación jurídica, relacionar automáticamente unas materias con otras, ganar agilidad en la resolución de los problemas, y alcanzar un poso de conocimiento sobre el fundamento de las instituciones que no se olvida nunca. Todo ello únicamente se logra con el sistema de oposición, al exigir la memorización de los temas, empapándolos, personalizándolos, y descubriendo en ellos, en cada vuelta, aspectos ocultos, relaciones con otras materias, así como el fundamento último de la regulación jurídica. Y en este sentido, la oposición entre notarios tiene una importante ventaja respecto de la oposición libre, y es que, en la primera, el opositor ya se ha enfrentado a los problemas de la vida real mediante el ejercicio de la profesión, lo que le convierte en un jurista práctico. Queda todavía un tercer ejercicio: la redacción y justificación de una escritura pública a la vista de un caso práctico, que en esta oposición es decisivo porque permite descubrir, sin género de dudas, al Notario que, además de conocer la teoría del derecho, sabe aplicarla razonadamente.
Lo que pretendo, con esta referencia al sistema, es llamar la atención sobre la naturaleza y finalidad de esta oposición. Es el estudio intensivo del derecho privado desde la óptica del profesional, y además, el caldo de cultivo para una buena investigación científica. Otro argumento para la defensa (si es que la necesita) de la oposición entre notarios consiste en el estudio y análisis de la propia institución notarial. No cabe duda que esta oposición ayuda, y mucho, a que todos los que la hacen lleguen a conocer mejor nuestra función.
Por ejemplo, observando el programa de la última oposición, encontramos el tema de la delimitación entre la escritura pública y la póliza, y la teoría de la forma en el negocio jurídico, que ayuda a comprender la importancia de la forma, en su doble función: el efecto psicológico de la forma, y la función de certidumbre o seguridad jurídica de la forma. O el tema de la firma electrónica, el problema de su naturaleza, y lo que la diferencia del testimonio notarial de firma, así como, a su vez, la importante labor que puede desempeñar el notariado en este nuevo campo de la contratación electrónica, en cuanto ámbito necesitado de seguridad jurídica. O el tema del derecho comunitario, que trata el problema de la competencia en los servicios profesionales en la Unión Europea, que afecta de lleno a la función notarial, y en el que se reflexiona sobre la función pública y el notariado.
Esto se puede relacionar con la problemática que plantea el tema de mercantil sobre auditores y sociedades, al presentar la función auditora ciertas analogías con el notariado, en cuanto controladores de mercados, y cómo la experiencia sufrida en el campo de la auditoria (escándalos Enron o Worldcom) debe servirnos para entender que existen valores, como la administración de justicia y el control de legalidad, que están por encima de la libre competencia. Y por supuesto, para entender correctamente la delimitación de las funciones notarial y registral, son fundamentales los temas de derecho hipotecario, al estudiar el título formal y la copia parcial de la escritura pública, o el régimen del recurso gubernativo.
Por último, sólo queda manifestar mi total desacuerdo con aquellos que dicen que los opositores actuales son muy malos, y que el sistema de la oposición está obsoleto. Mis conclusiones, desde luego, son las contrarias: Los notarios que preparan "restringidas" son magníficos juristas. Todo el que hace esta oposición disfruta con el Derecho, ya que, en caso contrario, no la haría. Además, el sistema es durísimo pero, como todo lo que se hace con mucho esfuerzo y honestidad, produce excelentes resultados. Cualquier intento de sustituir este sistema, por ejemplo, por otro de promoción interna por puntos o por méritos (por colaboraciones, publicaciones, etc...), sería, utilizando un símil taurino, como enterrar a los toreros de campo, corneados, sacrificados, pero con clase, y encumbrar al hijo del amigo del empresario que quiere ser torero, con mucha vida social, pero con menos gracia que un belga por soleares, plagiando a Sabina.
Nuestros representantes corporativos deben promover esta oposición, defenderla, ponerla de ejemplo, dar publicidad de ella, y hablar de los opositores con orgullo. Nuestras autoridades políticas deben incentivarla (por ejemplo, mejorando los premios y adaptándolos a la situación actual) en beneficio del sistema de seguridad jurídica preventiva. Y nuestros compañeros deben... ¡LANZARSE AL RUEDO!

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