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REVISTA83

ENSXXI Nº 83
ENERO - FEBRERO 2019

Por: JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ
Presidente de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI


LOS LIBROS

En sus 21 Lecciones para el siglo XXI Harari nos avisa de los riesgos de la inacción frente a la carrera tecnológica incontrolable que se ha desatado

Propone como remedios el autocontrol para el individuo y para los países la creación de una comunidad global como pidió Zuckerberg en su Manifiesto de 2017

Estamos a finales del siglo XXI. La humanidad, desdeñando los augurios de los filósofos, no corrigió el rumbo de su irreflexiva carrera tecnológica hacia el abismo. El cambio climático ha desencadenando catástrofes ecológicas desertizando mesetas y anegando costas el agua de los glaciares. Por terrenos yermos circulan drones, robots y toda clase de artilugios supersofisticados autopropulsados y autónomos. Y unos homínidos longevos asisten estólidos a un espectáculo que han desatado pero no pueden controlar. La tremenda evolución de la inteligencia artificial (IA), la infotecnología disruptiva, la cibernética y la biotecnología, sin nosotros saberlo, habían ido acumulando datos masivos que permitieron a los que los capturaron manipularnos y crear productos absolutamente irresistibles para los humanos terminando los algoritmos por tomar el timón de la voluntad y decisiones de los humanos que, en su carrera suicida, en lugar de convertirse en homo-deus como pensaban se vieron reducidos a la más absoluta irrelevancia frente a los omnipotentes robots, y sin capacidad de resistencia a sus decisiones que, muy al contrario, acogían con estúpida satisfacción.


"Las máquinas, a cambio de servicios gratuitos, habían ido pirateando no solo tu smartphone, tu ordenador y tu cuenta bancaria, también tu propia persona, tu sistema operativo orgánico, y empezaron a decidir por ti sin que lo supieras"

Desde hace años, los datos, como ya advirtió en 2019 el magnate indio Mukesh Kakambani, dueño de Reliance, se han convertido en el nuevo combustible y los datos inteligentes en el nuevo petróleo. Su acerbo, los big-data, han conquistado la tierra y la lucha política se ha contraído a controlar el flujo de datos. El vencedor terminó implantando una dictadura artificial. Las máquinas, a cambio de servicios gratuitos, habían ido pirateando no solo tu smartphone, tu ordenador y tu cuenta bancaria, también tu propia persona, tu sistema operativo orgánico, y empezaron a decidir por ti sin que lo supieras, quedando a la postre instaurada silenciosamente en el universo una dictadura digital en la que los algoritmos de macrodatos acabaron con la libertad -deciden de forma irresistible por los humanos-, también con la igualdad -han abierto una brecha insalvable entre los que poseen los datos y los que no porque, como dice Manuel Muñiz, la transformación tecnológica tiene de hecho en su seno una fuerte pulsión oligopolística a favor de los que posean y analicen datos de forma sistemática- y al fin han asfixiado todos los demás valores fundamentales del sistema que ostentaba mayor jerarquía global en el planeta, la democracia socio-liberal. Los algoritmos deciden ya por nosotros incluso quiénes somos y lo que deberíamos saber sobre nosotros. El proceso se ha completado y dentro de él es ya imposible que los humanos, reducidos como ya se dijo a la pura inanidad, perciban la realidad por sí misma.

"Es un conjunto de estudios sobre los retos que plantea el mundo digital insistiendo en su obstinada advertencia a la humanidad de la indeseable deriva a la que una infotecnología y cibernética descontroladas pueden arrastrar a la sociedad en un futuro próximo"

Estas son las previsiones catastrofistas del historiador-filósofo más mediático de la actualidad, Yuval Noah Harari, profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, formado en el Jesus College de Oxford, cuyas obras anteriores Sapiens. De animales a dioses editada en 2014 y Homo Deus. Breve historia del mañana de 2015, han sido devoradas por millones de lectores convirtiéndose en el ensayo best-seller del siglo, más de 20 millones de ejemplares vendidos en cincuenta idiomas, y primer filósofo que ha conseguido un status similar al de las más rutilantes estrellas del rock.
El año pasado, 2018, ha publicado un nuevo libro. En España lo ha editado en Agosto pasado la Ed. Debate. Lo titula 21 lecciones para el siglo XXI, y sus ventas se han disparado aunque no al ritmo inalcanzable de Sapiens, no faltando sin embargo quien ha visto en esta última obra un intento editorial, bien desmentido por las cifras, de aprovechar el rebufo de su primer libro, lo que sí en cambio podría decirse de la publicación hace tres meses de una obra anterior del mismo autor sobre las Operaciones especiales de la Edad de la Caballería en los siglos XI al XVI, traiciones, asesinatos, guerra sucia, rescates novelescos, etc., en la que nada hacía presagiar la deriva de las reflexiones que le han llevado al éxito actual de esta obra.

"El conjunto de las predicciones que agora seducen y alertan para que el lector pueda plantearse nuevas dimensiones en valores, hoy acríticamente aceptados como axiomas sea el nacionalismo, la religión, el terrorismo, o el fanatismo monoteístico cualesquiera otros dogmas intocables, en todos ellos abre Harari grietas bruscas para que el lector compruebe el posible relativismo que quizá los socava y carcome"

21 lecciones para el siglo XXI es un conjunto de estudios sobre los retos que plantea el mundo digital, en los que se repiten ideas de su obra anterior y se añaden otras, todas marcadas por un tinte más apocalíptico o catastrofista aún que en las anteriores, insistiendo en su obstinada advertencia a la humanidad de la indeseable deriva a la que una infotecnología y cibernética descontroladas pueden arrastrar a la sociedad en un futuro próximo.
Su texto claro, bastante lógico y muy divulgativo, es un halo de luz para vislumbrar problemas y un acicate para la reflexión. No es una obra compacta o programada, son ensayos, un conjunto de lecciones, la ilación es a veces artificial, el plan de la obra no responde a imperativos predeterminados, pero el conjunto de las predicciones que agora seducen y alertan para que, desde la tarima en que Harari se presenta instalado, el liberalismo democrático, la moral laica y el prestigio de la religión budista que exhala de su obra, pueda el lector plantearse nuevas dimensiones en valores hoy acríticamente aceptados como axiomas, sea el nacionalismo, la religión, el terrorismo, o el fanatismo monoteístico -incluso el de la propia religión judía en que él se formó- o cualesquiera otros dogmas intocables, ya que en todos ellos abre Harari grietas bruscas para que el lector compruebe el posible relativismo que quizá los socava y carcome.

"Hay libre albedrío para hacer o no lo que deseamos, dice Harari, pero no para escoger qué desear, ejemplificando esta tesis en el instinto sexual y fundamentándolo en que nuestros deseos son el producto de procesos bioquímicos"

Que no responda a una organización preconcebida no resta valor a la calidad de esta obra. Que algunas reflexiones se repitan y no tengan coherencia excesiva con otras tampoco la desautoriza. Constituye una predicción catastrófica, es cierto. Como casi todas las que se han hecho hasta ahora. Recordemos los arúspices greco-romanos o los profetas hebreos que por ciencia astral, presunta revelación o conjetura de autoridad predecían un futuro en general fatídico (el hado inexorable). O, más cercano, el caso de ese singular personaje, judío, hijo de notario por cierto, Michel de Nostradame, conocido por Nostradamus, que en 1555 publicó las famosas Profecías en unos versos misteriosos, que como el Talmud, la Biblia, el Corán u otros textos budistas, aún se siguen intentando descifrar por algunos buscando en su misterio u oscura ambigüedad justificaciones o predicciones a posteriori de hechos pasados. Nunca se cumplieron salvo alguna vez y por azar. La de Harari está por ver.
Tampoco su precursor más directo, el mundo feliz profetizado en 1931 (Brave New World) por Huxley que anticipaba que con el desarrollo de la tecnología reproductiva, los cultivos humanos, la manipulación de genes, se conseguiría la suma felicidad del consumismo y la comodidad etc., y que él mismo desacreditaba porque el precio que había que pagar, -sacrificar los valores humanos esenciales y todo lo que es noble y heroico en la vida-, era demasiado alto. Ni las de Orwell en 1984 o la más reciente Fahrenheit 451 de Bradbury. Cierto es que todas estas no responden a dotes adivinatorias o elementos sobrenaturales sino a predicciones basadas en procesos razonados en base a datos, observaciones y cadenas deductivas, en general muy unilaterales y sesgadas tras una tesis aunque a veces sea genial y pasmosa. Es curioso que en lo único en que todas estas predicciones coinciden es en que el futuro sería una dictadura totalitaria con apariencia democrática sea con una programación neuronal hacia el amor y el placer (Huxley) de modo que nadie tenga razón para rebelarse, sea mediante un Estado que controle hasta el más mínimo detalle bajo la vigilancia permanente del Gran Hermano (Orwell), sea quemando todos los libros para anular el conocimiento que produce infelicidad (Bradbury), sea por un control absoluto de los humanos a través de las máquinas que manejan de forma irresistible los algoritmos (Harari).

"La teoría budista, útil en el caso del ejemplo que la origina, no puede servir de base de una inducción generalizada. Y desde luego parece una simplificación demasiado elemental del poder de la voluntad como fuerza irracional"

Especial y recurrente fijación tiene el libro con el libre albedrío, el nacionalismo o la religión. Obsesiva parece su insistencia en separar libertad y libre albedrío, reduciendo éste a un mito heredado de la teología cristiana y su fijación con la culpa. Hay libre albedrío para hacer o no lo que deseamos, dice Harari, pero no para escoger qué desear, ejemplificando esta tesis en el instinto sexual y fundamentándolo en que nuestros deseos son el producto de procesos bioquímicos influidos por factores culturales que también se hallan fuera de nuestro control, como tampoco está a nuestra merced nuestra presión sanguínea, nuestro cerebro, ni siquiera nuestras reacciones a los deseos, terminando su relato sin embargo con el consejo de que es preciso observar el flujo real de cuerpo y mente, y remansarnos en la meditación sobre el propio yo, asumiendo que conforme enseña Buda nada hay cuya esencia sea perdurable y nada es completamente satisfactorio, única forma de evitar el sufrimiento y única posible aspiración del hombre. Pero esta teoría budista, útil en el caso del ejemplo que la origina, no puede servir de base de una inducción generalizada. Y desde luego parece una simplificación demasiado elemental del poder de la voluntad como fuerza irracional que obra sin motivo en cuanto motor ciego de la historia como desarrollaron Schopenhauer y Nietzsche en base a reflexiones previas del idealismo alemán y de la filosofía hindú a la que también se acercó el primero.

"De mayor interés son sus reflexiones sobre el nacionalismo. En realidad siempre una posverdad, común a todos los grupos, todas las religiones y todas las razas, siempre un mito o relato falseado en el que, como una burbuja mitológica, se refugian y agrupados se refuerzan sus fanáticos"

De mayor interés son sus reflexiones sobre el nacionalismo. Harari considera imposible que una persona sensata pueda creer que la verdad última sea el relato del nacionalismo, relato que pasa por alto la totalidad del tiempo, todo el espacio, el big-bang, la física cuántica y la evolución de la vida, una miopía que solo ve una parte minúscula de la verdad, en realidad siempre una posverdad, común a todos los grupos, todas las religiones y todas las razas, siempre un mito o relato falseado en el que, como una burbuja mitológica, se refugian y agrupados se refuerzan sus fanáticos, sin atreverse a disentir del relato común. Con la particularidad de que cuanto más falso es, más ventaja intrínseca adquiere frente a la verdad cuando se trata de unir a la gente, denunciando que las religiones tradicionales son parte del problema de la humanidad, no del remedio, puesto que en general cimentan identidades nacionales y a veces se usan sobre todo como sirvientas del nacionalismo moderado, lo que también predica de la religión judía en que él se formó.

"El libre albedrío nació pero con su contrapunto de la ascesis, el esfuerzo, la resistencia a los algoritmos, estamos obligados a suponer que las mentes que fueron capaces de desatar el proceso imperial de los algoritmos omnipotentes podrán en su caso embridar, articular frenos o imaginar antídotos"

Como antes se apuntaba, no se puede despreciar el poder de la voluntad humana. El libre albedrío nació pero con su contrapunto de la ascesis, el esfuerzo, la resistencia a los algoritmos, inductores en general de la ataraxia y vicarios de la predisposición humana a lo más fácil como sugería no ha poco en El País Isabel Coixet. Además estamos obligados a suponer que las mentes que fueron capaces de desatar el proceso imperial de los algoritmos omnipotentes podrán en su caso embridar, articular frenos o imaginar antídotos.
Aun así no conviene desdeñar las lecciones de Harari. Hay que tenerlas en cuenta y obrar en consecuencia. Quizá, en su afán de hacer más sonoro el aldabonazo mundial que ha dado, incrementa su melancólico pesimismo.
Porque termina haciendo propuestas para que su predicción fracase. Para el humano, individualmente, que ha de refugiarse en la meditación vispassana, la introspección en el lenguaje pali, similar a los viejos ejercicios espirituales del cristianismo, hasta conseguir autocontrol. Y para las colectividades, que a los retos de la infotecnología y la biotecnología respondan con una cooperación global -la Unión Europea es un buen ejemplo- porque ningún Estado será capaz de afrontar estos desafíos por sí solo, hay que reducir nacionalismo, religión y cultura que hoy dividen a la sociedad en campos hostiles y dificultan la cooperación global. El objetivo debe ser la creación de esa comunidad global, por el momento utopía, cuya necesidad puso de manifiesto Mark Zuckerberg en su Manifiesto de Febrero de 2017.

Retos tecnológicos del Derecho Privado Europeo

A los retos que está ya planteando al mundo del Derecho esta inquietante transformación digital que como entonces decíamos va a suponer una inflexión en el curso de la historia, nos referíamos en el número anterior de esta revista cuando comentábamos el recién publicado Derecho de los robots. Y a afrontarlos, en lo concerniente al Derecho Privado Europeo, ha contraído el documentado Discurso leído el 10 de Diciembre pasado en el acto de ingreso como Académica de Número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación la notaria de Madrid Ana Fernández-Tresguerres. Aportando como experta datos vivos y candentes sobre la identidad actual de este Derecho singular y supranacional, ya de aplicación inmediata y directa en lo cedido en tratados y convenios por los Estados. Describiendo la evolución creciente de este Derecho. Y, lo que es más actual, reflexionando sobre el impacto que la revolución digital, que ella prefiere llamar transformación digital, basada en el uso masivo de datos (big data) generados por algoritmos bioquímicos de millones de neuronas cada segundo y que la I.A. está en condiciones de capturar y manipular -en lo que coincide con Harari- puede producir en el ámbito del Derecho Privado Europeo en el que ella es especialista. Ese es el título del Discurso, El derecho Privado Europeo en la transformación digital. El tema es resbaladizo, complejo y da vértigo como ella misma confiesa, porque aún se mueve en gran parte en zonas de anomia y conjetura. La nueva flamante académica termina sus reflexiones aventurando nueva normativa anclada en último término en los principios del derecho comunes a todos los ordenamientos de los miembros, cincelados por el Tribunal de Justicia, y al final en la ética universal, último paradigma al que la disertante se remite como fundamento de la Justicia, en forma similar a como Harari lo hace al ideal laico o código ético universal herencia de todos los humanos.

El equilibrio lo da la guasa

También otro notario, en esta ocasión de Sevilla, Pablo Gutiérrez-Alviz y Conradi, ha ingresado el 28 de Noviembre pasado en una institución cultural, en esta ocasión la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, leyendo otro discurso, también magnífico, sobre el lenguaje jurídico sucesorio como fuente literaria que él titula Un baúl sin fondo. Gutiérrez-Alviz, que en su día colaboró en la Sección de Comunicación del Consejo General del Notariado, es un humanista, un profesional agudo y cultivado, afamado articulista del Diario de Sevilla, en el que ha publicado cientos de excelentes artículos de costumbres recopilados en varios tomos, Un patinete de lujo en 2003, Cariño, quítate la corbata en 2006 y La soldada rasa en 2017 de los que en esta sección se dio noticia en su día, alabando su agilidad, su gracejo y su ingenio, sobre los que flota -se dijo- siempre esa leve ironía que en Cádiz se llama guasa, y que se engloba en el difícil género literario del periodismo de observación y crítica, a través del cual se impulsa sin embargo una actitud edificante y positiva en el vivir y en el decir.

"Hay que alabar su agilidad, su gracejo y su ingenio, sobre los que flota -se dijo- siempre esa leve ironía que en Cádiz se llama guasa"

No otra cosa es el Discurso de ingreso que contiene un repaso guasón de determinados casos o supuestos risibles o esperpénticos de la legislación sucesoria sobre los que incide brillantemente la pluma caustica del autor para enseñarnos esa dimensión equilibrada del episodio que indulta al legislador.
Esta revista felicita a ambos colegiados y les trasmite una enhorabuena colectiva entre aplausos también generalizados.

Ironía e ingenio desbordantes

Miguel Angel Aguilar analiza desde la fila 00 el espectáculo político de las ultimas décadas

Si quieres rememorar en vivo los últimos años del franquismo, con episodios tan singulares como la voladura del Diario Madrid, la Marcha Verde o los fusilamientos de Hoyo de Manzanares. Si quieres repasar los esplendores de la transición, con su grandeza y sus paréntesis de conatos de golpismo hasta el asalto el 23-F. Si quieres revivir el ambiente irrepetido de concordia e ilusión de aquellos años y la deriva progresiva y precipitada de los últimos 40 años de democracia, con sus avatares y correrías. Si quieres que todo esto te sea contado por quien lo ha vivido algunas veces como protagonista y en los demás casos como testigo directo desde una silla de pista, pues de esa guisa es el visor de quien mira la realidad que analiza como si asistiera a un espectáculo circense. Si quieres que esto se te narre con concisión y gracejo urbano, ese gracejo que agrada más cuanto más al descuido se vierte como exigía Hartzenbusch a los cronistas de su época, y en este caso además tintado de fina ironía en estilo fluido y elegante, como acostumbra, querido lector, estás obligado a leer los diarios que acaba de publicar (Ed. Planeta, Octubre 2018) con el título En Silla de Pista, Miguel Angel Aguilar, colaborador asiduo de esta revista, maestro de periodistas, de admirable trayectoria por su valiosa e indomable independencia que le ha permitido colaborar en casi toda la prensa nacional, redactor básico del Diario Madrid, corresponsal en Bruselas del Diario 16 y de “La libre Belgique” en Madrid, Director de Diario 16 y El Sol, corresponsal político de El País, Director de la Agencia Efe, editor de Ahora, columnista de La Vanguardia y El Siglo, participante y colaborador en radio y TV, y un etcétera interminable.

"La obra está llena de ingenio, ocurrencias y detalles inéditos de los episodios que han marcado nuestra historia y que han decidido el rumbo del país"

La obra está llena de ingenio, ocurrencias y detalles inéditos de los episodios que han marcado nuestra historia y que han decidido el rumbo del país, como el entierro de los abogados de Atocha, la asonada del 23-F. o la racionalización de la jerarquía sobre las Fuerzas Armadas. También recoge con hilaridad momentos de crítica socarrona como el fracaso de la ley seca impuesta un día en la redacción de El País, los avatares del Club Blanco-White, los vericuetos para la creación de la APE (Asociación de Periodistas Europeos), o las chacotas de la Tertulia del Alabardero y sus profundas cavilaciones para la concesión del premio El Tonto Contemporáneo, de cuyo Jurado formó parte el autor y cuyos entresijos y actas de las diatribas y evaluación de meritos para la concesión de los primeros premios a personajes de la época narra con detalle.

"Es una obra deliciosa, también incisiva y cáustica. Y además de fácil lectura y amena como aconsejaban los clásicos. Harto mejor es que sea obra de placer y provecho, pedían. Esta lo es. Enhorabuena"

Es una obra deliciosa, también incisiva y cáustica. Y además de fácil lectura y amena como aconsejaban los clásicos. Harto mejor es que sea obra de placer y provecho, pedían. Esta lo es. Enhorabuena.

 

Patrimonio católico secular

Una obra colectiva recopila en dieseis estudios toda la normativa sobre el Patrimonio de la Iglesia Católica

Sobre los ecos de la disputa recurrente sobre la propiedad de la Mezquita-Catedral o la Catedral-Mezquita de Córdoba, trae un aire fresco de oportunidad y racionalidad la obra Patrimonio histórico-artístico de la Iglesia Católica (Tirant Lo Blanch, 2018) coordinada por las profesoras María José Roca y María Olaya Godoy, prologada por el notario José Ángel Martínez Sanchiz, e integrada por dieciséis estudios de otros tantos prestigiosos catedráticos expertos en la materia que son el fruto de una sesuda investigación interdisciplinar sobre la tutela y gestión del patrimonio cultural de la Iglesia Católica en el marco de las recientes reformas legislativas.
El tema es de sumo interés. Nadie puede poner en duda que el cristianismo es uno de los elementos integrantes, quizá el más influyente, de la civilización de Occidente, que el 80% del patrimonio cultural español es religioso, el austriaco casi representa el 60%, y el italiano quizá supere el 90%.

"Dieciséis estudios fruto de una sesuda investigación interdisciplinar sobre la tutela y gestión del patrimonio cultural de la Iglesia Católica en el marco de las recientes reformas legislativas"

Conciliar el interés público en la conservación didáctica de este patrimonio y el eclesiástico de que se mantenga en condiciones de servir a los fines de culto para lo que fue concebido, requiere una exquisita colaboración entre Iglesia y Estado para, con la sensibilidad y generosidad necesarias y conscientes ambos de los ingentes recursos que su mantenimiento exige para no deteriorarse y perecer, delimitar el espacio demanial de unos indubitados derechos de autor y transigir con el derecho a la marca como mecanismo de explotación, aceptando todos los limites que el interés colectivo puede imponer en un ejemplar ejercicio de esa sofrosine de la que en otras ocasiones ambas instituciones han hecho gala. 
La obra parece exhaustiva. Nada escapa al análisis de los autores. El Derecho comparado, en especial el de los ordenamientos italiano y austriaco, nuestro Derecho autonómico y sus conflictos de competencias, el muy especifico contenido del derecho de propiedad sobre bienes de culto y la posibilidad de su explotación a través del derecho de marca, la protección penal de este acerbo, o la relación existente entre la liturgia, el arte y el Derecho Canónico, de todos los cuales es altamente vicaria nuestra cultura sobre todo en las ramas de la filosofía, el arte y el Derecho, lo que reconocen hasta los agnósticos recalcitrantes, recordemos por ejemplo a Schopenhauer para quien lo mas importante del cristianismo desde el punto de vista social e histórico no es Cristo sino la Iglesia en un claro reconocimiento de su contribución a la civilización de occidente.

"La obra es casi enciclopédica, exhaustiva, omnicomprensiva. Es profunda, rigurosa e íntegra y desde luego ya de consulta obligada"

Y claro no podía faltar en esta obra la reflexión obligada a las inmatriculaciones registrales de bienes de la Iglesia y al procedimiento especial que para ello tiene autorizado nuestro sistema jurídico, que ni es atributivo de propiedad como se dice -la propiedad es anterior- ni es exclusivo de la Iglesia Católica -también gozan de sistema similar otras instituciones-. 
La obra es casi enciclopédica, exhaustiva, omnicomprensiva. Es profunda, rigurosa e íntegra dicen las promotoras, y desde luego ya de consulta obligada. Y en efecto, así es, aunque no recoja, lógicamente, la perspectiva de los disidentes.

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