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Por: DIEGO VALERO CARRERAS
Doctor en Economía
Profesor Universidad Barcelona
Director Académico LSE-Global Pensions Programme


COVID-19: LA HORA DEL DERECHO

En su reciente intervención para explicar al Congreso de los Diputados el estado de alarma derivado de la crisis del COVID-19, el Presidente del Gobierno hizo referencia al sesgo de retrospectiva, que es un error cognitivo mediante el cual nuestro cerebro tiende a modificar el recuerdo de la opinión, una vez sabe lo ocurrido, para que sea congruente con los hechos realmente acaecidos. David Halpern, director del Behavioral Insights Team del Reino Unido, oficina de economía conductual creada por el Gobierno de Cameron (y hoy en día privatizada), lidera la respuesta a la crisis del coronavirus en su país, con campañas que pretenden modificar el comportamiento de las personas en cuestiones tales como la higiene para prevenir contagios.

Son dos pequeños ejemplos, significativos en este momento, del uso que alcanzan las ciencias del comportamiento en nuestra vida cotidiana, cada vez mayor.
Pero, ¿qué son las ciencias conductuales o del comportamiento, y su derivada más palpable, la economía conductual? De forma resumida, implica la incorporación de principios de psicología, también de sociología y antropología, en la visión clásica de la economía.
Esta disciplina, o más bien, paradigma alternativo, aún teniendo algunos remotos antecedentes en el propio Adam Smith, creador de la economía moderna, y más recientemente en John Maynard Keynes, Herbert Simon o Maurice Allais, realmente deviene en un nuevo campo de conocimiento con los primeros trabajos de dos psicólogos israelíes, Daniel Kahneman y Amos Tversky, el primero de ellos Premio Nobel de Economía en 2002 (premio que no pudo lograr Tversky por su prematuro fallecimiento), y alcanza reconocimiento mundial con el galardón de la Academia Sueca a Richard Thaler en 2017, creador, junto a Cass Sunstein, del concepto de “nudge” (Thaler y Sunstein, 2008) (1).
Lo que pretende la economía del comportamiento es entender los procesos de toma de decisiones de las personas en presencia de riesgo. Para el famoso psicólogo Kurt Lewin, el comportamiento es una función del entorno y de la persona (Lewin, 1936), que enmarca las ciencias del comportamiento en general.

“El sesgo de retrospectiva es un error cognitivo mediante el cual nuestro cerebro tiende a modificar el recuerdo de la opinión, una vez sabe lo ocurrido, para que sea congruente con los hechos realmente acaecidos”

Las herramientas que utilizamos para actuar desde la economía conductual son fundamentalmente dos, la arquitectura de decisiones (o como establecemos el proceso para guiar la toma de decisiones), y el “nudging”, concepto que hemos traducido como empujoncitos o acicates, y que son ayudas que podemos ofrecer a las personas para que sus decisiones sean correctas y no se desvíen de la racionalidad. Ambas herramientas hay que utilizarlas con precisión (accuracy) y fluidez, de forma que guiemos adecuadamente y de forma sencilla.
La base teórica de la economía del comportamiento es la teoría de la perspectiva (Kahneman y Tversky, 1979), que representa una función de valor en la que se muestra una valoración diferente en las llamadas zonas de pérdida de la que percibimos en las zonas de ganancia. En concreto:
- Las ganancias y las pérdidas son percibidas no en valor absoluto, sino sobre un nivel de referencia (no es tanto el valor como el cambio de estado, lo que percibimos).
- Somos conservadores en el terreno de las ganancias, y arriesgados en el de las pérdidas.
- Nos afecta más un mismo valor absoluto en la zona de pérdidas que ese mismo valor en la zona de ganancias (dicho de otra forma, nos duele más perder 1.000 euros de lo que nos satisface ganarlos).
Lo que nos muestra esta teoría es que principios clásicos de la economía, como que las personas pensamos y escogemos de forma óptima porque consideramos todas las alternativas y elegimos la que maximiza nuestra utilidad, o que hacemos previsiones racionales y no sesgadas, lo que Gary Becker (2) llamó “homo economicus”, no explican de forma adecuada la realidad, que no es otra que nos equivocamos frecuentemente porque no consideremos todas las alternativas, y decidimos cometiendo errores de percepción o de entendimiento, y nuestras previsiones son sesgadas y muchas veces exentas de racionalidad, reflejo de lo que los conductuales definen como “homo sapiens”.

“Lo que pretende la economía del comportamiento es entender los procesos de toma de decisiones de las personas en presencia de riesgo”

Todo esto lo explica perfectamente Kahneman en su “best seller” Pensar rápido, pensar despacio (Kahneman, 2011), donde desarrolla los sistemas de pensamiento 1 (rápido, automático, instintivo, que nos ha permitido la supervivencia como especie) y los sistemas de pensamiento 2 (controlado, laborioso, deductivo, que nos ha permitido evolucionar como especie y dominar el mundo).
Realmente, lo que nos muestra Kahneman es que nuestro sistema cognitivo tiene limitaciones que nos impiden tomar decisiones plenamente racionales. El cerebro es perezoso (seguramente algo tiene que ver que consuma el 25% de la energía diaria, es una cuestión de supervivencia), y usa estrategias, atajos mentales, para hacer estimaciones acerca de la realidad. Estos atajos son llamados heurísticas. Son útiles, pero nos conducen a cometer ciertos errores sistemáticos, que son los famosos sesgos a los que me refería al principio. Los sesgos son predecibles, y por tanto, se puede actuar sobre ellos. A grandes rasgos, pueden clasificarse en dos tipos: sesgos cognitivos y sesgos emocionales. Los primeros son percepciones erróneas que tenemos de la realidad, los segundos son errores derivados de la influencia que tienen nuestras emociones en las decisiones que tomamos.
A su vez, los sesgos cognitivos pueden ser de perseverancia de creencias, es decir, como mantenemos nuestras creencias, por irracionales que sean, o errores de procesamiento, esto es, como procesamos de forma errónea la información que recibimos, y la usamos de una forma ilógica o no racional. El sesgo de retrospectiva, por ejemplo, es un sesgo de perseverancia de creencias, como lo es el de conservadurismo (mantener nuestras predicciones pasadas), confirmación (buscamos y aceptamos solo información que confirme nuestras creencias o decisiones), ilusión de control (creemos que dominamos las situaciones). Algún ejemplo de sesgos de procesamiento de información son el encuadre (framing) o cómo las respuestas están en función de cómo se hacen las preguntas.

“Para actuar desde la economía conductual utilizamos dos herramientas: la arquitectura de decisiones y el ‘nudging’ (empujoncitos o acicates). Ambas herramientas hay que utilizarlas con precisión y fluidez”

Sesgos emocionales son, por ejemplo, la aversión a las pérdidas (ya explicadas por la teoría de la perspectiva), el exceso de confianza (consideramos excesivamente nuestra intuición), el autocontrol (la falta de disciplina para hacer lo correcto), o el status quo (mantener inercias, aunque no tengan sentido).
Las ciencias del comportamiento están teniendo cada vez mayor relevancia y su uso se expande. Tras la creación del Behavioral Insights Team en Reino Unido, las llamadas “nudge unit” han ido proliferando en el mundo, tanto a nivel de gobiernos estatales o federales, como de municipalidades y gobiernos locales. Se ha puesto de manifiesto su utilidad en múltiples circunstancias y procesos. Precisamente las políticas públicas, junto al ahorro a largo plazo y las finanzas, están siendo las puntas de lanza de la economía del comportamiento aplicada.
En políticas públicas, se ofrece una visión innovadora y coste-efectiva. En efecto, cuando, por ejemplo, se reportan incrementos sustanciales en el pago de impuestos por el envío de una misiva en la que se destaca, no la penalización por no pagar, o incentivos financieros por hacerlo a tiempo, sino que “la mayoría de tus vecinos pagan a tiempo sus impuestos” (lo que conocemos por norma social), estamos observando que una actuación de coste prácticamente cero, pero que afecta directamente a las emociones, tiene un retorno espectacular.

“Nuestro sistema cognitivo tiene limitaciones que nos impiden tomar decisiones plenamente racionales”

Las unidades de economía conductual pretenden mejorar la vida de los ciudadanos y las comunidades, actuando en ámbitos como el consumo, las finanzas, el crimen, la justicia y seguridad, educación, salud, sostenibilidad, igualdad y diversidad, gobierno y servicios e impuestos y fraude fiscal; en todos ellos se han observado mejoras evidentes tras la aplicación de principios y procedimientos conductuales.
En pensiones y ahorro a largo plazo es donde seguramente se ha conseguido una mayor aplicación de la economía conductual, y mejores resultados. Los sistemas que comenzaron con el plan “Save more tomorrow” (Thaler y Benartzi, 2004) en EEUU, pura aplicación de todos los conceptos de economía conductual, que logró multiplicar por cuatro las aportaciones a planes de pensiones en empresas industriales, con trabajadores con escasa capacidad de ahorro, alcanzaron su cénit con el sistema NEST de Reino Unido, que es el primer sistema a gran escala que se fundamenta en principios conductuales, y que ha conducido, de momento, tras siete años de aplicación, a más de ocho millones de personas afiliadas, más de 700.000 empresas adheridas, y un patrimonio que se va más que doblando cada año (alrededor de 11.000 millones de euros en la actualidad).

“Las ciencias del comportamiento están teniendo cada vez mayor relevancia y su uso se expande. Y dónde probablemente haya habido una mayor discusión académica es en el campo de las finanzas”

Y dónde probablemente haya habido una mayor discusión académica es en el campo de las finanzas. Las llamadas finanzas conductuales han tenido una buena acogida, y realmente hay dos escuelas hoy en día que debaten su aplicación a los mercados: por una parte, los clásicos, liderados por Eugene Fama (3), que defienden la racionalidad de los mercados, que los precios reflejan toda la información existente y que por tanto son correctos, y los conductuales, liderados, como no, por Thaler, y también Statman y Shefrin, que discrepan de que tengamos siempre toda la información y que se incorpora a los precios, que hay desvíos por percepciones erróneas, y que las decisiones están afectadas por las emociones. En mi opinión, la irracionalidad que campa en los mercados bursátiles a cuenta de la crisis sanitaria es buena muestra de que la escuela conductual es mucho más adecuada a la realidad.
El uso de las ciencias conductuales ha llegado efectivamente a nuestro mundo, y lo ha hecho para ser parte importante del análisis y de la toma de decisiones. Sin duda, sus enseñanzas nos ayudarán a salir airosos de la crisis derivada del coronavirus, de la que esperamos hacerlo rápido y bien.

Bibliografía
Kahneman, Daniel (2011). Thinking, fast and slow. Farrar, Straus and Giroux.
Kahneman, Daniel y Amos Tversky (1979), Prospect Theory: An Analysis of Decision under Risk, Revista Econométrica, Vol. 47, Nº 2: 263-291.
Lewin, K. (1936). Principles of topological psychology, McGraw-Hill Book Company, New York-London.
Thaler, R. y S. Benartzi (2004). Save more tomorrow™: Using behavioral economics to increase employee saving. Journal of political Economy, 112(S1), 164-S187.
Thaler, Richard y Cass Sunstein (2009). Nudge: Improving Decisions about Health, Wealth, and Happiness. Yale University Press. New Haven & London.

(1) Aunque entre medias ha habido algún otro Premio Nobel a conductualistas, como Robert Shiller o George Akerlof.
(2) También Premio Nobel de Economía. Se dice de la Academia Sueca que es capaz de premiar una teoría y también la contraria.
(3) ¿Lo han adivinado? Premio Nobel también!

Palabras clave: Ciencias conductuales, Economía conductual, Toma de decisiones, Uso cotidiano.

Keywords: Behavioural Sciences, Behavioural Economics, Decision-making, Everyday Use.

Resumen

El uso de las ciencias conductuales ha llegado a nuestro mundo, y lo ha hecho para ser parte importante del análisis y de la toma de decisiones. Sin duda, sus enseñanzas nos ayudarán a salir airosos de la crisis derivada del coronavirus, de la que esperamos hacerlo rápido y bien.

Abstract

The use of behavioural science is now a part of our world, and it has become an important part of analysis and decision-making. What it can teach us will undoubtedly help us to overcome the coronavirus crisis, in a way that is hopefully swift and effective.

 

 

 

 

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