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ENSXXI Nº 15
SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2007

ERNESTO TARRAGÓN ALBELLA
Notario de Castellón de la Plana

La celebración del 25 Congreso Internacional del Notariado será una buena ocasión, que no debemos desperdiciar, para analizar, una vez más, nuestra función en relación con el tiempo y la realidad social en que tenemos que ejercerla.
Por segunda vez el notariado español tiene el honor y responsabilidad de la organización de un Congreso mundial desde Madrid, ciudad donde en 1950 se aprobaron oficialmente los primeros Estatutos de la Unión Internacional del Notariado Latino, rendimos homenaje a los pioneros de la Unión. Y no seriamos fieles a su espíritu si no mantuviésemos el criterio de analizar permanentemente nuestra función, revisando formas de actuación y exigiendo una continua adaptación a las nuevas necesidades sociales, conservando al mismo tiempo la esencia de nuestro carácter. Comprobar nuestra utilidad social, verificar si cumplimos los fines para los que la sociedad nos creó, es la mejor garantía de ofrecer un  mejor servicio a la comunidad.
La realidad social de este principio del siglo XXI nos muestra un mundo cada vez más globalizado, en el que las nuevas tecnologías y los medios de comunicación  acortan las distancias y tiempos de respuesta para obtener información, proporcionan un conocimiento global y unen virtualmente a personas muy distantes físicamente.  Se produce, como se ha calificado, un aplanamiento de la tierra. El Notariado cobra sentido como una “institución mundial”, y su producto, el documento notarial, se presenta como un “instrumento de desarrollo en la sociedad”, así rezan el lema propuesto para el Congreso y su primer tema de estudio, para el cual, bajo la coordinación del notario español Salvador Torres Escamez, he tenido la satisfacción de ser designado ponente, y agradezco al Consejo General del Notariado la confianza depositada en mi.
Que el notariado sea una institución mundial es una realidad que evidencia el  innegable desarrollo de la Unión Internacional del Notariado, fundada en 1948 por los representantes de los notariados de diecinueve países, actualmente son ya setenta y cinco miembros repartidos por todo el mundo. En el Congreso afirmaremos que esta expansión en cantidad no puede ir en merma de nuestra identidad. Formar parte de la UINL supone acreditar un notariado homologado con los principios que rigen nuestra función e implica acceder a una marca de calidad reconocible por usuarios y operadores, que sirve como verdadero título de tráfico, interno y externo, con todas las ventajas que ello conlleva.

"Este principio del siglo XXI muestra un mundo globalizado, en el que las nuevas tecnologías acortan distancias y tiempos de respuesta, proporcionan conocimiento global y unen virtualmente a personas muy distantes físicamente"

Que el documento notarial sea un instrumento de desarrollo en la sociedad es una afirmación que, por muy convencidos que estemos de ella, tenemos la obligación de demostrar con los argumentos que exige el rigor científico y un Congreso es tradicionalmente el foro adecuado para la exposición de planteamientos, la confrontación de ideas, lo que admite de antemano la posibilidad de corregir errores, y formulación de conclusiones.
Entre nosotros los notarios (sobra decir de tipo “latino”, pues solamente los que respondemos al modelo jurídico latino germánico somos verdaderos notarios) está extendida la convicción del valor de nuestra función como elemento esencial del sistema de seguridad jurídica preventiva, y que el sistema documental que producimos es el mejor para generar la confianza, base imprescindible para el desarrollo económico, y, yendo aun más allá, lograr los ideales de seguridad y justicia a los que aspira la sociedad. En el Congreso insistiremos, de nuevo y tantas veces como fuese necesario, en la necesidad de no confundir nuestro concepto de notario con el notary anglosajón. Sus diferencias son las mismas que la distancia que separa los dos sistemas de seguridad al que pertenecen, y aun así no es comparable la función de un notario con la de un notary: el primero es pieza clave del sistema de seguridad jurídica, el segundo ni siquiera es importante en el sistema de seguridad económica en el que actúa. Por ello la importancia de no equiparar los dos conceptos, aunque compartan el mismo nombre, ni confundir la documentación emanada de uno y otro.
El 25 Congreso de la UINL será también un momento oportuno para reflexionar sobre los avances operados en materia de documentación electrónica, retomar las conclusiones del anterior Congreso, celebrado en Méjico en 2004, y verificar el grado de implantación y desarrollo del documento público electrónico entre las legislaciones de los diversos Estados miembros. Sobre todo, será momento para reflexionar sobre las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y su influencia en la función notarial y en el documento resultante, sin olvidar que lo esencial es la función y el documento su consecuencia, siendo anecdótico el modo o soporte en que se confeccione, conserve o circule. El trato personal y directo del notario no sólo es necesario para el debido ejercicio de la función notarial, sino que, además, es una garantía de su supervivencia en un mundo globalizado, donde todo lo que pueda digitalizarse podrá subcontratase con el postor más listo, más barato o con el que reúna ambas condiciones.

"En el Congreso insistiremos, de nuevo y tantas veces como fuese necesario,  en la necesidad de no confundir nuestro concepto de notario con el notary anglosajón"

El Notariado parece estar tranquilo y satisfecho de su labor, pero cuidado, su función es el resultado de la evolución de la sociedad de la que forma parte, que le ha adjudicado un papel que en otros lugares se desempeña de forma diferente, y, en modo alguno, podemos considerar intocable. El notario italiano Cesare Licini nos advierte gráficamente del peligro poniendo como ejemplo a los corales del mundo submarino de Sumatra, que tras siglos de prosperidad perecieron súbitamente por la fuerza devastadora de un tsunami. Al igual que en el caso de los corales, no existe ningún ordenamiento que consiga mantener a lo largo del tiempo instituciones que no se legitimen en sí mismas por la utilidad social que aportan. Ello nos obliga a realizar un análisis económico de nuestra función y compararnos con otros sistemas de seguridad jurídica.
Y tal análisis es especialmente urgente cuando comprobamos el desconocimiento o escasa valoración de nuestra función en las esferas técnicas y políticas de alto nivel de clara influencia anglosajona. Basta echar un vistazo a los informes Doing Business del Banco Mundial (pueden encontrarse en www.worldbank.org/publications) para darse cuenta de que o no nos entienden o no nos quieren entender, pues en tales informes se reproducen, con asombrosa coincidencia, los argumentos que, con marcado carácter corporativo de otros colectivos,  tratan de convencer de la inutilidad actual de la profesión notarial.
En el Congreso trataremos de poner de manifiesto el error en que incurre el Banco Mundial y quienes les suministran argumentos y que el papel del notario, como autor de títulos de calidad y controlador de su legalidad, tiene importancia y utilidad social. Además, del análisis económico de la función notarial, procuraremos demostrar que es equivocada la pretensión de desregularizar la misma, como se intenta desde posiciones cercanas a las autoridades económicas, para las que el notario es un profesional, cuya actividad repercute directamente en los costes de transacción, y, en consecuencia, deben eliminarse cuanto antes las trabas, que consideran injustificadas y negativas para la economía, como se consideran: el númerus clausus (supresión de las barreras de entrada para que sea real el libre acceso); la competencia territorial (implantación de la libertad de establecimiento y de prestación de servicios en el espacio europeo); y las tarifas (supresión del arancel de precios mínimos). Tales criterios reguladores, a nuestro juicio, no solo no entorpecen el tráfico, sino que garantizan su buen funcionamiento
Cuando un jurista se adentra en una disciplina que no le es propia se encuentra con la inicial dificultad de la terminología, que puede llegar a confundir conceptos. Muchos de nosotros estamos convencidos de pertenecer a una institución no mercantil, sino de orden público e interés general, por lo que entendemos perfectamente a José Luis Mezquita del Cacho cuando afirma: «SI al notario apto para la economía de mercado; pero NO a un mercado de notarios». Sin embargo, en el análisis económico de la seguridad jurídica necesitamos utilizar, para una fijación precisa de los argumentos a exponer, terminología eminentemente económica. Así, entendemos que, para un estudio económico del notariado, es preciso considerarlo como incluido dentro de las distintas fuerzas que componen el mercado. En concreto, el notario está en la parte de la oferta del mercado, el notario “ofrece” sus servicios. Por su parte, los otorgantes del instrumento, que requieren los servicios son la demanda en este mercado notarial que, en tal sentido, aceptamos.
Un factor esencial a tener en cuenta en el análisis económico del notariado es el de las “externalidades” derivadas de la actividad notarial, es decir, los beneficios que se producen en los terceros que no han sido parte en el negocio o incluso la sociedad en general (por ejemplo, aliviando la carga de trabajo de los Tribunales). Y no podemos dejar de preguntarnos si el valor social de los servicios notariales justifica sus costes. En términos de la economía neoclásica, esta pregunta equivale a preguntarnos si los servicios notariales son el resultado de una gestión económica eficiente o, por el contrario, son el resultado de un abuso de poder de mercado de los notarios. En definitiva, como ocurre con cualquier tipo de costes, la cuestión no es si podrían ser menores, sino si su existencia se ve o no justificada por el valor que generan para la sociedad.
Asimismo, tendremos que analizar con rigor cuáles son las fuerzas que deberían determinar los parámetros de regulación del sector frente a la alternativa de promocionar una mayor libertad de funcionamiento a las fuerzas del mercado. Y hasta que punto surgen dificultades para aplicar a la profesión notarial y, por tanto, a la seguridad jurídica las reglas del mercado: supresión de barreras de entrada, competencia, libertad de precios, publicidad, ... Pero, por contra, también hay que considerar los beneficios que algunos aspectos del mercado pueden aportar: como un impulso a la producción y evolución, una mayor atención al cliente o una oferta de nuevos servicios.  

"En el 25 Congreso de la UINL se reflexionará sobre los avances en materia de documentación electrónica, y verificar el grado de implantación y desarrollo del documento público electrónico entre las legislaciones de los diversos Estados miembros"

No se trata únicamente de demostrar que nuestro sistema de seguridad jurídica preventiva es el mejor, sino también que es eficiente a un menor coste que el de su antagonista: el sistema de seguro de título, por el que una entidad aseguradora se compromete a indemnizar al titular de un derecho real en caso de que el título asegurado se demuestre defectuoso y a asumir, en su caso, la defensa jurídica de dicho título.
El Congreso nos dará la oportunidad de revisar algunos aspectos relevantes del funcionamiento del llamado mercado notarial, comprobando que, en general, la ausencia de notarios contribuiría a la proliferación de una documentación de baja calidad. Argumentaremos que la existencia de un mercado liberalizado en el que los notarios entraran libremente compitiendo en precios podría únicamente lograr una  optimación en la asignación de los costes, pero no lograría que la documentación de baja calidad quedara eliminada. Y concluiremos afirmando que un mercado de notarios regulado apropiadamente garantiza la exclusión de todos los contratos por debajo de un determinado nivel de calidad, concepto económico en el que caben las hipótesis de contratos nulos, ineficaces o insatisfactorios a las pretensiones de las partes.
Acudimos al próximo Congreso mundial con auténtica vocación científica, y dispuestos a demostrar que efectivamente el documento notarial es un instrumento de desarrollo en la sociedad. Como se ve nuestras pretensiones son ambiciosas, tanto como fundadas las convicciones sobre la utilidad de nuestra función para la sociedad a la que servimos. Como ponente me cabe la responsabilidad de su exposición, pero su autoría intelectual se debe a la síntesis de numerosos y brillantes trabajos de un colectivo notarial al que me honro pertenecer. En especial, agradezco a los ponentes que me han precedido en otros Congresos o Jornadas notariales su meritoria labor, que tanto ha facilitado la mía.
Este 25 Congreso de la UINL, más que una respuesta definitiva a los problemas planteados, supondrá un peldaño más en la natural evolución del notariado para conservar su eficiencia y, en su caso, si logramos estar a la altura de las aspiraciones, un punto de referencia para futuras investigaciones sobre el análisis económico de nuestra función. Sin embargo, nuevas aportaciones externas son necesarias,  especialmente por parte de especialistas en los interesantes campos de la economía experimental y la teoría de juegos, con el objeto de contribuir, con argumentos originales y teóricamente sostenibles, al debate de actualidad sobre la necesidad de un mercado regulado para los servicios notariales. En general, uno siente que hemos estado esperando demasiado tiempo a que investigadores independientes se unan a esta discusión. No olvidemos que los estudios existentes sobre la materia están fuertemente influenciados por los intereses particulares a los que cada uno de ellos representa.

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