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ENSXXI Nº 16
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2007

EN EL COLEGIO NOTARIAL DE MADRID, CON MOTIVO DEL 25 CONGRESO DE LA UINL

El presidente de la UINL define el Colegio Notarial de Madrid como el Templo del Notariado

El primero de octubre, con motivo de celebrarse en España el 25 Congreso de la UINL durante los días 3 al 7 del mismo mes, el Colegio Notarial de Madrid, algunos de cuyos más ilustres miembros fueron coprotagonistas en el nacimiento de la Unión Internacional y donde se habían firmado sus estatutos fundacionales en octubre de 1950, celebró un emotivo Acto conmemorativo. Los salones de actos del Colegio quedaron desbordados por el alto número de asistentes y enriquecidos por la calidad de los mismos, entre ellos, el presidente y los consejeros permanentes de la UINL, miembros y antiguos presidentes del Consejo General del Notariado español, antiguos decanos del Colegio Notarial de Madrid y miembros de su Junta Directiva y de otros Colegios de notarios y escribanos. El decano de Madrid puso especial énfasis en el carácter tradicionalmente ecuménico y universal del Colegio, lo que explica la presencia especialmente activa de los notarios madrileños en el nacimiento de la UINL y en las tareas desarrolladas por esta organización, hoy día de ámbito mundial, a lo largo de su historia. Carácter universal que fue especialmente reconocido por el presidente de la UINL, Giancarlo Laurino, al definir emocionadamente la histórica sede del Colegio Notarial de Madrid, donde tenía lugar el Acto conmemorativo, como “el templo del Notariado”.

Madrid, Redacción.-
Ante los numerosos asistentes y en un ambiente de extraordinaria cordialidad que se prolongaría toda la tarde, el decano del Colegio Notarial de Madrid, José Aristónico García, abrió el Acto conmemorativo expresando la calurosa bienvenida de los notarios madrileños a sus colegas de todos los países y subrayando la tradición y calidad jurídica de las sesiones que habitualmente se desarrollan en el Aula Académica, tanto por el propio Colegio como por la Academia Matritense del Notariado que allí tiene su sede.
Tras las intervenciones de los ilustres notarios José María de Prada,  por el Colegio Notarial de Madrid, y Héctor Carattoli, por el Colegio de Escribanos de Buenos Aires, pronunció la de la clausura del Acto Académico el presidente mundial de la UINL, Giancarlo Laurini.

JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA, DECANO DE MADRID: "Un Colegio ecuménico, universal y siempre con las puertas abiertas a los notarios de todo el mundo”

Estos muros venerables han visto desde hace más de un siglo cómo los juristas más  acreditados dictaban brillantes disertaciones que hoy están incorporadas a las bibliotecas jurídicas. Estas salas entrañables, han sido testigos silenciosos de fecundos coloquios para desentrañar de la función notarial la esencia que haría más segura y satisfactoria la convivencia entre los ciudadanos. Estos pacientes escaños han presenciado el paso de sucesivas generaciones de notarios que, tras aprender por sí mismos -en frases de Goethe- los hábitos que ya habían heredado de sus mayores, han ido consolidando por toda la geografía la marca más acreditada de seguridad y rigor jurídicos de las que le conoce la sociedad mundial.
Este Colegio Notarial de Madrid –que aunque en algún momento, como ahora, mantenga serias discrepancias con otros órganos sobre la función corporativa que nadie puede inconscientemente reducir a cuestiones de prurito– siempre ha hecho gala de un talante ecuménico y universal y sigue siendo ejemplo vivo de solidaridad corporativa impulsando las innovaciones y extendiendo como ejemplo por el mundo las excelencias de la función notarial. Este Colegio que ha sido testigo y protagonista de gestas y acontecimientos notariales afamados, guarda como una efemérides histórica e imborrable la de octubre de 1950 cuando, en la misma sede en la que ahora estamos, se redactó el acta constitutiva y los primeros estatutos de la Unión Internacional del Notariado, dando entidad jurídica a la unión que dos años antes nació en el Congreso de Buenos Aires de 1948. Intuición visionaria cuyo acierto ratifican cada día la revolución tecnológica y la globalización de ideas y mercados que ahora nos envuelve.
Este Colegio, digo, que seguirá –porque lo lleva en la sangre y como muestra de su vocación cosmopolita y universal– aportando a la internacionalización del Notariado lo mejor de sus hornadas. Ahí está **Manuel de la Cámara Gómez Martiño y Delgado de Miguel, recientemente fallecidos, al quienes dedico un cariñoso recuerdo. Ahí están los grandes maestros del Derecho Documental Vallet Goytisolo y Rodríguez Adrados. Ahí están los ex presidentes del Consejo General y ex decanos Roberto Blanquer, José Luis Martínez Gil, José María de Prada, Antonio Pérez Sanz, Bolás, Antonio Fernández Golfín y José Manuel García Collantes, presidente del 25 Congreso de la UINL, todos ellos miembros de este Colegio.
Este Colegio Notarial de Madrid da la bienvenida a todos los participantes en el 25 Congreso de la Unión y os comunica que tanto esta su sede –cuna jurídica de la Unión–  como la sala-estancia Amsterdam habilitada para su Fundación Matritense en el propio Palacio de Congresos, tendrá abiertas sus puertas, como siempre las ha tenido y siempre las tendrá, para todos los participantes en este Congreso y para todos los notarios.
A todos os digo lo que Alejandro Santamaría, a la sazón Decano en este Colegio, dijo a los participantes en el II Congreso de 1950 “nuestro Colegio de Madrid es vuestro como siempre lo fue y nuestra gratitud es profunda por haber venido a fundiros con nosotros, notarios madrileños”. En esta gran ocasión conmemorativa de un acontecimiento de tanta trascendencia mundial como fue la formalización en esta sede, a la que dotó por ello de cierto matiz legendario, de la internacionalización del Notariado, cada día más necesaria, para que nuestra querida institución siga demostrando en las cada vez más frecuentes relaciones transfronterizas la racionalidad y utilidad social de que siempre ha hecho gala. Bienvenidos todos.

JOSÉ MARÍA DE PRADA, EX PRESIDENTE DEL CONSEJO GENERAL DEL NOTARIADO: “Siempre he defendido que los principios fundadores de la Unión siguen siendo necesarios”

Para este Colegio es desde luego un honor y al tiempo una obligación acoger en sus salones a los representantes actuales de la Unión que celebró aquí su II Congreso Internacional en 1950 en el que se aprobaron los primeros estatutos de la Unión que habían fundado dos egregios notarios: el argentino Negre y nuestro compañero y ex decano Rafael Núñez Lagos. Yo, como es lógico por razones de edad, no asistí a ese congreso, que se celebró, por cierto, en una época harto difícil por razones políticas para nuestro país y que significó la primera apertura internacional después de las guerras producidas poco antes.
Mi primer contacto con la Unión se remonta al Congreso Internacional de Méjico de 1965. Allí tuvimos también no pocas dificultades, los españoles, derivadas de razones políticas y producidas por las hostiles relaciones que a la sazón había entre los respectivos gobiernos. Pero no puedo olvidar que nuestros compañeros mejicanos –fraternales siempre–, pese a todo eligieron al representante de la Delegación española, nuestro compañero Ramón Faus, para que interviniera en el acto central del congreso en la tradicional intervención en nombre de los Notariados extranjeros. También recuerdo perfectamente cómo las elocuentes palabras de Faus produjeron tal efecto que el Presidente de la nación –Díaz Ordaz, me parece recordar– que presidía la sesión, rompiendo el protocolo, bajó del estrado, emocionado, para darle un abrazo a Faus y dedicó luego en su intervención elogiosas y reiteradas referencias a la querida madre patria.
Entonces la Unión era casi una reunión de amigos que nos veíamos dos veces al año y estaba compuesta por un grupo de Notariados latinoamericanos y algunos países europeos. Nuestra principal labor consistía entonces en ayudar a ciertos Notariados mejicanos que, bien eran incipientes en su organización o pasaban por dificultades internas. Luego vino la gran expansión del Notariado y, con ella, los grandes retos para la Unión. Primero fue la entrada de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea, que significó la entrada en el mundo jurídico europeo de la influencia del sistema jurídico anglosajón, tan distinto del nuestro, sobre todo en materia notarial, pero tan poderoso e influyente en los ámbitos económicos y que obligó a la Unión a defenderse y defender sus valores en el seno de la comunidad. Luego vino la expansión por África, con Notariados que fueron surgiendo y afianzándose poco a poco gracias, una vez más, a la ayuda de los organismos de la Unión. Después fue el gran reto de la incorporación de los países procedentes del antiguo telón de acero, donde la Unión tuvo una vez más que competir y ganar la batalla al influyente mundo jurídico anglosajón que pretendía extender su influencia con el apoyo de los omnipotentes Estados Unidos de América. Por último ha venido la apertura a Asia que ha producido la mundialización del Notariado.
Esta fuerte ampliación ha potenciado indudablemente a la Unión haciéndola un importante organismo de defensa del Notariado dentro de un mundo globalizado que tiende a generalizar sus problemas. Estoy seguro que dentro del mismo no faltan a las autoridades actuales de la Unión problemas y dificultades y que, junto a éxitos, habrá sombras y peligros. Pero estoy convencido de que la unión de todos y el esfuerzo colectivo sabrán imponer en el mundo del futuro la verdad evidente de que el sistema de Notariado latino es la mejor garantía de los derechos privados en el mundo extrajudicial, así como un excelente sistema de justicia preventiva que, interviniendo en la correcta formación de las voluntades contractuales privadas, impide que surjan conflictos o ayuda a resolverlos extrajudicialmente.
En una época como la actual en que la relaciones comerciales son cada vez más a nivel mundial y en que es una aspiración del comercio que se produzca la unificación de los sistemas en los que se mueve, son imprescindibles instituciones como la nuestra que, siendo similares en todos los países y ejerciéndose por profesionales preparados, independientes y honestos, conceden a las transacciones entre particulares y empresas las garantías necesarias sin necesidad de tener que acudir a la siempre incierta y costosa protección judicial. En esto consiste, en mi opinión, la grandeza y el futuro del Notariado en el mundo y en mantener estas esencias y propagarlas entre los Notariados miembros, reside la misión más importante de la Unión.
Sin embargo y para terminar, quiero volver una vez más la vista atrás y recordar que los principios que sirvieron de base a la formación de la Unión -y que tuvieron su plasmación en el viejo congreso celebrado precisamente en estos salones- fueron una intuición genial de algunos compañeros que se sacrificaron en lo personal y en lo económico por defenderlos, no siempre con la comprensión de los demás que a veces los consideraban unos ilusos. Yo siempre he defendido -a veces con pasión, lo sabéis los que habéis estado conmigo- que estos principios fundadores siguen siendo necesarios con las debidas adaptaciones a los tiempos modernos en la actualidad y que es este espíritu de servicio a la Unión al Notariado en general que derrocharon nuestros ancestros el que debe alentar a los que habéis heredado su antorcha y lleváis hoy sobre vuestros hombros la responsabilidad de la Unión.
Perdonad, por último, una referencia personal. Caro Presidente Laurini, recuerdo vivamente y con alegría la época en que tú como Presidente del Notariado Italiano y yo del Español -y Gils, por cierto, de la Unión Internacional- trabajábamos juntos e ilusionados por ella. Yo, como veis, estoy ya retirado y al margen de casi todo, pero es para mí una gran satisfacción comprobar que personas como tú siguen en la brecha y con entusiasmo trabajando por la Unión. Permíteme que en nombre de este Colegio y en mi propio nombre te felicite y agradezca todo lo que has hecho por el Notariado italiano, europeo y mundial. Muchas gracias.

HECTOR CARATTOLI, DEL COLEGIO DE ESCRIBANOS DE BUENOS AIRES: “Los derechos humanos han sido una continua fuente de inspiración para nuestras acciones”

Es para mí y para el Notariado argentino un motivo de especial distinción tener la oportunidad de compartir este trascendente acto con ustedes y, a la vez, manifestarles la nostalgia que me produce reencontrarnos aquí -en este escenario, en este lugar que nos acoge con tanta calidez- con muchos colegas amigos con los que hemos compartido imborrables momentos, hermosos sueños y tercas utopías y afrontado también duras ocasiones cuando las cosas no salen también como pensamos o queremos.
Los años finales de la década del 40 fueron pródigos en la creación de organizaciones internacionales surgidas al impulso de la necesidad de los hombres y de las naciones de reencontrarse tras la finalización de la larga noche impuesta por la devastadora guerra. Entre ellos tuvo lugar el Acta fundacional de las Naciones Unidas y, como un alto organismo creado por ella, la UNESCO, Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura en el año 1945.
Naturalmente, el Notariado no fue ajeno a ese afán de unidad y de reconciliación que aludíamos al principio y fue un grupo de esclarecidos notarios quienes llevaron a cabo la idea de convocar a las organizaciones notariales de países europeos y americanos para promover estudios y crear organismos internacionales tendientes a la jerarquización de la función notarial convocando de esta forma al I Congreso Internacional del Notariado que tuvo lugar en Buenos Aires el 2 de octubre de 1948.
A partir de esa cita fundacional, el impulso que ha dado la Unión Internacional del Notariado a las manifestaciones y contenidos de la profesión, tanto en el orden legislativo como en el campo de la doctrina y la jurisprudencia y sus relaciones con las organizaciones internacionales señalaron el éxito de su creación y el alto grado de excelencia alcanzado. En el año 1998 se celebró en Buenos Aires el XXII Congreso Internacional del Notariado en cuyo marco se conmemoró el 50º aniversario de la creación de la Unión cuyo Comité Organizador tuve el honor de presidir junto a Eduardo Gallino, Eduardo Cusac, Oscar Ruíz, Carlos Alesio y otros muchos colegas y la inestimable colaboración y aportes aquilatados durante su brillante trayectoria de Jorge Bollini, recordado amigo y cofundador de la Unión junto a Adrián Negri y Rafael Núñez Lagos. Cabe recordar que en ese mismo años, 1998, se celebró también el 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyos principios han sido una continua fuente de inspiración para nuestras acciones.
Agradecemos muy profundamente y muy sinceramente también, estar aquí, en este Colegio Notarial de Madrid, para recordar la redacción de los estatutos de la Unión que se concretó en el marco del II Congreso Internacional del Notariado celebrado en esta ciudad, en Madrid, en el año 1950, que recoge los principios del Acta fundacional labrada en el referido I Congreso Internacional realizado en Buenos Aires en 1948. Para finalizar –y renovando el agradecimiento al Notariado español y especialmente a este Ilustre Colegio de Madrid por el inestimable aporte que significó la redacción de los estatutos de la Unión en el año 1950-, y en nombre del Notariado argentino, tengo el honor de hacer entrega al Señor Presidente de un ejemplar original de la medalla acuñada con motivo del XXII Congreso Internacional celebrado en Buenos Aires en 1998, cuyo anverso fue destinado a documentar oficialmente el 50º aniversario de la fundación de la Unión. Señor Presidente, hágale entrega de un ejemplar de esa medalla que testimonió ese acto tan significativo.

GIANCARLO LAURINI, PRESIDENTE DE LA UNIÓN INTERNACIONAL DEL NOTARIADO: “Es una emoción profunda encontrarse en lo que yo defino como el templo del Notariado”

Mucho hemos trabajado en este año con el Notariado español, como con mucha amabilidad ha subrayado José María de Prada. Una colaboración que es colaboración interna de la Unión Internacional del Notariado, que tiene en el Notariado español uno de los Notariados líder de la Unión, por todo lo que es y lo que significa el Notariado español, con su historia, con su tradición, con su profesionalidad, con su prestigio en la sociedad española y en otros países de la Unión Internacional del Notariado.
Y para el Presidente de la Unión es una verdadera emoción, profunda, encontrarse en lo que yo defino como el templo del Notariado. Un templo en el cual, como ha dicho el Decano, en el año 1950 se formalizó la constitución de la Unión Internacional del Notariado que tenía su antecedente en el Congreso de Buenos Aires en 1948. Es este templo en el cual, en el mismo año 1950, un gran jurista italiano, Francesco Carnelutti, en una conferencia célebre –nosotros en Italia la mostramos a los futuros notarios–, donó al Notariado internacional un gran mensaje: la función notarial como función anti procesal con el dicho “más notario, menos juez”. Una verdad de 1950, una verdad de 2007. Una base de la lucha que nosotros, todos los dirigentes del Notariado internacional, de los Notariados nacionales, tenemos como base de nuestra acción, de promoción y de conocimiento del Notariado, de su función, de su papel importante en la sociedad de hoy como en la sociedad de 1950, como en la sociedad de los siglos pasados.
Es por esto una gran emoción encontrarme con vosotros, queridos presidentes, ilustres del Notariado español, demás presidentes de la Unión Internacional, queridos colegas presentes en Madrid con la ocasión de las reuniones de la Unión Internacional, del Consejo Permanente de hoy y de la Asamblea de mañana y de este Congreso Internacional que se desarrollará del miércoles al viernes. Un evento extraordinario, un congreso que tiene una temática muy importante, de gran actualidad: el Notariado, el notario, como institución mundial.
¿Qué significa esto? Significa dos cosas. La primera, que el notario es una institución presente en el mundo. Universal, como he dicho esta mañana hablando con el embajador de Italia y después en la Cámara de los Diputados. Universal: los 75 países presentes son la manifestación concreta de la universalidad del Notariado, presente en países de idioma distinto, de tradición histórica, cultural y religiosa distinta. Significa algo esto. Significa la universalidad el Notariado. Una institución mundial  porque puede, en esta sociedad, en esta época de globalización, a través de la Unión Internacional del Notariado, puede ayudar a la comunidad internacional, a los países en vías de desarrollo a construir el espacio jurídico internacional, a construir el Estado de Derecho en todos los países en los que el Estado de Derecho no está todavía presente y tiene que desarrollarse mucho.
El Notariado tiene que dar una gran contribución a este proceso de desarrollo nacional e internacional del Derecho para alcanzar el objetivo de la seguridad jurídica, de la legalidad y de la garantía de los ciudadanos en sus derechos privados. Ésta es la función internacional del Notariado, una función en la que nosotros tenemos una gran confianza. Y estamos todos aquí en Madrid y mañana y pasado mañana en los demás países del mundo para difundir este mensaje de nuestra profesión, de nuestra maravillosa profesión de la que estamos convencidos que es una gran realidad y muy importante para todos los ciudadanos del mundo. Muchas gracias, señoras y señores, muchas gracias, Sr. Presidente y Sres. Presidentes por esta visita, por este encuentro, que realmente sólo puedo definir como emocionante, con eso digo todo.
Tras su intervención, el presidente Laurini hizo entrega al Decano del Colegio Notarial de Madrid de un recuerdo que, subrayó, era un homenaje, una porcelana del logo de la Unión hecha en una fábrica de Capo di Monte que fue fundada para el rey Carlos III. Explicó Laurini que hay “una tradición común de España y de Nápoles, este diseño está en un servicio de platos de la Casa Real Borbónica que ahora está en el museo de Capo di Monte”. Tras agradecer vivamente los obsequios recibidos, el decano del Colegio Madrid correspondió haciendo entrega, al presidente de la UINL y al representante de Argentina de un libro sobre los protocolos de 1500 y una reproducción de un libro italiano de Rolandino, Aurora, precisamente una edición facsímil hecha en 1950 con motivo del II Congreso.
Finalizado el Acto conmemorativo se sirvió un cóctel que permitió a los muy numerosos asistentes confraternizar y cambiar impresiones hasta bien entrada la noche.

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