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ENSXXI Nº 36
MARZO - ABRIL 2011

FRANCISCO JAVIER DÍEZ ORTIZ
Notario de Durango (Vizcaya)

En democracia, al final, todo se sabe. A veces se requiere mucho tiempo y así, ahora, tenenos noticia de que el Lazarillo de Tormes  lo escribió Don Diego Hurtado de Mendoza. Surgirán otras hipótesis pero el texto ha dejado de ser anónimo. Y me alegro, porque, superada la Edad Media, el anonimato me hace poca gracia. Los notarios1, como cuerpo, somos enemigos del anonimato y al mismo tiempo discretos, pero una cosa es la discreción y otra la opacidad, como una cosa es la transparencia y otra el cotilleo. Publicidad y discreción.
Los notarios, porque en este cuerpo siempre hemos contado con mentes brillantes, hemos sido colaboradores leales y eficaces del legislador y nuestra experiencia se ha plasmado, en varias ocasiones, en derecho positivo. En los últimos tiempos, el legislador, inseguro, convulso, precipitado, nos consulta poco. A los funcionarios obligados a cumplir las normas, a veces nos cuesta entenderlas, otras veces nos cuesta ponerlas en práctica por falta de herramientas técnicas y casi siempre las conocemos cuando han entrado en vigor. Con todo, seguimos y seguiremos dispuestos a colaborar con la Administración y a hacer oír nuestra voz con observaciones y propuestas sensatas. No hemos escatimado en gastos para estar a la altura de las circunstancias. Lealtad institucional, presencia crítica y responsable.
ANCERT, como la ONU, los sindicatos o las colonoscopias, es algo que, de no existir, tendría que ser inventado. Con gran lucidez ante lo que se auguraba, el notariado creó un ente, INTI, para dar respuesta a los retos tecnológicos. Tras una metamorfosis en que el instituto deviene agencia llegamos a la ANCERT, más conocida en los ambientes digitales como el ANCERT. Nuestro agencia, diría Pessoa.
Los tiempos vuelan y como en la fábula apocalíptica de Cameron, las máquinas parecen rebelarse contra sus creadores. Quizá me equivoque al decir que ANCERT, cada vez más, me extraña; quiero decir que cada vez me parece menos mía y más suya. No quiero pecar de injusto pero he llegado a percibir entre compañeros y empleados de notarías el germen de una Asociación de Ayuda contra el Ancert, con día conmemorativo por fijar, cuestación, huchas y pegatinas de solapa.

"Los notarios hemos sido colaboradores leales y eficaces del legislador y nuestra experiencia se ha plasmado, en varias ocasiones, en derecho positivo"

ANCERT ha crecido y se ha convertido en un tinglado colosal y, con esa potestad solamente reservada a los dioses, se auto-reproduce para dar lugar a nuevas criaturas. Así surge Serfides (o serfudes o serfiudes, un logo poco afortunado). Analicemos el término para no confundir el término con el fin. El Ser y la Fides. La fides en sede notarial no necesita explicación. En cuanto al ser me inclino a pensar que apunta más a lo servicial que a lo ontológico. Al servicio de quién. Aquí también me inclino a pensar que al-servicio-de-los-notarios-al-servicio-de-la-sociedad. Ojalá y amén. Serfides, para ser eficaz, tendrá que ser tan independiente como el colectivo al que sirve. Independencia.
A estas alturas ya habrán comprendido que soy un tipo susceptible y veo fantasmas donde no los hay y, sin embargo, cuando se intenta obtener alguna información sobre estos organismos que nos pertenecen porque hemos contribuido, y mucho, a su creación, uno siente que está entrando en propiedad ajena. Yo, como casi todos, sólo quiero saber, para poder comprender. En este cuerpo nada hay más importante que la fe pero la fe, a diferencia del amor o la justicia, no debería ser ciega sino informada. Transparencia.
Vuelvo al Lazarillo de Tormes. Después de varios episodios de mutua desconfianza, Lázaro decide abandonar al ciego y lo coloca frente a un pilar haciéndole creer que delante tiene un arroyo y que debe tomar impulso para librarlo. El desenlace lo conocemos bien.

"El notariado precisa unidad. La Fe Pública precisa unidad. Al poder, las luchas internas, fratricidas, no hacen sino facilitarle la tarea. Se limitará a barrer los despojos"

Este ciego que se estrella no es la metáfora del notariado. Puede estar algo corto de vista o, mejor, corto de miras. Quizá se ha mirado tanto el ombligo que ha perdido perspectiva y los acontecimientos se oponen tozudamente a una visión trasnochada. Realismo y atención.
Hace pocos días, en el Colegio Notarial de Madrid, escuché, una vez más, una obviedad cuyo recordatorio nunca me cansaré de hacer. El notariado precisa unidad. Si ustedes me apuran, la Fe Pública precisa unidad. Al poder, las luchas internas, fratricidas, no hacen sino facilitarle la tarea. Se limitará a barrer los despojos. Persistir en la desunión es un despropósito, por utilizar un término suave. Unidad.
El mismo día, en el mismo Colegio, el Presidente del Consejo General del Notariado se mostraba receptivo ante la idea de que el cargo que él ostenta con toda legitimidad, sea elegido, en el futuro, por todos los notarios en activo de España. Excelente noticia. Su presencia misma y el tono de las intervenciones son otra buena noticia. Dicen que la expresión manca finezza se debe a Amintore Fanfani y eso que nunca (creo) tuvo que lidiar con Berlusconi. En el notariado español de los últimos años ha faltado finezza y quizá ha sobrado soberbia. Tolerancia.
Que las ideas y las maneras allí apuntadas no caigan en saco roto. La idea de elegir al presidente del notariado por sufragio directo y universal entre todos los miembros del colectivo es, sencillamente, irreprochable. Sólo le veo un inconveniente desde el punto de vista puramente práctico. Me acuso de pereza y, como tantos otros compañeros, me he mantenido al margen, de manera egoísta e insolidaria, dejando que otros hagan el trabajo por mí. Una minoría activa y cualificada puede tener el control y quien no participa no debería quejarse, pero podíamos empezar por hacer las cosas no bien, mejor, como parece pedir el notariado. Participación y profundización en los procedimientos democráticos.
Ahora vendría el colofón en que el autor recoge los sustantivos que cierran el párrafo y lanza al viento su proclama. Preferiría no hacerlo, como Bartleby, y dejar una última reflexión al hilo de la actualidad cinematográfica. Cuando Ángeles González-Sinde deje de ser ministra, será, como antes, directora de cine y guionista. La historia a la que pertenece su trabajo es la del cine español, una historia escrita a base de Viridiana, Plácido, El Sur, El día de la bestia o Los lunes al sol. Ahí es donde tiene que dejar su huella y quedar en el recuerdo del público. El poder es coyuntural, transitorio. Uno se debe a su colectivo y cada colectivo debe escribir su propia historia y no permitir que otros lo hagan. Si no asumimos nuestra responsabilidad, nuestro compromiso más allá de cargos, prebendas, intereses personales, beneficios a corto plazo, puede que estemos condenados a ser, en breve, historia.

1 Sigo el criterio tradicional de la RAE y utilizo el plural masculino para referirme, en toda ocasión, a las notarias y notarios, a las empleadas y empleados de notarías.

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