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ENSXXI Nº 48
MARZO - ABRIL 2013

JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ
Decano honorario

EL NOTARIO DEL SIGLO XXI se congratula de colaborar a que no quede en el olvido la figura señera de un notario silencioso y modesto pero de una grandeza sin par: José Roan Martínez.
Siempre fiel a los principios básicos de la institución, siempre exigente con las demandas del más genuino rigor profesional,  siempre entregado con abnegación y generosidad a las exigencias de su acendrada  vocación,  Pepe Roan representó un hito en la configuración y defensa de una institución  de la que en momentos de riesgo  fue piedra angular que le dio fortaleza y solidez. Dotado de una clarividencia natural y seguro de sus convicciones contribuyó decisivamente, en la sombra y a la luz, a guiar  la institución durante décadas sin permitir que ni las presiones políticas, ni las sociales, ni las corporativas la desviaran un ápice de la senda que por tradición, racionalidad y utilidad social le correspondía.
Roan,  que con la sabiduría de quien conoce además la infinitud de la perfectibilidad redujo su producción escrita  a lo imprescindible, sí dejó escrito que el notario solo es tal si se conforma como profesional del derecho que ejerce por derecho propio funciones públicas autónomas, entendiendo la autonomía como un ejercicio libre, imparcial e independiente, incluso respecto al poder judicial.
Y es que Pepe Roan representó el arquetipo del notario a la vieja ?y quizá única-- usanza,  haciendo gala de un despacho menestral de dimensiones proporcionadas,  ejemplarizando con profesionalidad y competencia esa fisión inescindible de funciones públicas --fe publica y legalidad-- y privadas  --asesoramiento y competencia-- en que consiste la función notarial,  y agorando premonitoriamente ?en lo que tampoco se  equivocó-- de los riesgos que iba a acarrear la contratación en masa. 
Pepe Roan fue y sigue siendo un referente en el desarrollo de una vocación notarial (que le venía de largo) y corporativa total,  dentro de la más ortodoxa deontología profesional  y dentro de las normas no escritas de ese Código que Schopenhauer llamaba código de los locos y nosotros del honor,  sin cuyas reglas no es posible trascender la función notarial al mundo del deber ser.
Y cuando en los difíciles años de la transición la institución sufrió graves embates de quienes pretendían abatirla o infamarla, supo llevar el timón con firmeza recordando a todos que el notariado es una estructura de defensa de la libertad individual y  que la funcionarización es propia solo de los pueblos que han perdido su  libertad. Y cuando hizo falta  se enfrentó con decisión y firmeza a cuantos desde cualquier ámbito intentaban dar un viraje a la función.
EL NOTARIO DEL SIGLO XXI  y seguro que todos y cada uno de los notarios en particular, siempre han sabido  reconocer el altruismo y distinguir entre quien se  sirve de la institución y quien la sirve devolviendo al notariado parte de lo que de él recibió. Pepe Roan, es un acto de justicia reconocerlo, esto lo hizo con exceso. 

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