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ENSXXI Nº 8
JULIO - AGOSTO 2006

JOAQUÍN ESTEFANÍA
Escritor y Periodista. Ha diso director del diario EL PAÍS entre los años 1988 Y 1993. En la actualidad dirige la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid / EL PAÍS

Las noticias positivas no suelen ocupar grandes espacios en los medios de comunicación, a no ser que sean desbordantes. La que cito a continuación lo es: no tiene nada de anécdota. El multimillonario americano Warren Buffet ha donado el 85% de su fortuna (unos 38.000 millones de dólares) a distintas fundaciones, la más significativa de las mismas la Fundación Gates, que presiden Bill y Melisa Gates, aquellos que hicieron del windows el lenguaje universal del siglo XXI. La filosofía que subyace a este acto de donación trasciende el caso particular y puede dar lugar a una reflexión sobre lo que queda del capitalismo que un día teorizaron los Adam Smith, Max Weber, Schumpeter y hasta Carlos Marx.

"El multimillonario americano Warren Buffet ha donado el 85% de su fortuna (unos 38.000 millones de dólares) a distintas fundaciones, la más significativa de las mismas la Fundación Gates"

Warren Buffet (WB) es un personaje peculiar. "El hombre razonable se adapta al mundo", escribió George Bernard Shaw. "El poco razonable persiste en intentar adaptar el mundo a sí mismo. Por lo tanto, todos los progresos dependen del hombre poco razonable". Esta cita, citada por Robert G. Hagstrom, autor de una biografía de WB, se ha utilizado en más de una ocasión para describirlo. De 76 años, el segundo hombre más rico del mundo según la revista Fortune, hizo todo su dinero en Bolsa. En 1965 compró una pequeña empresa textil, Berkshire Hathaway y la convirtió en una inmensa sociedad de cartera en la que acumuló acciones de las más importantes sociedades, en casi todos los sectores productivos. Una historia plagada de éxitos -y algunos fracasos- convirtió a WB en "el oráculo de Omaha", ciudad del Estado de Nebraska (EEUU) en la que tiene su sede social su poderoso holding, y desde la que han de responderse algunas de las preguntas que se hacen sobre él: ¿Por qué WB es considerado el mejor inversor de la historia?; ¿cómo es él como individuo, accionista, gerente y propietario de compañías enteras?; ¿qué hace único el informe anual de Berkshire Hathaway, que ha devenido en un modelo de memoria corporativa?
Además de ganar tanto dinero, WB ha construido una filosofía del capitalismo contemporáneo, basada en dos grandes ideas: la filantropía (el que recibe algo de la sociedad tiene la obligación de devolverle al menos una parte) y la meritocracia (el ascenso social ha de relacionarse con el esfuerzo de cada uno y no en la herencia; la ética social se basa en distinguir la lotería genética del mérito). Esos principios fueron adquiridos de los padres fundadores americanos y los recordó en 1935 el presidente Roosevelt, cuando afirmó: "Heredar el poder económico es tan inconsistente con los ideales de esta generación como heredar el poder político para las generaciones que establecieron nuestro modelo de gobierno".
WB ha practicado ahora el acto de filantropía más importante de la historia del capitalismo americano: en vida ha donado el 85% por su fortuna a diversas fundaciones. En el libro citado de Hagstrom, que es del año 1995, ya se adelantan algunas de las ideas más significativas del biografiado sobre la filantropía. Se describe el método Berkshire de distribuir las donaciones de caridad: se llama el programa de obras de beneficencia: "Los accionistas, basándose en el número proporcional de acciones que poseen, pueden designar a los receptores de las contribuciones de caridad de la empresa. En la mayoría de las corporaciones son los altos directivos y los miembros del consejo de administración los que seleccionan las obras de beneficencia que se beneficiarán de las contribuciones corporativas. Es frecuente que elijan sus obras de beneficencia favoritas y los accionistas -cuyo dinero es el que se da- no tienen potestad alguna sobre esta decisión. Esto va en contra de la disposición de WB". En el informe anual de Berkshire Hathaway correspondiente al año 1987 se escribía: "Cuando A coge dinero de B para dárselo a C, y A es un legislador, el proceso se denomina tributación. Pero cuando A es un miembro o un directivo de una corporación se le llama filantropía".
La donación de Buffet, que supera en dólares constantes las realizadas en otros momentos de la historia por Andrew Carnegie, los Rockefeller, Henry Ford o Bill Gates, ha sido a la Fundación de Bill y Melinda Gates (la primera fortuna del mundo), más de 30.000 millones de dólares, con la condición de que ambos se dediquen fundamentalmente a la misma y no al mundo de los negocios, como han anunciado que harán a partir de 2008. Con este dinero, la Fundación Gates tendrá unos fondos equivalentes a lo que EEUU dedica en un año a ayuda al desarrollo, o tres veces el presupuesto anual de la ONU. Pero además, WB, ha donado casi otros 7.000 millones de dólares a otras fundaciones con los nombres de su mujer y sus tres hijos, que defienden la planificación familiar, el derecho al aborto, en contra de la proliferación nuclear, a favor de los derechos humanos o la educación. Con esta política, WB sigue la secuencia de otros millonarios americanos, que tiene tres características: legar su fortuna en vida, evitando así la batalla entre los herederos y la Hacienda pública; introducir en las fundaciones los métodos de gestión empresarial, tales como el retorno de la inversión o la profesionalización de los directivos; e identificar un problema (por ejemplo, la lucha contra la malaria) y diseñar una estrategia para buscar soluciones eficaces, más que ejercer la caridad o el mecenazgo cultural de modo genérico.
Hace unos años, cuando George W. Bush, siguiendo la secuencia ideológica de los neocons en materia fiscal, quiso eliminar el impuesto de sucesiones en EEUU, 120 multimillonarios (al frente de los cuales estaban WB, Bill y Melinda Gates, los Rockefeller, George Soros, etcétera) hicieron público un manifiesto en el que decían: "Eliminar el impuesto de sucesiones sería negativo para nuestra democracia, nuestra economía y nuestra sociedad" Conduce a una aristocracia de la riqueza que transmitirá a sus descendientes el control sobre los recursos de la nación. Todo ello basándose en la herencia y no en el mérito .... WB fue aún más explícito: "Sería como formar el equipo olímpico de EEUU eligiendo a los primogénitos de los medallistas anteriores".
Exonerar de impuestos a un colectivo, el de los ciudadanos más pudientes, dará aun más regresividad a un sistema ya de por sí regresivo. La herencia es un vehículo de transmisión de la propiedad, que consolida las desigualdades y limita el concurso del mérito. Es evidente que los hijos de los más ricos disponen al heredar de una situación de partida alejada de aquellos que carecen de patrimonio. La supresión del impuesto adelgaza la igualdad de oportunidades. La hipótesis de que todos disponemos de las mismas oportunidades basándonos es nuestro esfuerzo es, sencillamente, risible. Uno de los primeros factores de corrección de la economía de mercado fue el impuesto de sucesiones. Por eso, WB declaró una vez que sus hijos no heredarán una gran fortuna porque ya habrán tenido más oportunidades que la mayoría: "Mis hijos heredarán millones, no miles de millones".

"Warren Buffet ha construido una filosofía del capitalismo contemporáneo, basada en dos grandes ideas: la filantropía (el que recibe algo de la sociedad tiene la obligación de devolverle al menos una parte) y la meritocracia (el ascenso social ha de relacionarse con el esfuerzo de cada uno y no en la herencia)"

Las lecciones de WB, que dan personalidad a un capitalismo, el americano -que sufre desde principios de siglo del cáncer de la corrupción corporativa- señalan unas señas de identidad que van más allá de los propios EEUU. Donaciones como las del oráculo de Omaha compensan en cierta medida las insuficiencias del gasto público en el Presupuesto Federal, ya que las estimaciones sitúan en más de 250.000 millones lo que los ciudadanos e instituciones donan anualmente en EEUU bajo el concepto genérico de filantropía y obras de caridad. Es difícil entender los avances científicos y las redes de asistencia social sin contemplar el papel de esos ejercicios de generosidad individual.
En España, país poco dado a este tipo de donaciones, el sistema fiscal está basado en dos impuestos directos y complementarios: el de la renta de las personas físicas (que grava las vías de acrecentamiento patrimonial como los ingresos corrientes y las ganancias de capital), y el de sucesiones y donaciones (que grava los acrecentamientos por donaciones o por transmisiones mortis causa). El experto fiscal José Víctor Sevilla escribía hace poco que los impuestos directos descansan en una idea muy clara: todo lo que fluye a un sujeto, todo lo que recibe y puede destinar al consumo e incrementa su patrimonio, debe ser gravado: la suma de todo lo que recibe es el mejor indicador de la capacidad de pago. Si se amputa uno de los sumandos (el impuesto de sucesiones), como han hecho algunas comunidades autónomas, esa capacidad de pago será superior a los más ricos.
Estas son las lecciones de Buffet a  nuestro tiempo.

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