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REVISTA110

ENSXXI Nº 113
ENERO - FEBRERO 2024

Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR
Periodista


LA PERSPECTIVA

“A quienes trabajaron en el diario MADRID defendiendo las libertades”, reza la placa modelada por el escultor Julio López Hernández y fundida en bronce que luce en el chaflán de las calles General Pardiñas y Maldonado en el barrio de Salamanca, lugar donde tuvo su sede la Redacción, Administración y Talleres del mencionado periódico desde 1947 hasta que le llegó el jueves 25 de noviembre de 1971 la Orden de Cierre dictada por el Gobierno.

Ahora que van a cumplirse cincuenta años de semejante fechoría, conviene advertir la diferencia entre el régimen de entonces nacido del 18 de julio, que inoculaba en cada momento los estímulos precisos pour encourager les outres y evitar que caducara la docilidad inducida por el temor. Porque frente a las tergiversaciones que se hayan podido escuchar en arengas populistas aquel de cuando entonces si era un régimen erigido sobre el prestigio del terror, capaz todavía el sábado 27 de septiembre de 1975, menos de dos meses antes de su fecha de caducidad de enviar al paredón a cinco sentenciados en Consejos de Guerra.
La citada Orden de cierre cancelaba la inscripción registral del periódico mediante una resolución que no era firme, pero sí ejecutiva a partir del día siguiente. La redacción de la Orden es la quinta esencia del cinismo porque presenta al ministerio de Información y Turismo como mero ejecutor obligado por imperativo legal a cerrar el periódico insistiendo en que ese proceder carecía de relación alguna con los textos publicados en el diario que para entonces ya había recibido dieciséis sanciones administrativas de diversa gravedad, incluida una suspensión por cuatro meses el 30 de mayo de 1968. Asombra constatar que todavía en agosto de 1977, casi dos años después de la muerte de Franco, el exministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella, a la sazón presidente del Banco Hipotecario insistiera en que volvería a cerrar el periódico y reivindicara que el origen de la medida fue decisión suya personal y única. Pero el mayor asombro fue el que causaron los trabajadores del diario MADRID al transgredir la ley de la gravitación laboral prefiriendo el paro en el que les dejaba el cierre del periódico a la continuidad en sus puestos bajo el yugo de la prensa del Movimiento.

"Nunca aceptaremos que pretendan equiparar el régimen de la victoria, que fusilaba o cerraba periódicos, con el de la Constitución reconciliadora de 1978"

De modo que por mucho que sea el ruido que armen y la gesticulación que desplieguen los que acaban de llegar cabalgando la indignación, quienes estábamos allí “defendiendo las libertades” nunca aceptaremos que pretendan equiparar el régimen de la victoria, que fusilaba o cerraba periódicos, con el de la Constitución reconciliadora de 1978. Se ha dicho que solo se aprecia aquello de lo que se ha carecido. Entiéndase, por tanto, que de aquellas carencias padecidas que intentábamos superar nos viene esa afección indeleble por la Constitución que proclama las libertades civiles. Sabemos también que las libertades no se alcanzan de una vez para siempre, que se encuentran sometidas a los agentes de la erosión y que reclaman de quien quiera que pretenda por ejemplo llamarse periodista el compromiso activo de emplearse en garantizar su plena vigencia. La prensa y los periodistas siempre incitados a la defensa de todas las causas saben que ante todo su compromiso irrenunciable es con la libertad.
Solo con la Constitución que abolía la ley de Fraga pudo abrirse la nueva experiencia de estrenar las libertades, sin cuyo oxígeno los medios de comunicación quedan degradados en órganos de propaganda. En aquel tiempo de silencio, la prensa o los medios de comunicación carentes de libertad degeneraban en propaganda servil y lo que se editaba y se difundía quedaba al servicio del poder, según establecía la ley de 1938 inspirada por el cuñadísimo Ramón Serrano Suñer. Y esa sombra de servidumbre, modulada por la Ley 14/1966, de 18 de marzo, de prensa e imprenta que impulsó Manuel Fraga, se proyectó hasta 1975.
Cuando todo esto cambió, cuando empezamos a respirar, cuando la prensa pudo llamarse realmente prensa fue a partir de la Constitución de 1978, es decir, a partir de que los medios de comunicación pudieron respirar ese oxigeno básico de la libertad sin el cual ni es posible la combustión, ni puede verificarse la función clorofílica. Aunque como bien sabemos los medios de comunicación puedan desnaturalizarse mediante la inoculación de otros venenos insidiosos de diferentes procedencias. Porque los medios son un sistema de influencia donde enseguida los poderes económicos, políticos, religiosos, sindicales, deportivos o sociales quieren hacerse presentes.

"Cuando la prensa pudo llamarse realmente prensa fue a partir de la Constitución de 1978, es decir, a partir de que los medios de comunicación pudieron respirar ese oxigeno básico de la libertad sin el cual ni es posible la combustión, ni puede verificarse la función clorofílica"

Con la Constitución, llega la libertad, que como decía Don Quijote a Sancho es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con la que no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre. De donde por ella se pueda y deba aventurar la vida. Pero ese don tan preciado ni se alcanza de una vez para siempre, ni tampoco es incorruptible. De ahí la exigencia del compromiso permanente para mantener su vigencia y evitar que se oxide, sometida como está a la intemperie y a los agentes de la erosión, que intentan pervertirla. Algunos de manera más sutil; otros con zafiedad manifiesta. Unos operando de manera más abierta; otros, de forma más solapada. Pero, todos intentando condicionar a los medios de comunicación para ponerlos a su servicio.
Porque todo poder, en cuanto se nuclea como tal, pretende convertirse también en un centro emisor de noticias, da lo mismo que se trate del colegio de registradores o de los comerciantes de papel, enseguida crean una oficina de prensa desde donde, imbuidos de un afán evangélico, se aplican a difundir la buena nueva de su existencia y del servicio maravilloso que prestan a la sociedad y a los ciudadanos. De ahí que haya muchos más periodistas en esas oficinas de prensa trabajando en contra de la libre información que en las redacciones de los medios depurando lo que pueda haber de verdadero interés para los ciudadanos, liberándoles de esa inundación en que están privados del agua potable imprescindible, es decir, de la inteligibilidad que les permita orientarse.
Estamos hablando de lo que todavía podríamos denominar el mundo clásico, pero las nuevas tecnologías de la información que aportan otras facilidades, otros sistemas, otras instantaneidades, otra simultaneidad entre los hechos y su difusión, suponen también una interferencia. Ahora quien permanece conectado está dejando en todo momento rastro de su ubicación y de sus comportamientos y al mismo tiempo recibiendo la noticia en su móvil, en su tableta, en el mismo instante en que ha sido inyectada en el sistema informativo. Además, cada uno de los receptores ha quedado elevado a la categoría activa de emisor, de forma que así se desencadena una interacción cargada de consecuencias. Las analizaremos.

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