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REVISTA110

ENSXXI Nº 113
ENERO - FEBRERO 2024

Por: JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ
Presidente de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI


LOS LIBROS

El autor de Calle Este-Oeste destapa la turbia trama integrada por espías, exfascistas, agentes dobles, clérigos y algún obispo filonazi, que facilitaba a los nazis fugitivos la huida hacia Sudamérica y colaboraba con el bloque anticomunista durante la guerra fría en los años cincuenta

Ruta de escape (Ed. Anagrama, 2021). Ese es el título del libro en español. Se refiere a la ruta migratoria del Reich, la Ratline -literalmente en inglés línea de ratas- es decir, a las rutas de escape utilizadas por los nazis a partir de la rendición para huir a Sudamérica, considerada lugar seguro por estar gobernada por líderes comprensivos como por ejemplo Perón en Argentina, ruta por cierto controlada por los estadounidenses porque eso les permitía elegir entre los fugitivos a los que mejor pudieran servir a sus fines de inteligencia y espionaje durante la guerra fría de aquellos años.

Ratlane es el título elegido por Philippe Sands, abogado y escritor nacido en Londres en 1960 pero con fuertes vinculaciones con la mítica ciudad de Lemberg (o Lviv o Lvov según el invasor de turno) que ha formado parte de Polonia, de Austria, de Rusia, de Alemania y hoy de Ucrania, a la que se ha hecho referencia en esta revista en los comentarios a dos obras geniales. En el último número, en los que hizo Fernando Ledesma a Una leve exageración, obra del eminente poeta polaco merecedor del Nobel Adam Zagajewski, premio Príncipe de Asturias y candidato varias veces al Nobel, desgraciadamente fallecido el día que escribo estas líneas. Y varios números atrás en los hechos a otra obra rotunda del mismo autor de la ahora comentada, Philippe Sands, titulada Calle Este-Oeste de la que Ruta de escape pude considerarse segunda parte.

"Ruta de escape es el relato de la fuga trepidante de ese criminal nazi desaparecido en 1945, sus escondites entre las nieves alpinas, su escalada por los Grisones y su reaparición en Roma en 1949 donde se escondió en una celda semiabandonada de un monasterio hasta que encontrara la ruta de escape hacia Sudamérica"

En efecto, los abuelos de Sands eran judíos de Lemberg y en esta ciudad vieron morir a todos sus familiares en el Holocausto. En la primera obra, Calle Este-Oeste, en los márgenes del tema central que fue la hazaña de aquellos dos juristas judíos también vinculados a Lemberg, Lauterpacht y Lemkin, de conseguir que el Derecho Internacional admitiera como tipos penales específicos el crimen contra la humanidad y el genocidio, Sands narraba cómo sus abuelos escaparon del exterminio salvaje de judíos en Lamberg huyendo a París, y aclaraba que en aquella Polonia ocupada, los máximos jerarcas nazis, implicados en el genocidio, fueron Hans Frank, ahorcado luego en Nuremberg, y Otto Wächter que consiguió escapar tras la rendición y nunca fue juzgado ni ejecutado.

"La obra es una odisea, una serie de episodios, vivencias y sucedidos reales, que superan la cadena de sorpresas del thriller de espionaje más trepidante"

Ruta de escape es el relato de la fuga trepidante, documentada hasta la nimiedad -hasta 20.000 páginas de documentos y archivos dice haber revisado el autor- de ese criminal nazi desaparecido en 1945, sus escondites en las montañas austriacas y durante años entre las nieves alpinas, su escalada por los Grisones hacia Italia y su reaparición en Roma en 1949 donde se escondió en una celda semiabandonada de un monasterio de Vigna Apia con la única idea de sobrevivir hasta que encontrara la ruta de escape hacia Sudamérica.

"Sands quiere desentrañar la mente de este asesino de masas fugitivo convencido de su inocencia y apoyado por gentes que la confirmaban en la convicción de que Otto era una buena persona, que hizo lo que se le ordenaba, porque era un buen nazi que solo hacía lo que se le había ordenado hacer…"

La obra es una odisea, una serie de episodios, vivencias y sucedidos reales, un collage de historias con personajes conocidos y anónimos, que superan la cadena de sorpresas del thriller de espionaje más trepidante que la mente humana pueda imaginar. Su lectura resulta absorbente, y la habilidad narrativa de este literato abogado es tan sorprendente que la permanente entrada y salida de personajes nuevos en la narración nunca cansa al lector ni le hace perder la línea del relato. Y no estamos ante un relato lineal, porque alrededor del eje central, la fuga de Otto von Wächter, giran otras historias, algunas de mayor calado y transcendencia. Está la historia de la saga. La fidelidad imperturbable de su mujer Charlotte, que aún siendo consciente de que era un asesino en masa, lo sabía todo incluso le alentaba en sus cartas, le ayudó a escapar, le proporcionó víveres y ropa en sus escondites, le apoyó hasta el final a toda costa, y nunca, hasta su muerte en 1985, mostró signo alguno de remordimiento. Está la fe inquebrantable en su padre del hijo pequeño de Otto, Horst, hoy un anciano recluido en un castillo en Austria, esclavo aún de sus obsesiones exculpatorias de su padre cuya inocencia estima indefectible porque lo contrario arrastraría la complicidad de su madre Charlotte lo que para él es imposible, y que convencido de su inocencia -podría aceptar los hechos de los crímenes pero nunca la responsabilidad criminal de su padre-, facilita al cronista todo el archivo familiar porque, necesariamente tiene que encontrar en él, porque no puede ser de otro modo, pruebas irrefutables de la inocencia de sus padres Otto y Charlotte. Otra parte de la tercera generación, muy al contrario, cuando intentó entender el pasado de su familia llegó a la conclusión de que los abuelos, Otto y Charlotte, eran muy conscientes de lo que hicieron y en cierto modo nunca se arrepintieron.

"Termina invadiendo la sospecha de que aquella sociedad estaba inconscientemente contaminada por lo que Hannah Arendt denunció como la banalidad del mal"

Ahí está una de las claves de este libro. Si en Calle Este-Oeste Sands se reafirma en la constatación del mal absoluto que representaba el nazismo y en la necesidad de aplicar la justicia implacable que reclamaban la víctimas, en Ruta de escape Sands quiere desentrañar la mente de este asesino de masas fugitivo convencido de su inocencia y apoyado por gentes que la confirmaban en la convicción de que Otto era una buena persona, amante de su familia, sensible y educado, incluso seductor, que no pudo cometer ningún crimen, que hizo lo que se le ordenaba, porque era un buen nazi que solo hacía lo que se le había ordenado hacer…
Cómo un ciudadano modelo, esposo y padre devoto, obediente, arquetipo del orden, la disciplina y el civismo, antítesis del estereotipo del nazi perverso y frio pudo ver bloqueada su mente por la ideología nazi, es el objetivo central de esta obra de Sands. Ya lo dice uno de los lemas del libro, precisamente el de Javier Cercas, es más importante entender al verdugo que a la víctima, y en este caso te termina invadiendo la sospecha de que aquella sociedad estaba inconscientemente contaminada por lo que Hannah Arendt denunció como la banalidad del mal, la banalidad generalizada de los que mataban con la fría normalidad de un funcionario que da curso a un expediente ordinario, y de los que lo presenciaban y lo toleraban con absoluta naturalidad encajándolo en sus mentes abducidas como algo rutinario en el quehacer cotidiano.

"Los que arropaban y apoyaban a Otto habían interiorizado esa trivialización del exterminio de seres humanos como simple procedimiento burocrático ejecutado por actores incapaces de percibir las consecuencias éticas de sus actos"

Otto, Charlotte, el hijo menor de éstos, Horst, y gran parte de los que arropaban y apoyaban a Otto habían interiorizado esa trivialización del exterminio de seres humanos como simple procedimiento burocrático ejecutado por actores incapaces de percibir las consecuencias éticas de sus actos. Sands indaga en los recovecos anímicos del asesino furtivo, de sus familiares y congéneres, da datos ciertos extraídos de centenares de cartas y archivos. Y constata que ni antes ni después se vislumbra en ninguno de ellos indicio alguno de arrepentimiento.
De cualquier modo Sands, con propósito calculado y confesado, se abstiene de emitir juicios. Solo investiga, eso sí, concienzudamente los hechos, trascribe los datos como un cronista neutral sin disfraces ni disimulos, rehúye transmitir emociones o censuras, y deja para el lector la emisión de juicios y conclusiones. Aunque a éste no le queda en este caso mucho margen para la deliberación.

"Sands nos adentra en la tortuosa amalgama de intereses que ya priorizaba, sobre la búsqueda de nazis, la formación de un bloque antisoviets que integrara a aliados, demócratas, norteamericanos, fascistas y al propio Vaticano"

Pero no es solo eso lo que propone enjuiciar al lector. La ratline pasaba por Roma. Y ahí se detuvo la fuga de Otto a la espera de obtener documentos y pasaje para Sudamérica. Todo pasaba por conectar con una oscura y turbia trama de contactos insólitos de clérigos, exfascistas y espías estadounidenses que tanto operaban como guías de las rutas de escape como de rastreadores para reclutar nuevos espías o infiltrados, en aquel oscuro marasmo clandestino durante la guerra fría entre bloques en los años 50 en el que Sands intenta penetrar con sus investigaciones. Otto contactó en Roma con tres ex mandos del partido nazi y dos clérigos, el portavoz del Vaticano y el obispo austriaco filonazi Alois Hudal, que además era espía para los americanos. Sands nos adentra en la tortuosa amalgama de intereses que ya priorizaba, sobre la búsqueda de nazis, la formación de un bloque antisoviets que integrara a aliados, demócratas, norteamericanos, fascistas y al propio Vaticano. No averiguó Sands, a pesar de que indagó en el Vaticano en compañía de Cercas y un obispo irlandés, la implicación de Pío XII en este embrollo. El archivo vaticano es inmenso y no esta digitalizado, pero es optimista en que el Papa Francisco abrirá antes o después ese archivo para esclarecer toda la verdad de la ratline y sus derivados.
Sands promete para 2024 la tercera parte de esta trilogía, que completará lo indescifrado del caso Otto, en especial la causa de su misteriosa muerte, y la historia de otro oficial de las SS, Walter Rauff, que también escapó, que se escondió en la misma celda que Otto en el convento romano, que se fugó por una ratline que pasaba por España, y que terminó recalando en Chile, convirtiéndose en amigo y luego interrogador de Pinochet. En ella aparecerá el juez Garzón y su famosa orden de detención de Pinochet en nombre de la Justicia Universal. Sands augura otra interesante obra de Justicia literaria.

Talleyrand

El notario Roca Ferrer nos ofrece una notable biografía del legendario aristócrata-diplomático más influyente, directamente o como apuntador entre bastidores, de la política europea de finales de XVIII y primeras décadas del XIX

Ya se hizo eco hace casi dos décadas esta revista de la hazaña que supuso su traducción fiel y deleitosa al español de la cima insuperada de la literatura japonesa La novela de Gengi, suma platónica de sensibilidad y refinamiento. También se le dedicaron elogios merecidos en 2015 cuando nos sorprendió con una biografía rigurosamente documentada, la primera que se editaba en español, de una mujer comprometida con la libertad pionera de la intriga y el activismo político en los salones parisinos de la época revolucionaria, Madame de Staël, que se atrevió a acusar al mismo Napoleón de ser el más hipócrita usurpador de la revolución liberal. Y ahora hay que reiterarle alabanzas por haber afrontado la biografía de un personaje legendario de la diplomacia, quizá el más influyente en la conformación política europea en la primera mitad del siglo XIX, rey de los salones de París, seductor, jactancioso, y tan ocurrente que ha quedado en el imaginario social como el legendario autor de cualquier agudeza de salón que circulara en los mentideros socio-políticos hubiese salido o no de su boca. Se trata, es obvio, de Carlos-Mauricio de Talleyrand-Perigord.

"Cuando juró el cargo ante Luis XVIII, se lo dijo con sonrisa irónica: Sire, es mi juramento número trece, esperemos que dure. Y todavía volvió a jurar con sus sucesores, el último Borbón Carlos X y Luis Felipe de Orleans"

Y el destinatario de estos merecidos elogios es el colegiado Xavier Roca Ferrer, que además de notario, es doctor en Filología clásica, editor, traductor y polígrafo brillante, epígono del elenco de humanistas que siempre han proliferado en la institución notarial.
Es la suya (Talleyrand, Ed. Arpa, feb. 2021) una biografía rigurosa, documentada y narrada con la habilidad adecuada para que al lector le cueste suspender su lectura: capítulos cortos, sintaxis culta y lineal, lenguaje sencillo. Y una narración encauzada por hechos históricos conocidos que constituyen los escenarios sucesivos del relato: la Revolución de 1789, la Asamblea Nacional, el Terror, el Directorio, la irrupción de Bonaparte, el Consulado, el Imperio, la Restauración…, en todas fue protagonista sagaz, activo o simulado, recibiendo de sus congéneres toda clase de epítetos, astuto, maquiavélico, desaprensivo, diabólico… pero siempre temido y respetado a un tiempo.

"Roca se divierte detallando temas personales, lo que hoy llamaríamos cotilleo, su aspecto físico imponente marcado por una cojera que nunca admitió genética, su forma de vestir y empolvarse a diario que duraba horas, su casa palaciega junto a la Plaza de la Concordia antes Palacio del Infantado hoy Embajada USA"

Ya cuando juró el cargo ante Luis XVIII, se lo dijo con sonrisa irónica: Sire, es mi juramento número trece, esperemos que dure. Y todavía volvió a jurar con sus sucesores, el último Borbón Carlos X y Luis Felipe de Orleans del que fue apuntador entre bastidores y embajador en Londres, desde donde saltándose al Ministro y aún al monarca, terminó de pactar con las potencias europeas el mapa de Europa, especialmente el tema de Bélgica anexionada antes a Francia, desde el Congreso de Viena a Holanda, y que Talleyrand consiguió fuese independiente, eso sí en un molde de su invención, con garantía de neutralidad perpetua, al modo de Suiza, y de inviolabilidad para su territorio.
Pero la biografía no se limita a la faceta política. Roca se divierte detallando temas personales, lo que hoy llamaríamos cotilleo, su aspecto físico imponente marcado por una cojera que nunca admitió genética, su forma de vestir y empolvarse a diario que duraba horas, su casa palaciega junto a la Plaza de la Concordia antes Palacio del Infantado hoy Embajada USA, su ascenso social a través de ordenarse como Obispo de Autun donde estuvo no más de 40 días y dijo menos misas, cargo del que pronto dimitió, y sus múltiples amoríos, idilios y devaneos que el autor narra al detalle precisando su intimidad y la utilidad que cada una le prestó para sus intrigas.

"Se ganó mala fama social: perezoso, inmoral, chaquetero, agiotista, jugador, pesetero, llega a ser el hombre más rico de Francia y un consumado comediante regido por la máxima del engaño cínico"

Porque el biografiado se ganó mala fama social: perezoso, inmoral, chaquetero, agiotista, jugador, pesetero, llega a ser el hombre más rico de Francia y, como su adorado Voltaire ante el que se arrodilló al conocerle, un consumado comediante regido por la máxima del engaño: mundus vult decipi, ergo decipiatur, engañémosle, y, por encima de todo, amante del RIESGO con mayúscula, ese gusto inevitable por el peligro que lo convertía en seductor y confería encanto al azar.

"Su actuación legendaria en el Congreso de Viena a pesar de representar al país derrotado y en todos los pactos subsiguientes dan base suficiente, dice Roca, para poder considerársele fundador de Europa e impulsor de su mapa actual"

Pero todo esto, que es cierto, no empequeñece su excepcional figura, cuyo legado también excepcional se induce del resultado de su trayectoria política y humana que Roca describe con admiración. Su intento de insuflar cultura democrática a la Asamblea constituyente, defendiendo la primacía de la voluntad general. Su posición liberal y moderada entre girondinos y jacobinos como un aristócrata liberal condenado, como se dijo, a ser víctima de su propia filosofía. Su defensa, cuando pude confiesa, de la libertad de expresión, y de la paz, apoyando a Napoleón en el Brumario para cortar de una vez la violencia y las matanzas salvajes de los Directorios en nombre de la Revolución que estaban llevando a Francia al caos. Su apoyo por el mismo motivo al General Pacificador lo que no le impidió después promover su derrocamiento. Su protagonismo y su influencia decisiva, con el savoir faire propio de los grandes señores, como apuntador entre bastidores de todos los regímenes, salvo el período del Terror en que se refugió en Londres. Su actuación legendaria en el Congreso de Viena a pesar de representar al país derrotado y en todos los pactos subsiguientes dan base suficiente, dice Roca, para poder considerársele fundador de Europa e impulsor de su mapa actual -incluso el de Francia en sus fronteras actuales no en las naturales (Pirineos, Alpes, Rhin) con que otros soñaban- y también de los principios que inspiran la escala europea de valores actual.

"Fue un diplomático, el primero y el mejor de su tiempo se dice, que hoy despierta un respecto casi universal"

Fue un diplomático, el primero y el mejor de su tiempo se dice, que hoy despierta un respecto casi universal. Aunque engañase a veinte reyes, su legado le acredita como un hombre extraordinario. Él también por tal se tenía. El autor, Roca Ferrer dice no pronunciarse expresamente sobre la valoración de su biografiado. Dice dar solo sus datos positivos y negativos y, como en el caso Philippe Sands en la obra antes comentada, deja al lector en libertad para opinar, pero de su texto se desprende mayor admiración que rechazo. La obra no es hagiográfica pero tampoco difamatoria, prima la moderación. Baste como última pincelada del retrato de este prohombre trascribir sus propias palabras, lema también de la obra de Roca: Cuando me examino a mí mismo, dijo, me preocupo, pero cuando me comparo recobro la seguridad en mí mismo.

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