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Por: JUAN CARLOS URETA
Presidente de Renta 4 Banco (jcureta@renta4.es)


VARIA

A fines de enero, la actuación simultánea (vamos a evitar de momento la palabra “concertada”) de varios millones de pequeños inversores, aglutinados en torno a la red social Reditt y al foro que lleva por nombre “apuestas de Wall Street” (WSB), capturó la atención mediática a nivel global. La imagen de los pequeños inversores ganando la partida a los grandes Fondos de inversión, algo así como “el pueblo contra los poderosos”, era demasiado atractiva como para no imaginar a David lanzando, victorioso, su honda frente a Goliat.

El sueño no duró mucho, y los valores como Gamestop que, impulsados por ese movimiento llegaron a subir más de un 1.500% en pocos días, han vuelto a caer a tierra, aunque no del todo, ya que se mantienen, en general por encima de los niveles previos al inicio del movimiento. Los medios han dejado de hablar de los foreros y aparentemente esa moderna versión bursátil de la toma de la Bastilla ha sido un episodio tan llamativo como efímero.
Pero ¿va a quedar algo de todo esto o no?, ¿hemos visto solo una avanzadilla de cosas mayores que nos va a deparar este siglo XXI?, ¿cuáles son las implicaciones de fondo del movimiento de los foreros?, ¿qué retos plantea este movimiento a los supervisores?, ¿está preparada la regulación para los nuevos comportamientos masivos a través de las redes sociales, o para la manipulación de los mercados que se puede producir a través de un medio de comunicación tan potente como es internet?

"Los mercados de capitales tienen como función asignar de forma eficiente y sostenible los recursos financieros, una función esencial para el buen funcionamiento de la economía"

Empezando por lo primero, creo que este tipo de movimientos ha llegado para quedarse. En realidad, no se trata de fenómenos nuevos, lo único nuevo es la escala a la que se producen, que es la escala del mundo global y digital del siglo XXI. Las Bolsas siempre se han movido por noticias, verdaderas o no, por rumores, por modas creadas por personajes a los que siguen los inversores. Pero ahora hay varios factores que amplifican los movimientos.
El primero es la comunicación vía internet y redes sociales, que ha convertido el mundo en un gran patio global de vecinos, en el que los rumores o las informaciones se difunden globalmente de forma inmediata. El segundo es la enorme popularización de la inversión, que hoy en día, sobre todo en EEUU, se ha convertido en una actividad masiva. El tercer factor es la facilidad de operar en tiempo real y de forma inmediata y simultánea. Millones de personas pueden lanzar sus órdenes de compra o venta a la vez a través de las plataformas de contratación “on line”, y esas órdenes son ejecutadas en tiempo real, al instante. El cuarto factor son las facilidades financieras que tienen hoy los inversores minoristas para operar con apalancamiento, vía derivados o vía financiación directa. Las políticas de “dinero barato” impulsadas por los Bancos Centrales están detrás de esas facilidades financieras.
Esos factores se ven amplificados por el enorme peso de la llamada inversión “pasiva”, que, al seguir las tendencias, amplifica los movimientos de forma muy notable. Si un valor va subiendo y ganando capitalización los vehículos de inversión pasiva (Fondos de inversión indexados, ETFs,…) están obligados a invertir en ese valor, para ajustar su ponderación en la cartera, aunque las valoraciones alcanzadas sean absurdas.
Todos estos factores no van a desaparecer, al revés, van a ir a más, porque obedecen a cambios estructurales muy profundos en el mundo de la inversión y de los mercados financieros, y en particular a la llamada “democratización” de los mercados. Que millones de personas puedan acceder a la inversión de forma fácil y barata, gracias a la tecnología, a las facilidades financieras y a las bajas comisiones, es en sí mismo bueno, pero el riesgo es que la popularización de la inversión se convierta en “populismo financiero”. El riesgo es que las Bolsas se muevan a golpe de tuit, a golpe de mensajes que muchas veces son lanzados por personajes estrambóticos, que no se basan en ninguna proyección financiera y que carecen del más mínimo rigor.

"Las categorías jurídicas tradicionales y las normas que regulan las malas prácticas y el abuso de mercado se ven desbordadas por las nuevas formas de comunicación y por los modelos de comportamiento de los nuevos inversores"

Eso no es bueno, porque los mercados de capitales tienen como función asignar de forma eficiente y sostenible los recursos financieros, una función esencial para el buen funcionamiento de la economía. La función de financiar a la economía real asignando los recursos de forma eficiente es todavía más importante en el mundo post Covid, un mundo en transición hacia una economía más productiva, más sostenible, más digital y más respetuosa con el medio ambiente, más “verde”. Para conseguir esos objetivos hace falta que los mercados cumplan bien su función, asignando recursos en base a los llamados “fundamentales de valor” y evitando movimientos especulativos tan extremos y tan alejados de cualquier análisis objetivo como los que hemos visto en algunos momentos estos últimos meses.
Desde el ángulo jurídico y regulatorio, la inversión coordinada a través de redes sociales y la difusión a través de dichas redes de noticias que puedan afectar a los mercados o directamente de recomendaciones de inversión plantean retos muy interesantes a los reguladores y supervisores. En cierto modo, las categorías jurídicas tradicionales y las normas que regulan las malas prácticas y el abuso de mercado se ven desbordadas por las nuevas formas de comunicación y por los modelos de comportamiento de los nuevos inversores, y sería recomendable una revisión y adaptación completa de dichas normas.
Un ejemplo es la reciente actuación de la compañía americana Tesla, cuando el pasado 8 de febrero anunció que había invertido 1500 millones de dólares de su tesorería en bitcoins, informando al mismo tiempo de que la compañía tenía intención de aceptar bitcoins como medio de pago de sus automóviles. El bitcoin subió más de un 15% en los minutos siguientes a la noticia y Tesla ganó más de doscientos millones de dólares en menos de una hora. En principio no parece haber nada contrario a las normas en esa información, simplemente la compañía comunica al mercado un hecho cierto (que ha invertido una suma importante de su tesorería en bitcoins) y su intención de aceptar bitcoins como medio de pago. Pero si profundizamos un poco vemos que Tesla está tomando una posición en bitcoins antes de dar al mercado una información relevante sobre se activo, una información que es obvio que va a mover su cotización. Tal vez no sea estrictamente uso de información confidencial, pero se le parece mucho. Tampoco es estrictamente “frontrunning” (tomar posiciones propias antes de ejecutar las de un cliente) pero hay un cierto parecido.

"Las normas que regulan el mercado no están pensadas para la nueva sociedad global de la información en la que ya estamos"

Lo mismo cabe decir de los numerosos tuits del fundador y presidente de Tesla, Elon Musk, que en enero superó a Jeff Bezos como hombre más rico del mundo, sugiriendo inversiones en determinados activos. Musk cuenta con millones de seguidores en las redes sociales y ha sido uno de los grandes protagonistas en el movimiento de los foreros de Reditt. Por supuesto Musk se cuida mucho de no incurrir en violaciones de las normas. De forma directa no hace recomendaciones de inversión vía tuit. Si quiere invitar a comprar acciones de Gamestop se limita a poner en su tuit la palabra “Gamestonk”. Si quiere invitar a comprar la criptomoneda dogecoin publica la foto de un perro en su tuit. Pero todos sus seguidores lo entienden y operan en consecuencia. No podemos culpar a Elon Musk de hacer nada ilegal, simplemente se limita a lanzar mensajes y no es culpable de que millones de inversores minoristas los sigan ciegamente sin detenerse ni un segundo a analizar el activo en el que invierten. Sin embargo, algo nos dice que no es bueno que el mercado funcione así. Cuando menos, parecería lógico que quienes mueven el mercado con sus mensajes en redes sociales (hemos puesto el ejemplo de Elon Musk, pero no es el único), deban informar públicamente sobre sus posiciones en los activos sobre los que opinan, de la misma forma que lo hacen los analistas de inversión cuando publican sus informes sobre compañías cotizadas.
Hay otro tipo de actuaciones que podríamos calificar como “dudosas”. Por ejemplo, la que protagonizó el pasado agosto en el mercado tecnológico Nasdaq el gigante inversor japonés SoftBank. SoftBank tomó posiciones muy grandes sobre un reducido número de grandes acciones tecnológicas, mediante compras masivas de opciones “call” con vencimientos cortos y con precio de ejercicio elevado, lo que en la jerga técnica se conoce como “out of the money”, fuera del dinero. En sí misma esa actuación no parece contraria a las normas ni cabe considerarla como abuso de mercado. El problema es que esa actuación de SoftBank no fue pública, no se conoció hasta que un diario financiero la publicó a principios de septiembre, y, como luego se supo, esas compras masivas de SoftBank movieron a miles de inversores minoristas que operan en la plataforma Robin Hood a comprar esas mismas acciones tecnológicas que estaban subiendo de forma tan acelerada, amplificando así el movimiento alcista en favor de SoftBank. En esta ocasión SoftBank actuaba como la “ballena”, término que se utiliza en los mercados financieros para aludir a un gran operador que es capaz de mover por sí solo el mercado, y los minoristas seguían ese “momentum” creado por las agresivas compras apalancadas de la “ballena”, en medio de mensajes en las redes sociales que impulsaban a invertir en esas acciones por el solo hecho de que no paraban de subir.

"Es importante y urgente proceder a una revisión completa de las normas que regulan los mercados financieros"

Las normas de abuso de mercado prohíben el envío al mercado de señales engañosas de volumen o de precio ¿envió SoftBank en agosto señales engañosas al mercado? De nuevo surge la duda. La operativa descrita de SoftBank puede ser presentada como una estrategia de inversión que no viola, al menos formalmente, ninguna norma, pero, sin necesidad de pensar mal, el conjunto de la operación deja la sensación de haber producido una alteración una alteración bastante notable del curso normal del mercado.
Son tres ejemplos distintos de como probablemente las normas que regulan el mercado no están pensadas para la nueva sociedad global de la información en la que ya estamos. Aunque los ejemplos están sacados del mercado americano, y aunque hoy por hoy este tipo de actuaciones son menos frecuentes en los mercados europeos, es solo cuestión de tiempo que lleguen. Las facilidades financieras dadas por el “easy money”, unidas a la transmisión global e instantánea de la información y a la capacidad de ejecución de las operaciones en tiempo real crean movimientos de una escala exponencial, y son el caldo de cultivo perfecto para actuaciones dudosas, que transforman la democratización de la inversión en “populismo” financiero.
Las Bolsas y los mercados de capitales tienen una responsabilidad mayor que nunca en el nuevo mundo post Covid, y es importante que cumplan adecuadamente su función. Lo que ocurre en las Bolsas no se queda en las Bolsas, va más allá, afecta a las empresas, a sus proyectos, a las personas que trabajan en ellas, a sus clientes, a sus proveedores y a la sociedad en general.
Por eso es importante y urgente proceder a una revisión completa de las normas que regulan los mercados financieros y que tienen como objetivo el correcto funcionamiento de los mismos.

Palabras clave: Populismo financiero, Cambios estructurales, Revisión normativa.
Keywords: Financial populism, Structural changes, Regulatory review.

Resumen

En enero, la actuación simultánea de varios millones de pequeños inversores sobre la acción Gamestop capturó la atención mediática a nivel global. Este tipo de movimientos ha llegado para quedarse porque obedece a factores estructurales muy profundos, básicamente las nuevas formas de comunicación, la facilidad de ejecutar operaciones en tiempo real y de forma simultánea por millones de personas y las facilidades financieras que ofrece el entorno de dinero barato. Los mercados financieros tienen la función de asignar eficientemente los recursos, y esa responsabilidad es más importante que nunca en el mundo post Covid. Pero las normas que los regulan no están pensadas para la nueva sociedad global de la información del siglo XXI, y por eso es urgente proceder a una revisión completa de esas normas.

Abstract

The short squeeze on Gamestop shares in January, which simultaneously involved several million small investors, attracted international media attention. Events of this type are here to stay because they are due to very deep-rooted structural factors, which are basically the new means of communication, the ease with which millions of people can carry out transactions simultaneously and in real time, and the financial opportunities available in an environment of cheap money. The task of financial markets is to allocate resources efficiently, and this responsibility is more important than ever in the post-Covid world. However, the rules that regulate them are not designed for the new global information society of the twenty-first century, which is why a comprehensive overhaul of those rules is urgently required.

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