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REVISTA110

ENSXXI Nº 113
ENERO - FEBRERO 2024

Por: JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ
Presidente de EL NOTARIO DEL SIGLO XXI


LOS LIBROS

Gorrochategui, en su obra Contra Armada, desmonta el tópico mundial solidificado en prejuicio, de la derrota de la Invencible y la indemnidad de la flota inglesa de represalia al año siguiente

A pesar de que en Plymouth, puerto de desembarco de los restos de la flota y en toda Inglaterra iban siendo conscientes del desastre estrepitoso de la más numerosa expedición naval de la historia de Inglaterra, la Contra-Armada, con la que Isabel Tudor quiso replicar en 1589 al ataque de la llamada Invencible en 1588. A pesar de que apenas regresaron 5.000 supervivientes de los casi 28.000 alistados y solo 102 barcos de los casi 200 que zarparon. A pesar de que los propios comandantes de la flota reconocían no haber conseguido ninguno de sus objetivos y haber sido severamente rechazados en Coruña y en Lisboa, John Norris comandante máximo con Drake de la flota derrotada decidió alterar la historia. En nombre del honor de Su Majestad y de la reputación de nuestro país, proclamó, no debe ser encontrada falta alguna en nuestras acciones. Y para ablandar la ira regia todos acordaron enviar a la Reina Isabel engañosos informes triunfalistas que merecieron la felicitación de la Reina y del Consejo de Londres a los sobrevivientes arribados a Plymouth. Aunque no se habían conseguido todos los objetivos por causas totalmente ajenas a su valerosa actuación, decía, ella se mostraba radiante por su feliz triunfo en España y Portugal y el Consejo satisfecho y agradecido por tal hazaña.

Así comenzó en Londres una carrera contrarreloj para transfigurar, a través de la propaganda, una derrota en victoria. Panfletos, carteles, pero sobre todo epístolas, en especial dos del mismo año del desastre, 1589, una de Authom Winglield, A True Discourse, en inglés, para consumo interno, que se entretiene en narrar de forma pormenorizada gestas militares falseadas y otra, inspirada en la anterior, en latín, Epístola expeditionis Norreysius et Drakus in Lusitaniam, recibida con aplauso por toda la Europa protestante que supera en adornos y loas las distorsiones del original. Ninguna fue contradicha. De este modo se impusieron en toda Europa durante cinco siglos como doctrina única las distorsiones de un relato falseado que acríticamente terminó convertido en oficial y que fue asumido por el inconsciente colectivo europeo, incluso en la propia España.

“John Norris comandante máximo con Drake de la flota derrotada decidió alterar la historia. En nombre del honor de Su Majestad y de la reputación de nuestro país”

Tan es así que cuando en 2019 se celebró en Cartagena el I Congreso internacional sobre la Armada española de 1588 y la Contra Armada inglesa de 1589, todos los congresistas conocían el episodio (deformado) de la Gran y Felicísima Armada española de 1588 (solo tachada de Invencible por lord Burghley a toro pasado y con ironía), pero nadie, tampoco los historiadores británicos, conocían el estrepitoso fracaso del contraataque inglés al año siguiente. Es la más sorprendente anomalía de la historiografía mundial sobre sucesos transcendentes.

LIBRO 1

Tuvo que ser Arnold Toynbee en el siglo XX quien denunciara en su famoso Estudio de la historia el carácter generalmente nacionalista de la historiografía, también de la británica. Y ha sido solo en los últimos años cuando se ha iniciado una rigurosa revisión de estos acontecimientos tremendamente falseados. También en España ha sido solo ahora cuando los historiadores han empezado a tratar de revertir ese tópico mundial solidificado en prejuicio -la derrota de la Invencible y la indemnidad de la Contra Armada- investigando fuentes y datos, incluso legajos arrinconados, para formular una historiografía objetiva, de hechos contrastados y sin tintes nacionalistas. Best-seller han sido las denuncias-aldabonazo de Roca Barea aquí comentadas sobre la leyenda negra. Y hoy celebramos la obra de otro tenaz investigador, este coruñés, Luis Gorrochategui, profesor de filosofía, que ha dedicado muchos años a la investigación rigurosa de esa Contra-Armada inglesa de 1589, buceando en relaciones, memorias, roles y registros de marinería para ofrecernos una viva, realista y documentada crónica, minuciosa casi hasta el hartazgo, de los avatares de esa casi desconocida flota de represalia que la historiografía inglesa primero distorsionó, luego divulgó por doquier y a la que al final, cuando convino, aplicó la damnatio memoriae para sepultar en el olvido y hacer desaparecer un humillante descalabro que empañaba uno de los mitos fundacionales del imperio británico, la derrota naval por la marina inglesa de las escuadras del imperio católico de Felipe II.

“Cuando en 2019 se celebró en Cartagena el I Congreso internacional sobre la Armada española de 1588 y la Contra Armada inglesa de 1589, nadie, tampoco los historiadores británicos, conocían el estrepitoso fracaso del contraataque inglés al año siguiente. Ha sido solo en los últimos años cuando se ha iniciado una rigurosa revisión de estos acontecimientos tremendamente falseados”

La nueva obra de Gorrochategui, Contra Armada, la mayor victoria de España sobre Inglaterra (Ed. Crítica, sept. 2020), que ya ha sido editada en Inglaterra y ha inspirado una serie de la BBC, arrumba ese relato falsario, uno de los más enquistados de la historia. Gorrochategui desmonta en la primera parte con pruebas contundentes el mito difamatorio de la Invencible de 1588, y en la segunda narra la expedición de represalia que envió Isabel I al año siguiente, 1589, la mayor flota de la historia, de composición angloholandesa, la Contra Armada, al mando de los dos más afamados almirantes Francis Drake y John Norris, con el fin de destruir los barcos de la Invencible aprovechando que estaban varados en puerto para reparar los daños de su reciente infortunio, y arrebatar Portugal al imperio español para incorporarlo al inglés como D. Antonio, Prior del Crato -rival de Felipe II en la sucesión al trono luso- se había comprometido por escrito con la Reina Isabel, y al ocupar Lisboa y las Azores poder controlar las rutas del Nuevo Mundo. En mayo cercan La Coruña para saquearla, pero la enconada defensa de soldados y lugareños, con esforzada participación de las mujeres entre las que destacó María Pita, la heroína que desarmó al único alférez o abanderado inglés que llegó a la muralla, impidió el cerco y rechazó los ataques ingleses que, derrotados y algo desmoralizados, siguieron ruta hacia Lisboa donde por tremendos errores de estrategia de Norris y su desafección con Drake, fueron de nuevo rechazados por tercios españoles, perdiendo entre balas, hambre, plagas y otras enfermedades, más de 20.000 hombres, en una rotunda y humillante derrota.
El relato es directo, el lenguaje vivo, la sintaxis clara, los capítulos cortos y la documentación, la bibliografía y las pruebas abrumadoras. Incluso podría decirse que los pormenores y detalles con que el autor quiere justificar cada punto de su relato pueden abrumar al lector, pero éste paga gustoso este pequeño tributo en aras de su más segura convicción.

“La causa primordial y directa de esta distorsión de la verdad estuvo en la publicidad. Inglaterra multiplicó la propaganda y su relato no recibió contradicción”

Pero el objetivo esencial de la obra no es narrar batallas sino desmontar uno por uno, a base de datos contundentes y registros incontrovertibles, los tópicos de un mito asumido acríticamente por los foros historiográficos mundiales. La Gran Armada, la llamada Invencible, nunca fue derrotada y jamás negó combate al inglés. Y no se hundió, solo se malograron por las tormentas 35 barcos, casi todos de transporte, y entre ellos no estaban los galeones de guerra. Tampoco hubo una masacre humana, 14.000 bajas o caídos en total, no hubo más. La Contra Armada sufrió más de 20.000. Esos son los hechos. La distorsión viene del relato en versión inglesa: los caídos de 1588 aparecen en todas las cronologías, incluso adulterados al alza, los de 1589 de la flota inglesa son ignorados en los textos más completos.
Y el autor no para aquí. Sigue destapando corolarios de la campaña publicitaria inglesa que también se ocupó de desfigurar pro domo sua con la misma técnica falsaria las causas de sus victorias y del amañado fracaso español. No es cierto como se divulgó, que España careciera de política naval, al revés, los ingleses conocieron la navegación oceánica a través de libros españoles como el de Cortés Albacar de 1551, que tuvo hasta 9 ediciones en Inglaterra en los años siguientes o El arte de navegar de Pedro de Medina de 1545, de gran repercusión internacional que se tradujo al italiano, al francés, al holandés y al inglés con numerosas ediciones en toda Europa. La ingeniería naval hispana, añade Gorrochategui, era la primera en su tiempo. Tampoco fueron tan excesivas como se dijo las pérdidas por la Invencible. Él ha examinado por primera vez la contabilidad de esa Armada: los barcos perdidos no pasan de 35 como se acaba de decir, y las bajas humanas no llegan al 50% de los embarcados, las mismas que sufrió la flota inglesa de interceptación, aunque no pelearon, esta vez por hambre, pestes y otras enfermedades.

“El relato ingles de la Invencible, crucial para crear la identidad imperial inglesa, fue tan intenso que se ha comido todo a su alrededor, incluso a Felipe II”

Gorrochategui sigue desmontando bulos y profundizando en las causas de esta asombrosa anomalía historiográfica. Para él hay una causa medular, de sistema, la posición regia: Isabel I no asumía la carga de la política naval, practicaba el laissez-faire, atendía a la propaganda, a la moral y conciencia colectiva. Felipe II al contrario exigía exactitud y minuciosidad a su colosal aparato burocrático. A Isabel no había que rendirle cuentas detalladas, era rentable engañarla, por lo que la documentación inglesa es laudatoria, exculpatoria y literaria, lo que era imposible en España por los múltiples informes que llegaban y harían detectable cualquier engaño o falsedad.
Pero la causa primordial y directa de esta distorsión de la verdad, y en ello coinciden todos, estuvo en la publicidad. Inglaterra multiplicó la propaganda y su relato no recibió contradicción. Ni en el siglo XVI se replicó, ni durante los siglos siguientes los historiadores se implicaron en una investigación que desmontara ese tópico manido del desastre de la Invencible y la indemnidad de la Contra Armada.
Dejó escrito Orwell y repetía Churchill que la historia la escriben los vencedores, es así, pero una vez escrito, el relato lo es todo, el que gana el relato lo gana todo y el relato puede superar a la realidad de la guerra, como el arte lo puede hacer con la naturaleza. En este caso el relato inglés de la Invencible, dice Gorrochategui, crucial para crear la identidad imperial inglesa, fue tan intenso que se ha comido todo a su alrededor, incluso a Felipe II. No se puede olvidar que el desarrollo pionero de la imprenta en un país protestante y su concentración en núcleo tan hostil como era aquel Ámsterdam neerlandés facilitó la propaganda manipuladora contra el imperialismo católico con campañas intensivas de panfletos, imágenes, libelos y grabados que inundaronel mundo protestante. Y que nunca recibió contrarréplica. Hasta ahora.

Apogeo y caída de un partido ejemplar

Diaz-Ambrona desvela en el 2º tomo de sus memorias la trama interna y logros de UCD y las causas de su desoladora disolución

No podemos dejar de lado la obra de Juan Antonio Ortega Díaz- Ambrona Las transiciones de UCD: triunfo y desbandada del centrismo (1978-1983) (Galaxia Gutenberg, oct. 2020) mezcla de memorial autobiográfico, relato histórico y acta presencial del proceso que instauró en España la actual democracia. Puede considerarse la 2ª parte de las memorias del autor, cuya primera parte Memorial de Transiciones (1939-1978). La generación de 1978 fue publicada y encomiada en esta revista en 2015.

LIBRO 2


Ambas son historia verdadera, narración precisa y detallada basada en documentos oficiales auténticos, muchos inéditos, notas y cartas manuscritas que aseguran su fiabilidad. El conjunto es una obra ciclópea y minuciosa indispensable para comprender las múltiples y variadas etapas que compusieron la Gran Transición, aunque la narración se ciña al rebufo del eje central del partido-agente protagonista de esta gesta, la UCD, creada en un proceso rápido de aglutinación de grupos y personas inquietas y valiosas en 1977, que se desintegró en otro proceso, triste y desolador, no menos precipitado, de deserciones y deslealtades en 1983. Pero mereció la pena. Su legado fue tan intenso y decisivo que solo ha recibido críticas de quienes quieren destruir el sistema de democracia representativa que instauró. Para todos los demás es arquetipo, modelo a seguir.

“Tal vez con UCD se sumergió por ahora el centrismo político. Nunca hubo en la política española tanta generosidad, tanta comprensión, y sobre todo tanta voluntad de consensuar”

Esta segunda parte mantiene las virtudes de la primera que entonces fueron destacadas. La narración es precisa, incluso a veces rigurosa, la sintaxis elegante, de lectura ágil. El autor, que ocupó cargos decisivos en el partido y en los Gobiernos de Suárez y Calvo Sotelo, conoció los entresijos y participó en la cocina del proceso legislativo, siempre respeta al adversario, demuestra humanidad como cuando le tocó sufrir el asesinato de su compañero Jesús Haddag al que había nombrado Director de Prisiones o la catástrofe escolar de Ortuella, pero no se muerde la lengua para citar con nombres y apellidos, a veces con sarcasmo, algunas posiciones, como algunos pretendidos nacionalismos identitarios, algunas deserciones de compañeros hacia la izquierda o hacia la derecha, o para dejar al descubierto boutades como la posición nacionalista de Setién que anclaba en el Derecho natural. Desvela secretos políticos, denuncia la mano de Otegui en el atentado contra Cisneros y el secuestro de Rupérez, imputa a su antecesor en el cargo de Educación Otero Novas la cesión del sistema educativo a las autonomías, y le sobran pelos en la lengua para criticar a su sucesor en el Ministerio, Mayor Zaragoza, por sus torpes maniobras y su deslealtad para retirar el Proyecto de LAU que había provocado la dimisión del autor.
De gran interés actual son las secuencias en que desmenuza los debates sobre la regulación inicial del Tribunal Constitucional, del Fiscal General, del Defensor del Pueblo o del Consejo General del Poder Judicial en cuyas comisiones legislativas participó. Y particularmente interesantes son sus planteamientos sobre la educación, de cuyo Ministerio se encargó, para lo que no hubo entonces consenso y que aún está pendiente de solución. Un relato de interés. Unos personajes con calibre. Un partido efímero, UCD, al que Ortega y Landelino Lavilla mostraron lealtad hasta el final, pero que vieron personalmente y con tristeza desaparecer. Tal vez con él se sumergió por ahora el centrismo político. Nunca hubo en la política española tanta generosidad, tanta comprensión, tanta clarividencia y sobre todo tanta voluntad de consensuar.

La bahía de Venus

Cazorla novela dos famosos casos de corrupción de la 2ª República: la naviera África Occidental y el Straperlo

De todos es conocida la fortísima vocación literaria que él mismo ha confesado, del conocido y laureado jurista Luis M.ª Cazorla a quien esta revista hace unos años dedicó los loores merecidos por su anterior trabajo sobre la Sanjurjada, aquella efímera rebelión frustrada del General Sanjurjo contra la República en 1932. No era su primera incursión en el mundo de las letras. Antes había publicado una trilogía de novela histórica o historia novelada centrada en el Protectorado español en Marruecos en las primeras décadas del XIX. Tanto en aquella obra como en esta triada los hechos históricos predominan claramente sobre los ficticios que el autor introduce con los que solo trata de dar movilidad y fuerza dramática al relato y a los actores políticos que protagonizan el objetivo y acaparan el interés del lector.

LIBRO 3


Hace dos meses, en plena pandemia, ha publicado la segunda parte del periplo republicano La bahía de Venus (Ed. Almuzara, oct. 2020), cuya acción se inicia también en las colonias africanas, en este caso en la Isla de Fernando Poo en La Guinea Ecuatorial, pero explosiona en el que las izquierdas llamaron bienio negro republicano 1934/35 con dos sonoros casos de corrupción, el expediente indemnizatorio a la naviera África Occidental S.A. encargada del tráfico intercolonial en Guinea, y el escándalo de la ruleta fraudulenta de Strauss y Perlowitz, La Straperlo, en los que estaba implicado como es sabido Alejandro Lerroux, el Emperador del Paralelo, Presidente del Consejo a la sazón al que, aviso a navegantes, la corrupción le costó el cargo y puso fin a su carrera política.

“Ha acopiado tal cúmulo documental auténtico, que consigue que los hechos históricos vampiricen a los ficticios”

Como las anteriores esta novela debe integrarse en las que Truman Capote llamaba nonfiction novel. Cazorla en un gran esfuerzo de investigación exhaustivo se ha documentado en memorias, trabajos de historiadores, prensa de la época, pero sobre todo en documentos oficiales genuinos, expedientes, sentencias, resoluciones, dictámenes del Consejo de Estado… es decir ha acopiado tal cúmulo documental auténtico, que consigue que los hechos históricos vampiricen a los ficticios, hasta el punto de que al lector le resulte difícil separar unos y otros. Y es tal la fuerza del relato de lo real que llega a difuminarse el interés por el asesinato inicial que enciende la mecha del thriller. Es una obra meritoria, de fácil lectura, capítulos cortos, ejemplarizante, y a veces tan detallista que podría enmarcarse, como la anterior, en el hiperrealismo de la novela histórica.

Un manto de ironía

En su nueva obra Gutiérrez-Alviz incluye más artículos de ocasión y el Discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras

Nuevos elogios hay que dedicar al brillante representante del nutrido elenco de notarios humanistas, Pablo Gutiérrez-Alviz, notario de Sevilla, por su nueva aportación a nuestro acervo cultural. Ya hemos hecho referencia a su talento en esta revista con ocasión de sus entregas anteriores: en 2003, Un patinete de lujo; en 2006, Cariño quítate la corbata; y en 2017, La soldada rasa, tercera parte de una serie que recoge artículos publicados en prensa, concretamente en los Diarios del Grupo Jolly, artículos desbordantes de gracia y crítica social, rabiosamente ágiles e ingeniosos, se dijo entonces, impregnados de esa leve ironía cáustica que en Cádiz se llama guasa y que se engloba en un género literario tan difícil como es ese periodismo de observación y crítica que, como Cervantes, parece querer solo hacer reír pero que inconscientemente trasciende hasta la promoción de una forma más correcta de pensar y de vivir.

LIBRO 4


Ahora acaba de regalarnos una nueva obra, El testamento del espía (Fund. Unicaja, oct. 2020) en la que recoge en su primera parte nuevos artículos periodísticos, de ocasión los llama con ironía, publicados desde 2017 a 2020, en la segunda cuenta nuevas andanzas de ese personaje de su invención, un espía ruso destinado en Cádiz, Antoni Putin, vago, gorrón y estrafalario cuyas correrías sirvieron al autor en obra anterior para guasearse de minucias políticas risibles y utiliza ahora como percha para colgar una crítica política trufada de ironía rabiosamente actual (termina augurando un mercado negro de vacunas contra el covid), y en la tercera parte que titula Un baúl sin fondo recoge su Discurso de ingreso en 2017 en la Academia Sevillana de Buenas Letras, que tituló El lenguaje jurídico-sucesorio como fuente literaria, en el que tras ensalzar con justicia la belleza literaria del lenguaje y la sintaxis del Código Civil, hace un repaso jocoso y burlón de su articulado sucesorio y de sus más peculiares instituciones, el testamento cerrado, el fideicomiso, los indignos y desheredados, los hijos superpóstumos, los herederos probeta, etc..., salpicando de chistes, ocurrencias y agudezas, siempre en su estilo de burla respetuosa, ese gracejo urbano que agrada más, como decía Hartzenbusch, cuanto más al descuido se vierte.

“El libro está impregnado de un manto de ironía y de humor entre festivo y burlón pero contenido y amable”

El libro está impregnado de ese humor especial, entre festivo y burlón pero contenido y amable, esa burla fina y sutil, tan distinta de la bufa o mordaz, característica del autor de El Quijote, la burla disimulada como recurso estilístico, que algunos cervantistas radican en Andalucía concretamente en Sevilla, aunque la verdad en el caso de Cervantes es que fue un extranjero Lord Coteret quien en 1738, más de un siglo después de su muerte, el primero que retiró El Quijote de la sección de obras cómicas en la que estaba catalogado en las librerías, y el primero que desveló a la humanidad el manto mágico de ironía que cubre una obra genial que en el fondo es una sátira de la humanidad. De ese manto de ironía, sea o no de origen andaluz, participa también de algún modo, naturalmente en tono menor, la obra entera de Gutiérrez-Alviz, tan fresca y actual que como dijo Hartzenbusch aunque llegara a la posteridad, harto mejor es que de placer y provecho a los coetáneos del escritor, en este caso a nosotros.

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