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REVISTA110

ENSXXI Nº 114
MARZO - ABRIL 2024

Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR
Periodista


LA PERSPECTIVA

El seguimiento durante la anterior legislatura, sentado en la Tribuna de Prensa del Congreso de los Diputados, de las sesiones semanales de control al Gobierno, además de los Plenos más relevantes a propósito de la participación de nuestro país en los sucesivos Consejos Europeos de jefes de Estado y de Gobierno y de los que con carácter anual se dedican a examinar el estado de la Nación, me ha permitido entender mejor el clima de antagonismo incandescente en el que se ha celebrado durante los días 15 y 16 de noviembre el debate para la investidura del candidato Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Porque las altas temperaturas han sido una constante. Temprano madrugó la madrugada dice la elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández, y en esa misma línea, antes de que al portavoz del Grupo Parlamentario Popular le dieran la palabra para plantear de viva voz sus preguntas, ya el presidente Sánchez había buscado la ocasión para descalificarle y a identificarle como derecha extrema y extrema derecha arrojándole en manos de Vox, hereje máximo a destruir.

He sostenido y sostengo que al Gobierno, cualquiera que sea, le incumben graves responsabilidades en el comportamiento que adopte la oposición porque los titulares del poder tienen también capacidades relevantes de inducir la conducta de aquellos que, como consecuencia de los resultados de las elecciones generales, han de asumir la función de oponentes. Así lo vimos con el presidente Adolfo Suárez, empeñado en tener como contraparte un partido socialista moderado, como el que González y Guerra estaban construyendo. Por eso, cuando en el XXVIII Congreso del PSOE, a la altura de mayo de 1979, fue derrotada la propuesta de retirar la definición marxista del partido y Felipe prefirió en esas condiciones no presentar su candidatura a la secretaría general, de modo que una gestora presidida por José Federico de Carvajal que convocaría en el plazo de seis meses un Congreso Extraordinario donde habría de elegirse una nueva Ejecutiva. Estaba en juego la radicalización del PSOE a base de Paco Bustelo, Luis Gómez Llorente, Pablo Castellano y compañía. Entonces el presidente Suárez a la gestora no le dio ni agua y para González fueron todos los cuidados y ayudas de forma que recuperara la secretaría general del PSOE. Años después Felipe González en la presidencia del Gobierno se esforzó en moderar a Manuel Fraga.

"El seguimiento durante la anterior legislatura, sentado en la Tribuna de Prensa del Congreso de los Diputados, de las sesiones semanales de control al Gobierno, me ha permitido entender mejor el clima de antagonismo incandescente en el que se ha celebrado durante los días 15 y 16 de noviembre el debate para la investidura del candidato Pedro Sánchez como presidente del Gobierno"

Pero los ejemplos en sentido contrario han sido más frecuentes. Vimos al presidente José María Aznar empeñado en radicalizar a Bambi, como llamaban a José Luis Rodríguez Zapatero, hasta convertirlo en un líder pancartista; a ZP entusiasmado en echar al monte al PP de Mariano Rajoy en compañía de los prelados de la Conferencia Episcopal y de sus medios de comunicación con la Cadena COPE en vanguardia convocando sin fe y sin respeto para nadie; a Mariano Rajoy encantado de ningunear a Pedro Sánchez; y a Pedro Sánchez demonizando primero a Pablo Casado y luego a Alberto Núñez Feijóo y queriendo borrar diferencia alguna entre PP y Vox con el objetivo de conseguir que el público considere que se trata de un único conglomerado, del que lleva la batuta Santiago Abascal, para que así sea más fácil maldecirlos y arrojarlos a la gehena del fuego inextinguible. Este proceder cainita, este dar caña, que tanto satisface los más bajos instintos de compañeros y conmilitones, ha ambientado en distintos momentos históricos nuestras guerras civiles, modalidad bélica que ha terminado siendo la preferida en los dos últimos siglos por los españoles.
En esa senda es habitual el recurso al método del vale todo cuando se trata de perseguir los propios objetivos. Así sucedió contra Adolfo Suárez, cuando los estrategas socialistas llegaron a la conclusión de que sus méritos y el protagonismo adquirido en el proceso constituyente le habían hecho imbatible. Por eso, su decisión fue romper a toda costa el póster de Suárez, de forma que en las elecciones el centro derecha estuviera liderado por otra persona. Alfonso Guerra le llamaba tahúr del Misisipi y Felipe González en la moción de censura que le presentó en mayo de 1980 dejaba la puerta abierta para que pudiera acordarse una gran coalición con el PSOE pero nunca si hubiera de hacerse con Adolfo Suárez. Nunca con usted, le dijo. Se organizó en su contra una verdadera conspiración político-mediática para deslegitimarle que de paso abrió el camino para el golpe del 23-F de 1981. Luego, se hizo otro tanto contra Felipe González que fue sometido al vale todo cuando se consideró de extrema peligrosidad que continuara en el poder porque le favorecía el aura de haber logrado la adhesión a la Unión Europea de la que tantos bienes nos vinieron. Fue por entonces cuando se constituyó la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI), plataforma desde la que algunos directores de periódicos, como PJR, y algunos escritores, como CJC ganador del Nóbel en 1989, se aliaron con el comandante Perote saturado de antecedentes en el CSID (predecesor del actual CNI) para acabar con González.

"En esa senda es habitual el recurso al método del vale todo cuando se trata de perseguir los propios objetivos. Así sucedió contra Adolfo Suárez, cuando los estrategas socialistas llegaron a la conclusión de que sus méritos y el protagonismo adquirido en el proceso constituyente le habían hecho imbatible"

En la ocasión presente, el caso se ha invertido porque la movilización tiene su origen no en la oposición sino en Sánchez, su Gobierno y sus malas compañías de investidura vasco catalanas, a base de Bildu, ERC, Junts y los que te rondaré morena. Su objetivo es invalidar a la oposición de centro derecha presentándola como un apéndice irrelevante de Vox en quien el presidente Sánchez tiene puestas todas sus complacencias para que preste tan relevante servicio. Se advierte un hecho diferencial a tenor del cual, las afrentas al sistema, a la Constitución, a valores tan primordiales como la unidad del país, su indivisibilidad, la integridad territorial, no merecen reproche alguno cuando las profieren los afines del bloque que suman 179, quienes aprovechan el viaje para expresar sus desconfianzas hacia Pedro y amenazarle si llegaran a advertir desvíos de su socio principal en el cumplimiento respecto de los compromisos con los que consideran haberle dejado “atado y bien atado”.
Dos notas finales. La primera, que la Constitución tendrá que pasar del estado sólido al estado líquido una vez que su temperatura haya alcanzado el punto de fusión y después al estado gaseoso cuando la fuente de calor la lleve al punto de ebullición. La segunda, sobre las mentiras y los cambios de opinión: sépase que los políticos tienden siempre, en cada momento, hacia el poder. Por eso, cuando el poder se desplaza, la suma de las rectitudes infinitesimales sucesivas de los políticos que están ambicionando alcanzarlo describe una curva. Es decir, que su rectitud es curvilínea, que es lo que queríamos demostrar. Vale.

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