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REVISTA110

ENSXXI Nº 121
MAYO - JUNIO 2025

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR
Periodista


LA PERSPECTIVA

Son las nueve en punto de la mañana y se reanuda la sesión del Pleno del Congreso de los Diputados. En los carteles está anunciada la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien atiende así de una tacada las solicitudes de varios grupos parlamentarios que reclaman información sobre el incremento del gasto de nuestro país en defensa y seguridad para cumplir con las exigencias del rearme a tenor de los requerimientos de la OTAN y de la UE y para explicarse sobre el apagón eléctrico que nos dejó bloqueados el lunes 28 de abril. En los minutos previos mientras suena la sintonía que indica la inminencia, en línea con la de los aeropuertos o los ferrocarriles, concluye el goteo de los últimos ministros que van llegando apresurados y se abstienen de responder palabra alguna a los periodistas que apenas les dejan un pasillo hasta la misma puerta batiente que da acceso al salón de plenos.

De la seriedad de la ocasión parlamentaria, da idea que, en el banco azul, tantas veces despoblado, se deja ver casi la totalidad de las señorías que forman parte del gabinete. La presidenta da cuenta de que en la Junta de Portavoces ha sido acordado ampliar en cinco minutos la duración de las intervenciones de los portavoces que dispondrán así de veinte, a cambio de que sea silenciada la megafonía del interviniente en el mismo momento en que la sobrepase. Convencidos de que quien controla la megafonía controla el acontecimiento, escuchamos que la palabra es para el presidente Sánchez quien, por privilegio reglamentario, carece de límite de tiempo. Una carencia que los restantes portavoces envidian por considerarla ventajosa pero que, por el contrario, suele trocarse en desorientación para el orador porque, sin obligación alguna de contenerse, cae con facilidad en la tentación de deslizarse hacia la exhaustividad ignorando la regla elemental de que es imposible mantener la atención de un auditorio más de cuarenta minutos. Con el resultado de dejar exhaustas a sus señorías y acabar con su paciencia de modo que emprenden tareas diversas amparándose en el teléfono móvil o en la tableta del iPad, sin más preocupación que la disciplinaria de sumarse a los aplausos que hayan de ser rendidos al portavoz de su propio Grupo porque el fervor puntúa y cualquier signo de desafección trae consigo dificultades para figurar en la candidatura de las siguientes elecciones.

“Convencidos de que quien controla la megafonía controla el acontecimiento, tiene la palabra el presidente Pedro Sánchez quien, por privilegio reglamentario, carece de límite de tiempo”

Cabe imaginar cómo cambiarían los Plenos del Congreso si el salón donde se celebran las sesiones se convirtiera en una jaula de Faraday, es decir, si su espacio físico se hiciera impenetrable a las ondas electromagnéticas y dejara sin servicio a los teléfonos móviles y a los iPad. Es decir, si fuera imposible a los diputados distraerse con los dispositivos electrónicos. Y si, además, fuera de aplicación en el Congreso lo que dispone el artículo 84 del reglamento del Senado a tenor del cual “los discursos se pronunciarán sin interrupción, se dirigirán únicamente a la Cámara (Sánchez una y otra vez se dirige a los medios de comunicación y al público en general) y no podrán, en ningún caso, ser leídos, aunque será admisible la utilización de notas auxiliares”.
La presidenta de la Cámara, Francina Armengol, al abrir la sesión da cuenta sumaria de las solicitudes de comparecencia del Gobierno, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 203 del Reglamento del Congreso. Hay dos solicitudes, a petición del presidente del Gobierno. La primera, para informar sobre las medidas que el Ejecutivo va a adoptar para responder a las nuevas necesidades de Seguridad y Defensa de la Unión Europea; la segunda, para informar de la acción del Gobierno ante la crisis energética que tuvo lugar el día 28 de abril. Además, hay otras dos solicitudes de comparecencia urgente. La primera, registrada por el señor Miguel Ángel Tellado Filgueira, y otros 130 diputados del Grupo Parlamentario Popular, para que el presidente del Gobierno informe sobre el plan de Seguridad y Defensa aprobado por el Consejo de Ministros el 22 de abril. Plan que incrementa el gasto en Defensa en 10.471 millones de euros con el fin de alcanzar el 2% del PIB en el presente año y que, en ausencia de Presupuestos Generales del Estado, requiere una votación previa del Congreso de los Diputados. La segunda, la presentan los Grupos Parlamentarios Republicano y Mixto, para que el presidente informe del origen del gran apagón y de la gestión realizada por el Gobierno al respecto. La última de las solicitudes la suscribe de nuevo el Portavoz del Grupo Parlamentario Popular y otros 130 diputados de la misma denominación de origen. Su propósito es que Pedro Sánchez rinda cuentas de las causas y consecuencias de la crisis eléctrica nacional, de las medidas adoptadas, o no, para impedir un apagón y, posteriormente para proteger a los ciudadanos, las empresas y la seguridad nacional, y de los planes puestos en marcha para evitar que semejante colapso vuelva a repetirse.

“Cabe imaginar cómo cambiarían los Plenos del Congreso si el salón donde se celebran se convirtiera en una jaula de Faraday, es decir, si su espacio físico se hiciera impenetrable a las ondas electromagnéticas e inutilizara los teléfonos móviles y a los iPad”

El presidente Sánchez se levanta con agilidad de su escaño y accede a la tribuna de oradores armado con un taco de folios, en cuya lectura se demora noventa minutos de reloj. Lo hace combinando el tono declamatorio con otro suasorio, calmado, que quiere ser envolvente. Según los va leyendo, los va colocando a su izquierda. Los periodistas habituales en el seguimiento de estas sesiones, a punto de caer en la desorientación, observan con asombro e impaciencia que Sánchez hace menciones negativas a la oposición, pero centradas en Rajoy mientras que se abstiene de rozar siquiera a Feijóo. La intervención del presidente tiende a convertirse en un ejercicio de ilusionismo, donde los incrementos del gasto en Defensa y Seguridad, que ha comprometido con los aliados de la OTAN y los socios de la UE, en nada merman el gasto social, de modo que los caudales a invertir hacen su aparición por arte de birlibirloque que diría José Bergamín. Como en los juegos de manos, que encantan a los pequeños, al mago sólo le falta decir aquello de “nada por aquí, nada por allá”, añadir los polvos de la madre Celestina y dar los toques precisos con la varita mágica para que la cifra necesaria de 10.471 millones de euros aparezca en la casilla correspondiente sin que haya merma alguna en los gastos sociales. O sea, que queda abolido el dilema de “o cañones, o mantequilla”. Gracias al gobierno de coalición progresista de Pedro Sánchez tendremos “cañones y mantequilla”.

“Queda abolido el dilema de ‘o cañones, o mantequilla’. Porque gracias al gobierno de coalición progresista de Pedro Sánchez tendremos ‘cañones y mantequilla’”

En cuanto al apagón, sus consecuencias, según explica Sánchez, han sido tan beneficiosas, para la economía, para el consumo, para las pymes, para incentivar el comportamiento ejemplar y el civismo que, según acierta a decirle su antagonista Alberto Núñez Feijóo, parecería conveniente, escuchándole, que nos sobreviniera un colapso como el padecido el 28 de abril al menos una vez por trimestre. Sobre las 11.45 horas, termina la penosa intervención del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, a quien la presidenta Armengol tolera que se dirija a sus señorías como si fueran criaturas de un parvulario pidiéndoles primero que levanten la mano los que estén a favor de las nucleares y luego que lo hagan quienes acepten tener un cementerio de residuos nucleares contiguo a su domicilio o al colegio de sus hijos. Cómo se hubiera agradecido, entonces que la presidenta con la autoridad que le corresponde hubiera interrumpido a Rufián indicándole que lo de pedir a los diputados que levanten la mano sólo puede hacerlo ella. Envalentonado Rufián acusa a sus señorías de estar vendidas al lobby de las eléctricas, amaga diciendo que va a dar nombres y apellidos, pero se abstiene de hacerlo. Nadie pide la palabra para exigir que aporte los nombres de los diputados vendidos, ni de los lobbys que los compran. Tampoco la presidenta exige a Rufián que precise a quienes se refiere. Antes y después el presidente Pedro Sánchez ha procedido del mismo modo vertiendo acusaciones contra los ultrarricos de las eléctricas a los que empieza a identificar como culpables, causantes y beneficiarios de la oscuridad ajena. Abajo, en el pasillo, un nutrido corrillo de periodistas tiene cercada a la secretaria de Estado de Comunicación, Lidia del Canto quien, en respuesta a la preocupación que un periodista manifiesta por la confusión en la que ha incurrido el presidente entre los conceptos de cociente y de ecuación, se excusa diciendo que ella es de letras. Veremos.

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