
ENSXXI Nº 124
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2025
La constante de Plank y el Fiscal General del Estado

Periodista
LA PERSPECTIVA
El último parte de guerra fechado el 1 de abril de 1939 en el Cuartel General del Generalísimo en Burgos, que todos teníamos memorizado, rezaba en estos términos: “Cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado sus últimos objetivos militares las tropas nacionales. La guerra ha terminado”. Nunca vimos por aquí al ejército rojo que para nosotros era el ejército de Trotski. Aquí combatieron el ejército popular de la República, de un lado, y el ejército alzado de Franco, del otro. Obsérvese también la manera en que ensalzando al enemigo se incrementan los méritos propios. Porque al enemigo se le atribuye la condición de ejército que termina “cautivo y desarmado” por lo que se denominan como “tropas”. Pero volvamos al último parte de guerra y examinemos que concluye con una afirmación contundente: “La guerra ha terminado”. Bien, la guerra había terminado, pero en absoluto había empezado la Paz. Sólo había empezado la Victoria que se contaba por Años Triunfales. Porque para que empezara la Paz habría que esperar a la Constitución de 1978, en cuyo texto culminaría la concordia y la reconciliación.
Franco había gobernado, como subrayaba nuestro amigo Arturo Soria y Espinosa, basándose en el prestigio del terror, cuya aplicación fue modulándose conforme a las necesidades de cada momento. No se fusilaba con el mismo frenesí en los años cincuenta que en los cuarenta. Y más adelante sólo se fusilaba cuando se consideraba necesario como el desnudo de las actrices por necesidades del guion para evitar que cundieran desviacionismos o tibiezas. Eso sí, el general superlativo cuidaba de modo incesante mantener encendido el orgullo de ejército vencedor. El problema de la victoria residía en que no había sido obtenida sobre los mauritanos, los senegaleses o los nigerianos sino sobre otros españoles. O sea, que los vencidos, los derrotados, eran también españoles, lo cual a los victoriosos se les hacía insoportable. Por eso, todo el esfuerzo se concentraba en privar a los derrotados de esa naturaleza de españoles. Los vencedores eran la España de la Cruzada, la España de Franco, la España Una, Grande y Libre, la España de Covadonga, de Recaredo, de Numancia, de Roncesvalles, de las Navas de Tolosa, la luz de Trento, la menéndezpelayista; y los vencidos quedaban relegados a ser la Anti España, la de la conspiración judeo-masónico-bolchevique.
“Momento de verificar que ningún hecho permanece igual a sí mismo después de haber sido difundido como noticia o, si se prefiere, después de haber procedido a medir su magnitud noticiosa, es decir su noticiabilidad”
Aquel régimen estaba especializado en el cultivo de los eufemismos. Para el Caudillo “toda crítica era excesiva; todo elogio insuficiente”, como reflejaba aquella viñeta de El Roto. Por eso, cuando, el 25 de noviembre de 1971 en las postrimerías del régimen del 18 de julio, un simple director general de Prensa del ministerio de Información y Turismo, del que entonces era titular Alfredo Sánchez Bella, dictó la Orden de cierre al diario MADRID algunos dieron en pensar que la causa pudiera residir en que el periódico militaba en la oposición. Pero pudo acreditarse de modo inequívoco que esa era una suposición excesiva, dado que no había espacio disponible para un diario de oposición. El cierre, como quedó claro, traía causa de la falta de calor en el elogio a Franco. En todo caso, de su muerte nunca se hablaba y si se deslizaba alguna alusión indirecta era bajo expresiones como la del “hecho biológico” o con referencias al “cumplimiento de las previsiones sucesorias”.
El tiempo, también entonces, corría para todos y, de vez en cuando, quienes estaban más en la pomada se hacían eco de alguna adversidad en la salud de Franco, como la lipotimia que habría sufrido en una cacería. A continuación, se desencadenaba de modo acelerado el rumor de que Franco pudiera estar considerando retirarse para dar paso al Príncipe, a quien ya había designado sucesor a título de Rey el 20 de julio de 1969, sirviéndose de las atribuciones que se había otorgado a sí mismo en la Ley de Sucesión. Fecha coincidente con la de la llegada del astronauta Neil Armstrong a la luna, donde puso pie diciendo aquello de que el suyo era “un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad". Pero la rumorología sobre una posible retirada quedaba descartada con toda rotundidad cuando el generalísimo se arrancaba por soleares para decir, aprovechando alguna efeméride, “mientras Dios me dé vida, estaré con vosotros” o bien, mostrándose dispuesto al sacrificio, “quien recibe el honor y acepta el peso del caudillaje no puede darse al relevo ni al descanso”. Era el fenómeno de la lucecita del Pardo siempre encendida velando por nosotros, que escenificaba el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, biografiado por Cuco Cerecedo como Carnicerito de Málaga.
“Las fuentes se comportan de manera tanto más activas desde el punto de vista noticioso, cuanto menos precisa vaya a quedar su identificación pública”
Momento de verificar que ningún hecho permanece igual a sí mismo después de haber sido difundido como noticia o, si se prefiere, después de haber procedido a medir su magnitud noticiosa, es decir su noticiabilidad. La alteración del hecho al ser difundido, al ser acelerado informativamente o, si se prefiere, al ser pesado en la balanza de la actualidad, se produce, incluso en el caso de que se haya actuado con el más escrupuloso respeto y de que el observador haya adoptado la conducta más objetiva. En todo caso, el principio de indeterminación de Heisenberg señala que no podemos conocer al mismo tiempo y con total precisión la cantidad de movimiento y la posición de una partícula elemental. De forma que el producto de los valores de ambas magnitudes -cantidad de movimiento y posición- en cada instante sea igual a una cantidad del orden de h, siendo h la constante de Plank. Y a este principio de Heisenberg obedece el comportamiento de las fuentes informativas en presencia o bajo la observación visual y auditiva de los agentes difusores.
Sucede, pues, que dichas fuentes se comportan de manera tanto más activas desde el punto de vista noticioso, cuanto menos precisa vaya a quedar su identificación pública. De modo que también aquí el producto de la cantidad de noticia activable y de la posición de la fuente es una constante como la de Plank. En breve que las fuentes tienden a ser muy explícitas bajo la condición de permanecer sin identificar y se encierran en un hermetismo más estricto cuanto más identificadas teman aparecer. El caso del Fiscal General del Estado viene a probarlo de manera definitiva. Atentos.





