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REVISTA110

ENSXXI Nº 113
ENERO - FEBRERO 2024

Por: JAVIER GÓMEZ TABOADA
Abogado tributarista. Socio de MAIO LEGAL (www.maiolegal.com)


DERECHO FISCAL

En un hipotético libro de autoayuda sobre la convivencia en pareja no podría faltar un capítulo titulado “Tenemos que hablar…”, esa frase -de tan anodina apariencia- que, sin embargo, nos hace entrar en modo pánico al identificarla con el preludio de un torbellino de problemas, reproches y replanteamiento de nuestro modo de vida. Tampoco es menos cierto que, en el otro lado de la balanza, también podríamos decir que la “falta de diálogo” es una de las patologías que, con frecuencia, provocan el naufragio de las relaciones sentimentales (y quizá, en general, de todas).

En las últimas semanas -como haré, también, en las próximas- he tenido ocasión de intervenir (en representación de la Asociación Española de Asesores Fiscales, AEDAF; y, a veces, con el privilegio de acompañar a su Presidente, Stella Raventós) en diversos encuentros entre la sociedad (¿civil?..., ¿cuál no lo es?) y los poderes públicos; esos dos universos paralelos condenados a entenderse, aunque solo sea por aquello de compartir un mismo espacio y un mismo tiempo.

“La ‘falta de diálogo’ es una de las patologías que provocan el naufragio de las relaciones”

En efecto: estuve, por ejemplo, en el Congreso de los Diputados atendiendo la llamada de un grupo parlamentario, ocasión que aprovechamos para intentar trasladarle nuestra preocupación técnica -y del todo apolítica- sobre la tramitación parlamentaria de ciertas novedades tributarias; así como para denunciar aspectos más pedestres como que los títulos de las Leyes respeten el mandato del artículo 9.1 de la Ley General Tributaria (“Las leyes que contengan normas tributarias deberán mencionarlo expresamente en su título”), precaución básica que se ha desatendido repetidamente en los últimos meses.
También tuve ocasión de reunirme con la nueva Directora General de la Agencia Tributaria (AEAT) con motivo de una visita esencialmente protocolaria que sirvió para poner encima de la mesa diversos temas que nos ocupan -y preocupan- en nuestro ejercicio profesional así como para escuchar -lo contrario sería un diálogo de sordos- su propia perspectiva sobre otros tantos asuntos de su competencia.
En esa misma línea, intervine en sendas reuniones -ambas sobre temas muy similares- de la Fundación Impuestos y Competitividad y del Foro Técnico del Consejo de Defensa del Contribuyente/Instituto de Estudios Fiscales donde, con la presencia de relevantes miembros de la Administración tributaria estatal, se abordaron distintos aspectos de común interés para -ya de futuro- intentar agilizar y pacificar las controversias entre los contribuyentes y el erario.
Y, a su vez, a finales de este mes de noviembre, tendré la oportunidad de intervenir en otros dos puntos de encuentro: el Pleno del Foro de Asociaciones y Colegios profesionales donde la AEAT interactúa con los asesores fiscales, y en unas jornadas sobre “Poder Fiscal, Jurisdicción y Estado de Derecho” que, auspiciadas por la propia AEDAF, el Colegio de Abogados de Madrid y la Fundación Hay Derecho, buscan debatir sobre los genuinos contrapesos cívicos a las exorbitantes potestades de la Administración.
El siempre singular universo tributario es muy rico en matices, en detalles resultantes de la feraz praxis administrativa en interacción con una realidad que -como tantas veces- supera la ficción.
De ahí, precisamente, que no es que sea deseable, es que es del todo necesario, imperiosamente obligado, fomentar esos foros como puntos de encuentro del todo idóneos para dialogar (con una vocación de sincera y atenta escucha) con la sana intención de buscar el común entendimiento; tanto en escenarios prenormativos como en los atinentes a la práctica diaria, así como -también- a conflictos ya descarnadamente abiertos.

“Es del todo necesario fomentar esos foros con la sana intención de buscar el común entendimiento”

Escribo estas líneas cuando el foco informativo nacional está centrado en el debate sobre los efectos de la Ley -así mediáticamente conocida- del “solo sí es sí”; paradigma de adefesio legislativo que, ya en su día, fue objeto de tan numerosas como graves advertencias desde muy diversas y autorizadas instancias, públicas y privadas. No soy penalista y me confieso ignorante en esa disciplina jurídica, pero el fondo del asunto me resulta del todo familiar pues es mimético al ya vivido en muchas ocasiones, y desde hace lustros, en el ámbito tributario: una ínfima calidad legislativa que, lejos de mitigar los problemas preexistentes, viene a agudizarlos y, además, a multiplicarlos.
Precisamente, encima de mi mesa, tengo una nota de prensa de la AEDAF donde se denuncia que el nuevo impuesto sobre el plástico (que entrará en vigor el ya inminente 1 de enero de 2023) crea nuevas obligaciones del todo imposibles de cumplir por los contribuyentes; es más: se afirma que “a pesar de que la Administración Tributaria es absolutamente consciente de las dificultades existentes, se sigue contemplando la entrada en vigor de este impuesto el 1 de enero de 2023”, y se advierte expresamente de que “la creciente costumbre de ‘regular’ los detalles de normas complejas a través de documentos relativos a ‘Frecuentes Preguntas y Respuestas’ (en el argot, FAQs), elaborados por la propia Administración tributaria, debe ser desterrada en un Estado de Derecho”.
Ya termino: por favor, paralicen la motorización legislativa, paren la maquinaria normativa, regúlese con sosiego y -sobre todo- con criterio, déjese que el tiempo haga su trabajo y permita que las normas se asienten y reposen, no lleven al BOE ocurrencias al ritmo del Telediario ni de la próxima cita electoral. ¿Es mucho pedir? No lo creo, son aspectos básicos que redundarán en un país más serio, fiable y seguro.
Y, en cuanto a la praxis administrativa, y en aras de reducir su elevada litigiosidad -que evidencia un serio déficit de seguridad jurídica-, desmárquese totalmente del cumplimiento de finalistas objetivos recaudatorios como mero resorte automático para sufragar un gasto público del todo desbocado y que sólo parece llamado a crecer. Estamos, así, instalados -como pollos sin cabeza- en un tiovivo que solo gira y gira, persiguiendo nuestra propia sombra, pues hace tiempo que no sabemos cuál es nuestro rumbo dado que incluso ignoramos nuestro destino.
Hablemos, dialoguemos, escuchemos, interactuemos: paremos esta frenética actividad que solo parece responder a la orden de “hacer por hacer”, “avanzar por avanzar”. Todo un sinsentido; toda una paranoia colectiva.
#ciudadaNOsúbdito

Palabra clave: Calidad normativa, Derecho tributario, Técnica administrativa.
Keywords: Quality of regulation, Tax law, Administrative practice.

Resumen

La hiperactividad legislativa y ejecutiva (la praxis administrativa cotidiana) debe sosegarse en aras de procurar una calidad normativa válida para regular el mundo real, coadyuvando a mitigar problemas y obstáculos y no -por el contrario- a crearlos. En el universo tributario hay varios foros de encuentro, de diálogo: utilícense de un modo real, práctico y efectivo para evitar los conflictos. Nos va mucho en ello.

Abstract

Our legislative and executive hyperactivity (the everyday administrative praxis) must slow down in order to provide regulations with a quality that is suitable for regulating the real world, helping to overcome problems and obstacles and not - on the contrary - to create them. There are various forums in the tax world for meetings and dialogue: they should be used in a real, practical and effective way to avoid conflicts. A great deal depends on it.

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