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SEMINARIO DE JUVENAL

Nota del Presidente

Como consecuencia de la petición del consejo de esta revista de analizar la Nota remitida por el presidente Ojeda al cumplirse los cien días en el cargo, Juvenal, con la seriedad (nunca puesta en duda) con la que asume todos sus cometidos, decidió convocar inmediatamente una reunión de su prestigioso seminario con el fin de acometer el encargo con el máximo rigor. Se reproduce a continuación la correspondiente crónica.

Primera sesión del seminario.

La primera sesión del seminario (pues por los motivos que indicaremos se desarrolló en dos jornadas independientes) estuvo, como siempre, enormemente concurrida. Se procedió a leer en alta voz la susodicha Nota por el secretario en un ambiente de respetuoso silencio. Tras su conclusión, el respetuoso silencio se mantuvo durante algunos minutos. El motivo, según se manifestó más tarde, es que, en opinión de los asistentes, la nota no había concluido. El secretario insistió una y otra vez en que sí, que lo había leído todo, y que al final aparecía el nombre del presidente, a modo de firma, pero tras una animada discusión, fue contundentemente refutado.
Prevaleció el criterio de que una Nota cuya finalidad es repasar lo realizado por el presidente los últimos cien días, no puede
concluir sin haber mencionado lo que ha hecho el presidente los últimos cien días, a menos que no haya hecho nada, lo que no parece previsible, básicamente porque si hubiera sido así no hubiese sido lógico escribir la nota, y menos aún remitirla. Frente a esta opinión, el secretario argumentó tímidamente que algo se dice sobre la actividad del presidente, pues de los veinticinco párrafos de la nota hay concretamente tres en donde se menciona de pasada una reunión con los registradores en un "clima franco y muy clarificador de las posiciones de cada uno", reuniones con los responsables de Justicia, respecto de los cuales no oculta "una cierta decepción", y "multitud de contactos" en oficinas públicas.
A la mayoría no le pareció suficiente. A la vista de la actual situación, bastante preocupante para el Notariado, esas menciones no
podían constituir mas que una breve introducción general antes de centrarse en los múltiples problemas que afectan a nuestra profesión. Se acusó al secretario de estar ocultando información de forma dolosa para denigrar a nuestro presidente. En ese momento se suscitó por uno de los presentes la opinión de que, ya que no parece lógico escribir una carta de veinticinco párrafos para transmitir una idea (bastante hueca, por cierto) que cabe en tres líneas, quizá la intención del autor no era realizar una crónica de sus cien días, sino otra distinta. La propuesta causó un enorme revuelo. Se acusó públicamente al autor de la sugerencia de traidor y desleal por injuriar a nuestro presidente imputándole intenciones ocultas, amenazándole con la reprobación.
No obstante, a la vista de lo alegado, y con la finalidad de disipar completamente las dudas, se decidió remitir la Nota al profesor
Magnus Fallen, viejo conocido de Juvenal y verdadera eminencia en estas cuestiones, para que emitiese una autorizada opinión, aplazando la sesión del seminario hasta conocerla.

Respuesta del Dr. Fallen

Dr. Magnus Fallen
Gabinete psicoanalítico
Bergasse Strasse,19
VIENA

Viena, 11 de junio de 2009

Estimado Juvenal:
Recibo con enorme gozo el documento que me adjunta. Antes de nada le ruego encarecidamente me envíe todo lo que produzca su Consejo,
porque le aseguro que para un espíritu científico como el mío, estas notas y circulares, de las que ya no me puedo privar, constituyen una fuente inagotable de conocimiento sobre las peculiaridades de la naturaleza humana, por muy romas que parezcan a primera vista (las peculiaridades).
Me pregunta usted sobre posibles intenciones ocultas en la misiva. Francamente, si hubiese una intención oculta sería la de informar
sobre los primeros cien días de mandato. Está tan oculta que no se ve por ningún lado. La verdadera, al menos para un hombre de mi experiencia, resulta por contra bastante clara: responde a lo que en mi último ensayo he denominado "efecto catártico derivado del mecanismo victimario". Comprendo que el nombre puede ser algo abstruso, pero el concepto es simple y antiguo, y quizá con un gran esfuerzo de vulgarización (no siempre fácil para mi) pueda traducirse de la siguiente manera: la culpa la tiene otro y a mí que me registren.
Analicémoslo con más detalle. Hay una mención que se repite de forma obsesiva en la misiva: alguien ha hecho daño, mucho daño. Tal
circunstancia lesiva se cita en ocho ocasiones, en seis párrafos diferentes, a lo largo de toda la carta. Quién ha hecho daño y cómo ha hecho daño lo veremos más adelante, pero en todos los casos destaca una idea por encima de cualquier otra: es un enemigo interior, es una quinta columna, está entre nosotros (cielos, sólo de escribirlo siento escalofríos). Obviamente, se trata de un mecanismo de unificación y galvanización de voluntades en torno a la dirección política muy conocido desde tiempos del famoso milagro de Apolonio de Tiana (s. II), llamado, sin ánimo de insultar, el del "chivo expiatorio".
En nuestro caso no es extraño que el chivo meta miedo, porque parece que tiene muchas cabezas; concretamente, según resulta del texto,
varios decanos en activo, algunos ex decanos, dos colegios notariales, una revista, varios sitios de Internet, algunas asociaciones notariales y unas decenas de notarios. Todos han hecho daño, mucho daño.
Claro que podría ocurrir que el malhadado chivo de múltiples cabezas hubiese hecho efectivamente mucho daño. Pero curiosamente la
propia carta lo desmiente. No entro a fondo, desconociendo las sutilezas del idioma de Cervantes, en los supuestos insultos recibidos entre los que se destaca, por su importancia y gravedad, el de "camarilla". Prefiero que sean ustedes los que lo analicen, aunque sin duda debe ser tremendo para merecer tal enojo, porque leo en la prensa de su país las lindezas que se dicen sus políticos -al margen de un sesudo artículo de opinión en el que Vargas Llosa califica de "fanático racista xenófobo" al ministro de exteriores de Israel- sin que tales términos susciten ningún bombardeo de represalia. Sin embargo, dada mi experiencia pasada con una circular próxima, sospecho que la explicación puede encontrase en el sufijo diminutivo "illa". Si fuera así, no puedo dejar de llamar la atención la susceptibilidad con que se acoge desde el Consejo toda mención que tienda a imputarles -directa o indirectamente- proporciones inferiores a las que consideran les corresponden por estatus, ya sean orejas, cabezas o cámaras.
Parto entonces de que no son los "insultos" los que hacen daño, sino, se intuye, unos recursos interpuestos contra un reglamento.
Desconozco el fondo del tema, pero me sorprende que se alegue que han hecho daño, mucho daño, cuando acto seguido el autor de la carta se vanagloria de que se han desestimado todos. Si se han desestimado, no pueden haber hecho mucho daño. Claro que hay uno que no se ha desestimado, relativo a unas denominadas "compensaciones institucionales". Insisto en que no conozco el tema, pero por lógica parece que éste concretamente es el que ha debido hacerle daño, mucho daño. Ahora bien, podría ocurrir que esa indignación sea una sublimación que esté ocultando también el deseo inconsciente de que algún recurso (quizá contra algún determinado artículo especialmente conflictivo) se hubiera ganado, deseo profundamente reprimido como consecuencia de la mala conciencia derivada de una actuación anterior de la que subconscientemente se siente culpable. No lo se, lo dejo en sus manos. Sólo puedo constatar la falta de lógica interna del relato, sin perjuicio de que sea muy comprensible desde la perspectiva del mecanismo victimario analizado.

Siempre suyo,

Magnus

Segunda sesión del seminario

Una vez circulada la respuesta del Dr. Fallen se convocó una nueva reunión del seminario. Siguiendo las indicaciones del profesor, se comenzó estudiando el problema de si el término "camarilla" puede considerarse un grave insulto. Una posición, que terminó resultando minoritaria, lo negó, alegando que la conducta denunciada encajaba perfectamente en el tipo. Es decir, si la RAE define camarilla como "conjunto de personas que influyen subrepticiamente en las decisiones de alguna autoridad superior", parece que un grupo de decanos que se reúnen en secreto, al margen y sin conocimiento de la minoría, para pactar los acuerdos que ha de adoptar el órgano una vez constituido, puede legítimamente denominarse "camarilla".
Pese a ello, la mayoría convino en que se trataba incontestablemente de un insulto. Explicitando en la reunión las conclusiones a las
que habían llegado en una sesión aparte, se alegó de forma convincente que la injuria descansa en el sufijo "illa", claramente despectivo. Si se hubiese utilizado otra terminación, como por ejemplo "camarote", que pese a su carácter campechano no deja de ser aumentativa, la conclusión podría ser distinta; pero resulta indudable que una terminación de ese tipo,  minusvaloradora del tamaño que por dignidad corresponde a esos señores decanos, no tiene más fin que el agravio. Tampoco es excusa que la mención resulte correcta o verdadera, pues es bien sabido que en este tema no se aplica la exceptio veritatis. Se utilizó al respecto un ejemplo enormemente clarificador. Así, el conocido informe de gestión circulado a todos los notarios de España, sin firma, pero atribuido a un Consejo que no se había reunido, en el que se imputaba falsamente al entonces decano de Madrid una manifestación supuestamente realizada en su sesión de constitución, no puede ser calificado de injurioso, aunque sea mentiroso y denigrante; por el contrario, cualquier termino que finalice en "ito/ita", "ico/ica" o "illo/illa", es injurioso, aunque sea cierto.
En segundo lugar se analizó si, pese a haberse desestimado los recursos, éstos habían hecho daño, mucho daño. En esta ocasión se
leyeron directamente las conclusiones a las que había llegado la mayoría en sesión aparte, sin que se permitiese a la minoría ni comentario ni votación, dada la evidencia de las mismas. Así, se dijo que es obvio que el gasto de 10.000 euros asumido por el Consejo en la defensa del art. 143 del RN contra el recurso que pretendía su anulación, máxime en tiempos de crisis, hace mucho daño a la corporación. Hubo un momento de desconcierto cuando la minoría apoyó esta manifestación de forma alborozada, pero acto seguido se aclaró que no se quería decir que el Consejo podía haberse abstenido de gastar ese dinero para defender ese texto o que, más aún, se los podía haber gastado para atacarlo, sino que sin recursos nos hubiéramos ahorrado todos 10.000 euros, que traducidos en días de trabajo del presidente salen unos cuantos, lo que es suficientemente indicativo de la trascendencia del gasto para la profesión.
En conclusión, se terminó apoyando sin fisuras la Nota del presidente y, como muestra de gratitud por la iluminación recibida, se
acordó elevar a las alturas una propuesta de dignificación -honorífica, ya que la material parece que cada vez va a ser más difícil- que sirva como adecuado contrapunto a la ya conocida y denostada de "réprobo", y que sería útil incluso para profundizar en la humillación que lleva implícita ésta última. Así, se propuso que aquellos que se destaquen por su fidelidad a prueba de bomba en el interior del camarote, reciban el título honorífico de "Compensado", sin perjuicio del que por dignidad corresponde a la más alta instancia, para el que se propone "la Gran Cruz del Compensado", que sirva también para recordarnos los sacrificios que para nuestro bien está permanentemente obligado a arrostrar.
Y sin nada más que comentar se cierra esta apresurada crónica.

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