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X El turno

El turno ha sido un procedimiento de reparto de documentos muy a tener en cuenta por los notarios a la hora de solicitar vacantes, especialmente aquellas que contaban con varias notarías demarcadas en la misma población. Se aseguraban así unos rendimientos mínimos, que, con otras circunstancias contribuían a sosegar las apetencias de los integrantes de nuestro escalafón. Las ya cuasifamiliares agencias Calvo y “Paniagua”, con su afable y eficaz trato, suministraban para las vacantes unos datos que hoy se contemplan con evocadora nostalgia: número de habitantes, situación, estación de ferrocarril, o la más próxima, si había servicio de autobuses con la capital, oficinas de correos, teléfonos y telégrafos, si algunas casas contaban con agua corriente, si había (o no) colegios para la 2ª enseñanza, facilidad para conseguir servicio doméstico, si el notario gozaba de consideración, las relaciones con los compañeros de distrito eran cordiales y buena unión (algún amigo de nuestra promoción que en su primera notaría se encontró con un colega corresidente un tanto lleno de aristas, informaba a su traslado (el de nuestro amigo) que las relaciones con el arraigado compañero eran “corteses”…), hay zurupetos dignos de tener en cuenta, alimentación sana, si había hoteles (o no) aunque sí una fonda bien situada….
En fin, superada aquella época, por lo que respecta a Madrid, el turno era un dato muy estimable. Así las cosas, enviamos a algunos notarios de esta Villa y Corte un comunicado de esta o parecida redacción:
“Esta Junta Directiva, atendiendo las amables, pero reiteradas sugerencias del Consejo Superior Bancario, ha adoptado el acuerdo de asignar a los notarios de Madrid a determinadas entidades bancarias, consciente de que así, al conocer su trama administrativa, sus modelos o exigencias particulares en las escrituras y hasta personalmente a sus funcionarios, se facilitan el funcionamiento y la agilización del otorgamiento de los correspondientes instrumentos públicos. A tal fin, por la presente se le comunica a V. S. que ha sido asignado la entidad bancaria
BANQUE SEMATAN (Agencia en España)
oficina en … calle y número con la que se servirá V. S. ponerse en contacto a los efectos oportunos.”
Naturalmente, los nombres de los bancos eran imaginarios e inexistentes, así la Banque Trinan, el Banco Molocos, el Banco Industrial Manchego, El Banco Melero de  la Alcarria, etc…
El acuerdo de la Junta no se acogió dócilmente por los destinatarios, originando el natural revuelo, sin que- que sepamos- apenas repercutiera en el ámbito familiar, aunque un buen amigo, quizá azuzado por su bella y simpática esposa, nos manifestó su enérgica protesta, ya que estaba seguro que los grandes bancos se repartirían entre “los de siempre”, dejando las migajas para los que patéticamente equiparaba a “los miserables” victorhuganos, proponiendo hacer constar a la Junta nuestra  repulsa y exigiendo los nombres de todos los notarios y del banco que les había correspondido, para así hacer patente la desigualdad; otro más pacífico y querido colega consideraba oportuno pedir información sobre el sistema que había sido seguido para la distribución y hasta otro un tanto más apasionado ,estimaba oportuno presentar un recurso a la Dirección General de los Registros y del Notariado impugnando el sorteo, o lo que fuese, ya que el procedimiento había de ser público, “con luz y taquígrafos” que asegurara un racional reparto con igualdad de trato y con independencia de cualquier otra circunstancia evitando notorios favoritismos y asignaciones, vulnerando la naciente Democracia y hasta el artículo 14 de la Constitución etc etc… En una tertulia vespertina a la que concurrían dos de nuestras víctimas y unos cuantos colegas que no habían recibido el escrito de la Junta, se hizo constar esta preterición por lo que, cuando menos, había que solicitar explicaciones al Decanato. En fin, afortunadamente, ninguno de estos escritos fue cursado al irse percatando poco a poco de la broma, lo que se resumió en la frase de un compañero, que no había recibido el escrito, pero que tenía conocimiento del mismo por haberse divulgado, afirmó “bueno, yo ya sabía que era  mentira”, pero se descubrió  tras una pequeña pausa y como hablando consigo mismo al escapársele “y yo que tenía apalabrado a un eminente catedrático de Derecho Administrativo para entablar el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional,…”
En fin, que serenados los ánimos, repuestos de los inexistentes agravios de la veleidosa Fortuna, nuestros queridos colegas, pudieron afirmar con Marcial, no “el más grande”, el taurino, si no el bilbilitano protegido por Séneca, que “la suerte da a muchos demasiado, pero a nadie bastante”.

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