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Han pasado dos meses y ni han aparecido ni se vislumbran en el horizonte síntomas de cambio. Han cambiado de sillón pero son los mismos sedentes. Nada se puede esperar. La precipitación para dimitir y hacer cambios ha demostrado que al nuevo Presidente poco le importan las aspiraciones democráticas de los notarios,  y al saliente, que se queda en la Comisión ejecutiva, que quede al descubierto las verdaderas razones de su dimisión.
Para no cambiar nada, el nuevo Presidente ha obsequiado a los colegiados con otra carta enternecedora que, tras tachar de irresponsables a los cinco decanos que demostraron la responsabilidad y dignidad que deben exigirse a un representante corporativo que ve como se burla la voluntad democrática de los que le nombraron, engarza en su carta una serie de tópicos de vuelo gallináceo que auguran más de lo mismo.
Triste es que vaya a basar su gestión en los objetivos que demuestran las encuestas y haya descalificado,  porque la muestra solo llega al 10% --lo que da otra muestra más de ignorancia--, a la que hizo esta revista con todas las garantías sociológicas que acaba de demostrar que el 80% de los notarios demanda que el Presidente se someta a sufragio directo de los colegiados. Y más triste aún es esa afirmación de que  no hay nada más democrático que el cumplimiento de la ley que,  simplemente a la vista de lugares comunes pero ciertos como que Hitler nunca actuó fuera de la ley y que la Constitución exige para los Colegios Profesionales democracia orgánica y funcional, hubiera acarreado a cualquier estudiante un suspenso en primero de Derecho. Y por favor no pretenda estar legitimado para apelar a las normas de cortesía quien con su actuación durante los últimos años de política corporativa ha defraudado expectativas que priman  sobre las exigencias de la urbanidad. En su mano está demostrar que son ciertas  esas promesas de apertura y transparencia, que bien podría empezar por dejar abiertas,  al menos para todos los decanos,  las cuentas del Consejo, las entrañas de  Ancert y  Serfides,  y hacer explícitos para todos los colegiados cuánto y en qué forma ha cobrado por compensaciones institucionales desde que forma parte del Consejo, cuánto cobra ahora,  y si pretende justificar como daño sufrido el lucro cesante en su despacho, qué Tribunal va a evaluar su cuantía. También debería aclarar qué legitimación reglamentaria y moral le asiste para, aun en contra de la voluntad de sus representantes orgánicos los decanos según dice, convocar reuniones directas con los notarios en cada Colegio, anteponiendo sobre la orgánica la relación directa con los colegiados, cuando para su elección precipitada aceptó solo la orgánica menospreciando la directa que los notarios habían demandado.  
Recordatorio: El Colegio de Madrid tiene pedida certificación de los perceptores de compensaciones institucionales, su cuantía, concepto y retenciones practicadas. Es su primera ocasión de demostrar los cambios en aras de esa comunicación directa y transparencia que promete.
Otro recordatorio: Vamos a insistir en la falta de explicación de la que ya hablaba esta revista en el número anterior, de por qué el anterior Presidente, Antonio Ojeda, suspendió, según dijo, el cobro de compensaciones en julio pasado y en cambio el actual Presidente, entonces Vicepresidente, las sigue cobrando como si nada.

 

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