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Posiblemente sea ésta la pregunta más formulada por los notarios de nuestro país en las últimas semanas. Lo curioso es que nos la hacemos unos a otros, a falta de interlocutor competente, con poca esperanza en obtener una respuesta satisfactoria.
El lunes 18 de diciembre todos los notarios recibimos un correo electrónico remitido por el Presidente de la Comisión de Índices en el que se nos informaba sobre la inminente entrada en vigor del nuevo Índice Único Informatizado, por exigencia, según allí se indicaba, de las nuevas obligaciones impuestas por la Ley 36/06, de Prevención del fraude fiscal, amén de las ya existentes en materia de blanqueo tras la creación del Órgano Centralizado de Prevención.

"No se puede imponer una modificación de este tipo, que incrementa exponencialmente la carga de trabajo de las notarías y tira a la basura tanto dinero y esfuerzo invertido, sin hacer previamente una auditoria de las posibilidades de adaptación del anterior índice único"

El pasado día 3 de enero recibimos un nuevo mensaje firmado por "Índice único informatizado" en el que se nos comunicaba "que está disponible desde hoy día 2 de Enero de 2007 el Nuevo Índice Informatizado 2007" indicándose simplemente las herramientas informáticas para acceder a él. Una vez abierta la aplicación correspondiente no se tarda mucho en comprobar el cambio radical que la novedad supone respecto de todo lo anterior, la enorme complejidad que lleva cumplimentarlo y la tremenda carga de trabajo que va a implicar para las notarías. Todo ello, por supuesto, con efectos desde el día anterior a su comunicación.
¿Era todo esto necesario? Independientemente de cual sea la respuesta a esta pregunta, la actuación del Consejo General del Notariado merece una fuerte crítica. Si no era necesario, si el sistema hasta hace poco vigente estaba en condiciones de suplir las nuevas necesidades con las necesarias adaptaciones, tal como afirman algunos de los que contribuyeron a desarrollarlo, entonces la crítica es obvia. No se puede imponer una modificación de este tipo, con la doble consecuencia de incrementar exponencialmente la carga de trabajo de las notarías y de tirar a la basura tanto dinero y esfuerzo invertido, sin hacer previamente una auditoria -completa, seria y profesional- sobre las posibilidades de adaptación del anterior índice único, lo que parece que ha brillado por su ausencia.
Pero aun en el caso de que la revolución -que no modificación- fuera realmente necesaria, el Consejo no debería librarse de rendir cuentas por un pasado tan mal gestionado ni por un presente tan poco preparado y falto de información. El anterior índice único no se gestó, como parece defender la circular del Presidente de la Comisión de Índices citada al comienzo, como un mero instrumento informático de finalidad limitada a las obligaciones entonces existentes, lo que hubiera sido extraordinariamente corto de miras, sino con vocación de adaptación a las futuras exigencias de información, lo que sinceramente parece más razonable. En el verano de 2006, hace escasamente unos pocos meses, la puesta en marcha de la herramienta de validación del índice (Dr. Índice) exigió a todos los notarios un enorme esfuerzo. Se nos dijo entonces que era imprescindible, precisamente para alcanzar las misma finalidades que el nuevo sistema pretende ahora conseguir.  Si el esfuerzo realizado ha sido inútil, si algo ha ido tan rematadamente mal, hasta el punto de tener que prescindir radicalmente de todo lo anterior, lo lógico es  que nos expliquen qué ha sido y por culpa de quién, y, a la vista de ello, como parece normal en cualquier organización democrática, que se asuman las correspondientes responsabilidades. Sinceramente, tanto esfuerzo y tanto dinero invertido por los Colegios y por cada uno de los notarios del país, merecen una mínima explicación.
Pero incluso al margen de todo lo anterior, una innovación de este calado no puede introducirse así, de esta manera sorpresiva, sin informar ni a notarios ni a empresas informáticas, sin programar un periodo de pruebas ni una experiencia piloto capaz de garantizar mínimamente que el enorme esfuerzo de todos vaya a tener éxito de una vez por todas. Porque esto, en definitiva, el éxito o el fracaso, es la clave del asunto. Y tal como se ha venido y se viene gestionando esta materia, poca confianza cabe ahora tener en él.

"Hace pocos meses, la puesta en marcha de la herramienta de validación del índice exigió a los notarios un enorme esfuerzo. Se nos dijo entonces que era imprescindible, precisamente para alcanzar las mismas finalidades que el nuevo sistema pretende ahora conseguir"

Resulta también duro que se nos pretenda hacer comulgar con ruedas de molino justificando la precipitación con el argumento de que venía impuesto de forma perentoria y urgente por la Ley 36/06. Verdaderamente, que el que las normas, al menos en el ámbito notarial, entren en vigor el día siguiente a su publicación, empieza a ser una costumbre sobre la que quizá habría que reflexionar. Incidentalmente, no sería inoportuno, ya que parece que no se es capaz de hacer llegar al legislador su improcedencia, que al menos se advirtiese a los destinatarios desde los órganos corporativos con la suficiente antelación.. Pero de ahí a entender que la introducción del nuevo índice único -caso de ser necesario- exigía tamaña celeridad, media un abismo necesitado de mayor explicación. Quizá lo que ocurre es que los órganos políticos del Notariado, de forma un poco precipitada y carente del necesario estudio, como parece que se hacen las cosas últimamente en el ámbito notarial, han avanzado compromisos de cara al exterior de no tan sencillo cumplimiento inmediato como podía parecer a primera vista. De nuevo serán los notarios de a pié los que tendrán que responder de esos compromisos con su ímprobo esfuerzo, sin duda de forma más onerosa de lo que hubiera exigido una elemental prudencia.

"Si el esfuerzo realizado ha sido inútil, si algo ha ido tan rematadamente mal, hasta el punto de tener que prescindir radicalmente de todo lo anterior, lo lógico es  que nos expliquen qué ha sido y por culpa de quién"

A la vista de todo lo anterior, parecen de menor importancia las infinitas preguntas y dudas que suscita el nuevo sistema. Tiempo habrá de meditar sobre ellas, pero, en cualquier caso, nos tememos que tanto estas como las anteriores nos las tendremos que responder nosotros mismos. Empieza a ser esta, también, una costumbre sobre la que convendría reflexionar.

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