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ANTONIO HUERTA TRÓLEZ
Notario de Madrid

Mi relación personal con Antonio Pérez Sanz viene del año 1991. Antonio acababa de ser elegido Decano del Colegio Notarial de Madrid y, ante la razonable eventualidad de ocupar la presidencia del Consejo General del Notariado, me llamó para ofrecerme la secretaría de este organismo. Yo acababa de cesar como vicedecano, cargo que había ocupado durante tres laboriosos y gratificantes años, y en mis planes inmediatos no estaba el asumir ningún compromiso corporativo, pues me proponía dedicar mi tiempo a ciertos objetivos personales siempre postergados. Pero tras nuestra primera entrevista aquellos proyectos se alteraron de forma radical. La calidad humana de Antonio, su elegante sencillez y la sensación de autenticidad que trasmite a todo lo que dice y emprende me decidieron inmediatamente a formar parte de su equipo, por cierto que exiguo en número de elementos y más bien escaso de medios materiales. Desde luego que no me equivoqué, pues los tres años durante los que tuve la fortuna de trabajar día a día a las órdenes de Antonio fueron para mí los más intensos y, con la perspectiva que ofrece el tiempo, también los más satisfactorios de mi vida profesional.
Antonio Pérez Sanz nació en Madrid en 1936. Su vocación de notario no tiene origen en ninguna tradición familiar (procede de una saga de médicos) sino que -como sucede en tantos otros casos- fue surgiendo paulatinamente con el ejercicio de la profesión. Estudió el bachillerato en el Colegio del Pilar y se licenció en Derecho por la Universidad Complutense. Obtuvo el título de notario en la oposición de 1961, siendo Pola de Lena, en Asturias, su primer destino. En 1964 obtuvo, por oposición entre notarios, la plaza de Martos y, nuevamente por oposición restringida, ganó la plaza de Cuenca, en donde permaneció durante diez años. Desde 1978 ejerció su profesión en Madrid, hasta que se traslado a Pozuelo de Alarcón poco antes de su jubilación, que tuvo lugar en el año 2006.

"Posee la sensibilidad propia de quien entiende el derecho no como colección de normas y dogmas sino como instrumento práctico destinado a facilitar la convivencia entre individuos"

A lo largo de su dilatada carrera, Antonio Pérez Sanz ha mantenido una actividad permanente y fecunda en todos los ámbitos relacionados con el notariado y, en un sentido más amplio, con el mundo jurídico. Y en todos ellos, sin proponérselo, ha destacado.
En el plano científico y doctrinal sus publicaciones, conferencias y colaboraciones son muy numerosas y abarcan un amplio abanico de temas, siempre tratados con la sencillez y con la sensibilidad propia de quien entiende el derecho no como colección de normas y dogmas sino como instrumento práctico destinado a facilitar la convivencia entre individuos solidarios e iguales. Esta preocupación se manifiesta en su interés por los temas de los que se ha ocupado preferentemente, como pueden ser los relativos a la situación jurídica de la mujer casada, la autonomía de la voluntad en las capitulaciones matrimoniales, la vivienda (dirigió el curso sobre este tema de la Universidad Menéndez Pelayo en 1.991), autocontratación y conflicto de intereses o las sociedades de responsabilidad limitada. La sólida formación jurídica de Antonio y su extensa y valiosa experiencia se proyecta también a través de su actividad docente, tanto en su faceta de preparador de oposiciones a notarías como en su condición de profesor del Curso de Derecho Inmobiliario que, desde hace casi veinte años, se imparte en la Escuela de Práctica Jurídica de la Universidad Complutense.
Antonio es también un humanista, en el sentido más amplio del término. Hombre de gran cultura, aficionado al arte y, sobre todo, amante y conocedor de los libros, ha sabido combinar esas cualidades y conocimientos con su pasión por el notariado, de lo que son muestra sus trabajos en el Homenaje en el Bicentenario de José Febrero y su estudio sobre la Pragmática de Alcalá, con ocasión del quinto centenario de su publicación. Recientemente hemos tenido la ocasión de escuchar su deliciosa conferencia sobre "El edificio del Colegio Notarial de Madrid" y me consta que continúa trabajando sobre este y otros temas de carácter histórico y artístico relacionados con el notariado.
Toda esta actividad no le ha impedido dedicarse plenamente a la vida corporativa. Ha sido miembro de la Junta Directiva del Colegio Notarial de Albacete entre los años 1975 y 1977 y también formó parte de la Junta del Colegio de Madrid durante el trienio 1980-1982. Sucesivamente ocupó los cargos de Vicesecretario y Secretario de la Junta de Decanos, actividades que simultaneó con su condición de miembro de la Sección Internacional (fue ponente en el Congreso de la U.I.N.L. de 1984 celebrado en Florencia). Y finalmente ocupó los cargos de Decano del Colegio Notarial de Madrid y Presidente del Consejo General del Notariado durante los años 1991, 1992 y 1993. Todos estas responsabilidades, tan distintas unas de otras, las ha desarrollado Antonio bajo el denominador común del trabajo, la austeridad, la sencillez, el desinterés personal, la eficacia y una absoluta carencia de afán de protagonismo, que sigue llamando la atención de todos cuantos le conocemos.

"Antonio Pérez Sanz ha mantenido una actividad permanente y fecunda en todos los ámbitos relacionados con el notariado y, en un sentido más amplio, con el mundo jurídico"

 Por razones obvias yo puedo hablar, mejor que de otra cosa, de sus años como Presidente del Consejo General del Notariado. Su labor al frente del notariado fue extraordinaria. Hizo todo lo que debía hacer y, por el contrario, no hizo nada de lo que no debía, aunque pudiera haberlo hecho y a pesar de que tal vez le hubiera resultado más cómodo hacerlo y, por supuesto, más rentable políticamente. Como todo aquel que ejerce responsabilidades, Antonio tuvo que tomar decisiones difíciles. Lo que desde el principio me produjo una profunda impresión es que, para él, el criterio fundamental a la hora de decidir era de orden moral, a lo cual subordinaba siempre las consideraciones, también muy relevantes, de oportunidad o conveniencia. No es este el espacio adecuado para recordar todo el enorme trabajo que Antonio llevó a cabo como Presidente del notariado español. Tan sólo quisiera mencionar alguno de sus logros más relevantes. Uno de ellos fue la regulación de las actas de notoriedad de declaración de herederos, que supusieron la primera inclusión del notariado -y, hasta ahora, la única- en el ámbito de la jurisdicción voluntaria. Otro paso fundamental para la función notarial fue el establecimiento del sistema de colaboración con los registros de la propiedad en materia de seguridad jurídica del tráfico inmobiliario, que ha constituido históricamente el mayor avance logrado en mucho tiempo en aquello que Núñez Lagos denominó la autenticidad de fondo del documento notarial. Para lograrlo hubo que vencer muchas resistencias, no todas provenientes del exterior, pero el tesón del Presidente y su convicción de que con ello mejoraba el valor efectivo del instrumento público, permitieron alcanzar este difícil objetivo. Antonio Pérez Sanz fue un Presidente que también se ocupó de la vertiente cultural del notariado, cosa lógica en alguien de su perfil humanista. Renovó la histórica Revista de Derecho Notarial, creando la nueva Revista Jurídica del Notariado, que viene publicándose desde entonces de manera ininterrumpida. Y fue el creador y primer presidente de la Fundación Cultural del Notariado, entidad que goza de un gran prestigio en el mundo jurídico, al haber asumido la difícil y poco rentable tarea de publicar y difundir en lengua española las obras jurídicas más importantes de la literatura contemporánea. Paradojas de la vida, Antonio ha sido excluido recientemente como patrono de la Fundación que él mismo ideó y creó, y con él también ha dimitido del Patronato, como protesta por tan injusta decisión, el que dibuja esta semblanza.
La jubilación no ha supuesto para Antonio ningún parón en su actividad. Estudia, escribe, investiga, acude a actos colegiales (es Decano honorario) y a conferencias. Pero también continúa trabajando incansablemente por el notariado. Y siempre, ya lo he puesto de relieve, guiado por un innato sentido del deber y de la justicia. Es esto lo que le ha llevado a promover la creación de la Asociación de Notarios Españoles Mutualistas, que actualmente preside, y en la que trabaja por la defensa de los intereses de aquellos notarios que han contribuido a la formación del patrimonio mutualista y los de sus familias.
Estas superficiales líneas no agotan la extensa biografía ni la rica personalidad de Antonio. Su calidad humana y profesional se refleja de manera mucho más fiel en la admiración y el afecto que le tributamos sus numerosos amigos. Su inseparable Mercedes, sus hijos, dos de ellos también notarios, y sus nietos tienen motivos para sentirse orgullosos.

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