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ANTONIO DOMÍNGUEZ MENA
Notario de Madrid

Sobre las “COMPENSACIONES INSTITUCIONALES”

Desde un punto de vista lingüístico, la Semántica es el estudio del significado de las palabras y de sus variaciones, y de los problemas relacionados con el significado; desde un punto de vista lógico, es el estudio de las proposiciones de una teoría deductiva desde el punto de vista de su verdad o de su falsedad. Por su parte, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española expone que, en la teoría lingüística generativa, la semántica es un componente de la gramática que interpreta la significación de los enunciados generados por la sintaxis y el léxico.
Y desde un punto de vista menos técnico, cabe decir que nos encontramos ante una materia que puede definirse como el conjunto de estudios lingüísticos referentes al concepto de significado en el lenguaje. La llamada semántica general de Korzybski y sus seguidores es una teoría acerca de los varios usos y supuestos abusos del lenguaje, se dice, produce graves confusiones al discernir en y sobre las ciencias y las matemáticas y puede ser factor desencadenante de trastornos mentales. Así nos lo enseña la Enciclopedia Universal Carroggio en aquellas entrañables versiones escritas que manejábamos cuando aún asistíamos al colegio, hoy ampliamente superadas con el uso de las nuevas tecnologías.
También se nos ilustraba sobre los tipos de examen semántico; al efectuar un análisis de esta clase sobre un lenguaje se pueden distinguir tres factores: 1) La persona que utiliza las expresiones del lenguaje; 2) las expresiones empleadas y 3) aquello a que se refieren las expresiones.
Pero el desarrollo de la semántica –nos seguía enseñando Leonard Linsky en la Enciclopedia- se estimuló desde comienzos del siglo XX con el descubrimiento de las llamadas paradojas semánticas, de las que constituye un típico e importante ejemplo la paradoja de términos heterológicos. Así, un término es heterológico cuando no posee la propiedad que él designa. Es heterológica la palabra “largo”, por no ser una palabra larga; pero la palabra “corto” no es heterológica, por ser efectivamente corta; la palabra “español” no es heterológica por ser española, pero sí lo es la palabra “francés”, por no ser francesa, sino española.
Y en cuanto a la Retórica, también se nos enseñaba en la misma Enciclopedia –en este caso por A.P.E.- que se trataba del arte liberal referido a la oratoria y relacionado directamente con la gramática y la dialéctica. A través de su Historia se le han atribuido varios significados, de los cuatro que continúan hoy vigentes. El primero define la retórica como el arte de hablar en público; el segundo, como el arte de la persuasión; el tercero, como el estudio y la práctica del lenguaje y estilización del mismo en prosa; y el cuarto, toma el sentido peyorativo como equivalente a la ampulosidad en el uso del lenguaje.
Alrededor del año 460 a. de J. C., Córax y Tisias definieron la retórica como el arte de persuadir y se dedicaron al estudio de los problemas de la ordenación de conceptos y de sus probabilidades como medios de persuasión. Platón y Sócrates consideraron la forma del lenguaje, ante todo, como expresión de la verdad. Aristóteles, en cambio, al igual que los sofistas, consideraba la retórica como el arte de la persuasión, pero sin desentenderse de las cuestiones morales. Su Retórica considera únicamente tres medios de persuasión al alcance del orador: Su propio carácter, la palabra y las características del auditorio. Después de Quintiliano y Cicerón, el estudio de la retórica ha sido considerado como el estudio de la elegancia y sutileza del lenguaje en prosa.

"La Semántica es el estudio del significado de las palabras y de sus variaciones, y de los problemas relacionados con el significado"

Pues bien, todo lo anterior nos resulta útil para, de una manera simpática y sin acritud ni ánimo de ofender a sus autores, descubrir el verdadero significado de las declaraciones que suelen efectuar las llamadas “personas públicas” o el contenido de algún texto legal,
Así, encontramos algunas famosas declaraciones efectuadas en el último año por uno de los personajes más relevantes de la política española en relación a la angustiosa situación económica que todos conocemos y padecemos. Empezábamos la singladura con la declaración de que España estaba “en la Champions League de la Economía”; posteriormente, en una ligera desaceleración económica, más adelante se trataba de un “estado de ánimo” y, finalmente, en una situación de crisis. Lo anterior es un claro ejemplo de lo que hemos expuesto en materia de Semántica y Retórica, de paradojas semánticas y del arte de persuasión a través del lenguaje y estilización del mismo en prosa; de ampulosidad en el uso del lenguaje.
Y, como no podía ser de otra forma, el Notariado, como creación de la Sociedad, sensible a sus cambios, permeable, en contacto permanente con la misma, también tiene sus propias paradojas y su propia retórica en la “figura” de las llamadas “compensaciones institucionales” que reciben quienes se dedican a tareas corporativas dentro del Notariado, cuya existencia reglamentaria fue declarada nula por el Tribunal Supremo, a mi juicio con acierto a la vista de la claridad con que se pronuncia el propio Reglamento desde hace mucho tiempo, cuando proclama que los cargos son “gratuitos” y “honoríficos”.
Es más que evidente que la expresión también encaja en las llamadas paradojas semánticas, y, por supuesto, en todo lo dicho para la retórica.
He de decir que estoy totalmente de acuerdo en que aquellos que realicen estas tareas corporativas reciban algún estímulo, incluso económico, pero esa situación requiere una justificación legal y una transparencia que, a día de hoy, no se dan, a pesar de la literalidad el precepto y de los pronunciamientos judiciales.
Y un ejemplo más de retórica, con el que concluyo. La revista de difusión interna del Notariado, El Consejo Informa, en su número 10, nos dice: “Todos los Decanos de los hoy 17 Colegios Notariales pueden aspirar a presidir el Consejo; aunque para los de fuera de Madrid, al estar la sede en la capital, la renuncia personal, familiar y profesional es mayor”. Esto, curiosamente, también es una paradoja semántica, pues desde hace mucho tiempo, cualquier Decano de cualquier Colegio Notarial tenía la misma vocación presidencial que los demás –y ninguno ostentó el cargo-, y curiosamente, la mayor renuncia personal, familiar y profesional y, sobre todo, patrimonial, la han sufrido con el ejercicio de ese cargo quienes lo ostentaron siendo Decanos de Madrid, aunque eso sí, con el inmenso honor que para ellos supuso el privilegio de ostentar la más alta representación del Notariado sin “compensación institucional”, sino moral.
Y si lo dudan, pregunten a sus protagonistas. A todos ellos, desde estas pobres líneas, toda mi gratitud.
Concluyo con una propuesta: ¿Y si a estos Presidentes, como muestra de gratitud, se les “compensara” ahora con un pago único a cada uno equivalente al que ha recibido en el último año el último Presidente en ejercer el cargo?.

 

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