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La demarcación

La demarcación notarial siempre ha sido una negra nube que ha ensombrecido la placidez de nuestro escalafón. Pese a estar prevista en el Reglamento Notarial, su inminencia provocaba esa trepidatio mentis que originaba una situación anímica muy recepticia a cualquier guasa. Esta vez nos servimos de las habituales informaciones de las utilísimas y tradicionales gestorías "Calvo" y "Paniagua", tan esperadas y estimadas por el Notariado, de modo que, tras las normales noticias sobre jubilaciones, próximas oposiciones, concursos, tomas de posesión, etc., que preparaban el ambiente, insertamos bajo el título "Nueva demarcación notarial", algo así como "Están muy avanzadas las tareas de la nueva demarcación en la que se han tenido en cuenta los datos que publican el Anuario de la D.G.R.N y el Instituto Nacional de Estadística, los informes de los Ayuntamientos, Audiencias, Colegios Notariales, de Registradores, Colegios de Abogados y de Gestores Administrativos, los aumentos de la contratación y de la población. Parece ser que se hará pública esta Primavera y que habrá cambios importantes, así por ejemplo,... y aquí poníamos, entre otras, las residencias de los posibles inocentes a las que adicionábamos un par de nuevas notarías, rodeando además las existentes por un apretado cilicio formado por las que creábamos en los pueblos inmediatos. Terminábamos con "lo que comunicamos a título de rumor, sin que sea una información segura, sino puramente orientativa”.
Antes del fin del año fuimos al bar del Colegio (¿qué fue de aquellas gratas reuniones semanales?) en donde, por cierto, la noticia de la fantástica demarcación ya había corrido y se comentaba muy desfavorable y violentamente por los posibles afectados mientras que era moderadamente defendida por los indemnes.. Allí encontramos a una de las víctimas, titular de una Notaría próxima a esta Villa y Corte, entrañable amigo, que estaba cruzado de piernas encaramado en un taburete, con el brazo derecho acodado sobre el mostrador y su puño sosteniendo bajo la mandíbula su cabeza mientras el brazo izquierdo en jarras se apoyaba jacarandosamente en su cadera, como en “Los nardos”, vamos … Al entrar le saludamos con un cordial ¡hola. X...! al que ni respondió muy serio mientras su mirada inquisitorial nos penetraba a través de sus gafas. Tras unos segundos nos apuntó con el admonitorio índice de su mano izquierda que acompasadamente señalaba cada uno de nosotros al tiempo que decía "m... y c... “o, si lo preferís, “c… y m…" para repetir varias veces la misma puntería como dirigiendo con aquella digital batuta una imaginaria orquesta que acompañara a su misma cantinela. Pasado un momento prorrumpimos en una triple carcajada tras la cual nos contó su peripecia: "¡Me habéis pillado! Después de leer vuestra patraña, llamé a los empleados para decirles ¿qué les parece a Vds.? Estaba en una Notaría del Norte de rendimientos muy estimables, vivía en la capital, vine a esta Notaría de nueva creación y saben lo que nos costo ponerla en marcha, porque la gente ignoraba que aquí ya había notario; trabajamos duro atendiendo a la incipiente clientela con amabilidad, rapidez y eficacia y ahora, cuando empezamos a recoger los frutos de nuestro esfuerzo, van y nos ponen tres Notarías; así nos premian el afán y el trabajo, etc. etc."
Por cierto, el aludido compañero nos contó que otro airado y efervescente implicado de la banlieue madrileña le convocó urgentemente junto a sus vecinos a una
reunión (¡que menos mal no llegó a celebrarse!) para comentar la disparatada demarcación y proponer las medidas oportunas, entre ellas una solicitud de audiencia al Ministro, acompañados por el Decano al que se involucraba en la protesta, una riada de misivas a nuestro Centro Directivo y hasta, si fuere necesario, una manifestación ante el Ministerio, suponemos que con las correspondientes y ripiosas pancartas, al tiempo que se requería a los convocados para que aportaran algún conocimiento influyente que abortara el siniestro proyecto, “porque aun estamos a tiempo”. Otro fedatario del Suroeste, que visitaba asidua y encomiablemente los pueblos de su distrito, parece que aplazó la adquisición de un coche utilitario (tenía otro mas ostentoso), sin que sepamos si al fin, se lo compró. Y por el Norte, uno que acababa de posesionarse de su Notaría y al que se constreñía rigurosamente a su casco urbano, comentó con su consorte que había que pensar en el inminente traslado pues con dos colegas más corresidentes y los nuevos vecinos, aquello no daba para todos. ..  “y menos mal a que esto me descongela....”
Hubo, claro, varios episodios más y llegó la temida demarcación que fue asumida sin quebrantos (aunque en algún caso quizá se paso un poco) y nosotros, envanecidos y asombrados por nuestras dotes proféticas, nos animamos a seguir con las chanzas, aunque esto "es otra historia," como diría aquí el amigo Rudyard Kipling.

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