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LOS LIBROS por JOSÉ ARISTÓNICO GARCÍA SÁNCHEZ

CIUDADES SAGRADAS
 
Jerusalén. La biografía

No es frecuente que el eje vertebrador de una crónica histórica sea una ciudad. Son las naciones, los estados, los pueblos, los imperios, los personajes históricos, los héroes, las épocas o los acontecimientos señeros que marcan hitos en el devenir de la humanidad, los que forman la columna vertebral de los libros de historia.
Rompiendo esa tradición la Editorial Crítica, con una diferencia de un mes, ha publicado la biografía o, si se quiere, la historia de dos ciudades señeras, las dos ciudades sagradas de la civilización occidental, Roma y Jerusalén, dos ciudades a cuyo compás se ha desarrollado la historia del mundo, e incluso, en frase de Disraeli, la historia del ciclo y de la tierra.

"El objetivo de Montefiori es describir la historia de Jerusalén de forma aséptica, sin sesgos religiosos, es decir para que pueda ser leída por toda clase de lectores, sean cristianos, judíos, musulmanes o ateos, y también sin sesgos políticos"

Hace tres meses apareció la primera, Jerusalén. La biografía (Ed. Crítica, Barcelona, 2011) escrita por el ensayista y periodista Simón Sebag Montefiore, estudiante de historia en Cambridge y autor de otras obras de historia como La corte del Zar (2004) o Llamadme Stalin (2007). En ella aborda la delicada tarea de biografiar a la primera ciudad sagrada de Occidente, capital de dos pueblos, templo de tres religiones y nido al tiempo de supersticiones e intolerancia. Un cáliz de oro lleno de escorpiones, la llamó el poeta árabe Muqaddasi.
El objetivo de Montefiori es describir la historia de Jerusalén de forma aséptica, sin sesgos religiosos, es decir para que pueda ser leída por toda clase de lectores, sean cristianos, judíos, musulmanes o ateos, y también sin sesgos políticos, ni siquiera a la vista del conflicto más emocional de la tierra, el que actualmente ha generado Jerusalén entre Israel y Palestina que arrastra sus raíces en la primera convivencia entre los nómadas que por ella circulaban y el primer asentamiento judío, o si se quiere en el primer enfrentamiento entre semitas y camitas descendientes de los dos hijos mayores de Noé, Sem y Cam.
La pretensión del autor es atenerse estrictamente a los hechos sin pronunciamientos o críticas que siempre partirían de la asunción previa de criterios aceptados como única y auténtica verdad que excluiría por falsarias las creencias y verdades de esas tres religiones que también se han convencido de su autenticidad única y se han predicado como excluyentes de las demás.

"El reconocimiento que el autor hace de los Evangelios o del apostolado paulino, por ejemplo, dista mucho de las propuestas de la Apologética y la Patrística cristianas"

Montefiore parte de que existen muchos niveles de verdad, y practica un relativismo que sin duda chocará con cualquier ortodoxo, incluso cristiano, que pretenda encontrar reconocida en la obra su historia sagrada de la ciudad. El reconocimiento que el autor hace de los Evangelios o del apostolado paulino, por ejemplo, dista mucho de las propuestas de la Apologética y la Patrística cristianas, y la narración de las cruzadas y aventuras del Gran Federico II Hohenstaufen, stupor mundi, no coinciden con otras versiones autorizadas y más comúnmente aceptadas.
Pero a pesar de ese pseudorelativismo, y a pesar de la difícil tarea de encerrar en seiscientas páginas tres mil años de historia de la ciudad más idolatrada y que más ansia de posesión exclusiva ha despertado en la humanidad, Montefiore aborda con decisión su propósito y nos traslada con éxito la intrincada y apasionante crónica de la ciudad santa por antonomasia. Desde los primeros pobladores nómadas fácilmente dominados por los faraones y la construcción de la ciudadela cananea conocida como Sión que conquistaría luego el rey David de los hebreos, hasta la fundación del moderno Estado de Israel, la guerra sucia del 1947, la independencia judía y la guerra de los seis días de 1967. Pongan enmedio cuantas guerras, traiciones, torturas, perfidias, violaciones y masacres imaginen, y nunca llegarán a superar las que en esta obra se narran, fruto de una historia tormentosa de la ciudad en la que con mayor intensidad han convivido la alevosía y la infamia con la más sublime espiritualidad. Aunque el propio autor advierte que debería haber utilizado con mayor frecuencia las palabras quizá o tal vez, prueba de la inseguridad de algunas de sus hipótesis, el libro pretende ser historia rigurosa y para ello está plagado de citas y viene acompañado de una extensísima bibliografía, de árboles genealógicos desde los macabeos hasta la dinastía hachemita y de mapas documentadores que difuminan el miedo de irresponsabilidad o ligereza del autor. También tiene un exhaustivo índice onomástico que facilita la lectura de una obra que ya de por sí nunca se te cae de las manos.

Roma. Una historia cultural

Esa técnica de aplicar a las narraciones históricas la preceptiva literaria de la novela sin perder por ello un ápice de exactitud y rigor, es también la que el historiador australiano Robert Hughes, ha aplicado a su obra sobre la ciudad eterna publicada un mes después que la anterior con el título Roma. Una historia cultural (Crítica, Barcelona, octubre 2011). Es otra biografía, extraordinaria, de la ciudad capital del mundo durante siglos, emporio de arte y cultura, ciudad tensa de ambición y empapada en violencia, y meta ansiada por artistas y peregrinos fervorosos, desde su fundación en el siglo VIII a.C. con la segura pauta que da Tito Livio en su Ab urbe condita, hasta la recuperación del fascismo tras el desembarco aliado en Salermo en 1943. El autor termina su crónica con la descripción de la Roma recuperada que Hughes nos ofrece apoyándose en el arte, concretamente en la pintura --sobre todo la de Renato Conttuso y sus Masacres--, y en el cine, ese cine de la brillante etapa de Cinecittá con la película La dolce vita, -cuyo protagonista Marcello, ser vano e insustancial, fue prototipo y dio nombre a los fotógrafos de cotilleos, los paparazzi--, en la que Fellini retrata una Roma descreída y entregada a los placeres estériles y pasajeros, una Roma que no puede nutrir a los seres humanos que alberga y que no obstante ejerce una magnética fascinación sobre ellos de modo que éstos ya no son capaces de separarse de las órbitas en las que se mantienen unidos entre sí.

"Es una obra espléndida, una biografía artística y cultural de la ciudad de Roma que no elude la descripción incluso detallada de las muertes, traiciones y felonías, las violaciones, saqueos, incestos y catástrofes que salpicaron el ascenso, consagración y decadencia de una de las ciudades clave de Occidente"

Porque es de esa forma, recurriendo al arte y a la cultura como Hughes articula esta espléndida historia de Roma, que él denomina historia cultural y con razón. Las largas listas de reyes, cónsules, emperadores y papas y sus intrigas políticas y palaciegas se reducen al mínimo, a los episodios decisivos para la historia, cediendo su habitual protagonismo a los artistas y a los movimientos culturales, y a la propia sociedad civil. La génesis creativa, el desarrollo y la influencia de los prohombres que han fundado e incrementado el inmenso patrimonio cultural de la ciudad sustituyen en el armazón histórico de Hughes a los políticos y generales que suelen ocupar los primeros planos de los libros de historia habituales. La arquitectura, singularmente el Foro de Augusto pero sobre todo la realización arquitectónica suprema de la antigüedad,  el Panteón, y la literatura, en especial la poesía, Horacio, Virgilio y Ovidio, y también Cicerón, y la forma de vida de la plebe y de los esclavos tienen primacía en la obra de Hughes sobre el trillado elenco de las estúpidas andanzas de la mayoría de los anodinos emperadores de la Roma imperial. Y la obra arquitectónica de Leon Batista Alberti, heredero y sucesor de Bruneleschi, la Basílica de San Pedro que adquiere el rango de protagonista del secento, y la obra pictórica de Miguel Ángel y Rafael en la etapa de Julio II, se superponen en la concepción de Hughes a la retahíla de papas, algunos impresentables, que se sucedieron en el trono de San Pedro durante siglos, para describirnos la biografía de la ciudad eterna durante los siglos XVI y XVII.
Es una obra espléndida, una biografía artística y cultural de la ciudad de Roma que no elude la descripción incluso detallada de las muertes, traiciones y felonías, las violaciones, saqueos, incestos y catástrofes que salpicaron el ascenso, consagración y decadencia de una de las ciudades clave de Occidente. No es una historia habitual. Hughes no dirige su foco agudo y penetrante a las zonas en que habitualmente se centran los historiadores conocidos, sino a las zonas populares, a la plebe, cuya forma de vivir en la época imperial describe con detalle y fundamento, y a las realizaciones culturales, convirtiendo en protagonistas de su obra unas veces a los artistas mismos, y otras a sus realizaciones maestras, los Foros, la Basílica de San Pedro, las Stanze, o la Capilla Sixtina.
Las agudas observaciones del autor y su facilidad para narrar por igual tanto hazañas épicas, como peripecias y anécdotas singulares añaden atractivo a esta espléndida obra que, por más que conozcamos y haya sido recurrente nuestra curiosidad en el estudio de la historia de esta ciudad, con seguridad encontraremos puntos de vista inéditos, razones insospechadas y hechos y argumentos contrastados que incorporar deleitosamente a nuestro acervo cultural.

CLÁSICOS DE SIEMPRE

Gargantúa y Pantagruel

Aunque esta sección suele dar noticia de novedades editoriales hay ocasiones en que la novedad no está en la obra en sí sino en la forma o la oportunidad en que se presentan obras de siempre.
Es el caso de la preciosa edición que acaba de aparecer de esa epopeya de la sátira envuelta en sonrisas que es Gargantúa y Pantagruel  (Acantilado, Barcelona, 2011). En un solo tomo fácilmente manejable, con  papel y tipografía selectos y atrayentes, con un prefacio del mayor especialista actual en Rabelais,  Guy Demerson, Editorial Acantilado ha editado los cinco libros que componen las estrafalarias aventuras de dos personajes gigantescos, pero torpes y primitivos Gargantúa y Pantagruel,  que si en una primera lectura parece una simple crónica del disparate que solo trata de despertar la hilaridad de los lectores - reír es lo propio del hombre, dice el autor en la dedicatoria -, un repaso más detenido nos demuestra que la intención última de Rabelais, un humanista cultivado, polifacético y renacentista, filólogo, médico, jurista y gran conocedor de la cultura grecorromana va más allá: su pretensión es fustigar, valiéndose de metáforas y de una mirada risueña,  las supersticiones y supercherías en que se desenvolvía la sociedad de su tiempo, satirizando la necedad de los teólogos, la ambición y la brutalidad de los príncipes, la ignorancia del vulgo o las marrullerías de los comerciantes, erigiéndose en prototipo hilarante del contestatario del orden social. Incluso, una ulterior reflexión ha conducido a muchos a encontrar en el trasfondo de esta sátira, monumental y estrafalaria a un tiempo, un mito nacional francés, y quizá un mito de dimensión universal que sin duda lo es, aunque no pocos han tratado de apropiárselo en exclusiva  para argumentar,  más allá sin duda de las pretensiones de Rabelais, toda suerte de interpretaciones, políticas y religiosas, incluso la marxista,  de la historia.

"Su pretensión es fustigar, valiéndose de metáforas y de una mirada risueña,  las supersticiones y supercherías en que se desenvolvía la sociedad de su tiempo, satirizando la necedad de los teólogos, la ambición y la brutalidad de los príncipes, la ignorancia del vulgo o las marrullerías de los comerciantes"

La pequeña Dorrit

Parecidas razones inducen a presentar otra obra deliciosa, ésta  de ese titán de las letras, uno de los mejores narradores de la historia, tan universal como el cielo o el mar,  Charles Dickens cuyo bicentenario del nacimiento se celebra el 7 de enero de este año. Ninguna presentación necesita este escritor inmortal cuyos personajes son todos  prototipos humanos reales y cuyas historias reproducen peripecias de la sociedad victoriana perfectamente trabadas y narradas con una dosis inimitable de humor y crítica social. Ya se han editado dos nuevas biografías, se ha reeditado la más famosa de Ackroyd, se ha puesto en circulación una guía interactiva ilustrada y se seguirán  convocando fastos y ediciones en este año Dickens.

"Quizá sea mejor dar noticia de  la edición de una de sus obras maestras menos conocida  que no se encuentra actualmente en el mercado español. Obra maestra entre las obras maestras según George B. Shaw"

Pero quizá sea mejor dar noticia de  la edición de una de sus obras maestras menos conocida  que no se encuentra actualmente en el mercado español. Se trata de La pequeña Dorrit (Editorial Alba, Barcelona, enero 2012) obra maestra entre las obras maestras según George B. Shaw, a la altura de David Coperfield, de Los papeles del Club Pickwick o de La casa encantada,  que acaba de reaparecer, llenando un vacío lamentable, en versión íntegra y en una nueva traducción de Carmen Francí e Ismael Attrache, y que nos brinda una oportunidad excelente para deleitarnos con las virtudes y el talento de Dickens: humor, crítica social y maestría narrativa.

Este don a la muerte

También tenemos que hacer eco de otro gran notario, antes agente de cambio, que ha logrado escalar cimas notables en el arte poético. Nos referimos a Ricardo Defarges, que acaba de publicar una antología poética de su obra entre 1960 y 2011, bajo el evocador título de Este don a la muerte (Editorial Renacimiento, Sevilla, 2011), que es el título de uno de los poemas finales que recoge.

"Su obra con un intimismo desvalido y sufriente se integra en el renombrado Grupo del 50"

Su obra, reconcentrada, intimista, con un intimismo desvalido y sufriente, al decir de Luis A. de Villena, se integra en el renombrado Grupo del 50 que sin la aportación de Defarges no estaría sin duda alguna al completo. ¡Enhorabuena!

Las aportaciones   del profesor Gabriel Ormaechea también van  más allá de una impecable traducción de la obra; las presentaciones que preceden a cada libro,  y las notas explicativas que introducen cada capítulo son decisivas para la mejor comprensión y más provechosa  lectura de esta obra genial.

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