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MÓNICA CASTRO VALDIVIA
Nº 1 del Tribunal de Sevilla

Resulta difícil tratar de explicar en tan sólo unas líneas cómo ha sido mi  peripecia como opositora a Notarías y mi relación con la, para mí, muy querida "Academia Matritense de Columela".
Inicié mi singladura en tierras gaditanas -no muy lejos de la mercantil Calle Columela de Cádiz- cuna de los movimientos constitucionalistas y codificadores. Recuérdese aquí, entre otros, al  Ilustre codificador gaditano, de Alcalá de los Gazules, Don Fernando Sáinz de Andino.
Mi primer contacto directo con la Academia, de la que ya tenía noticias, no tuvo lugar hasta que superé el primer ejercicio en la convocatoria anterior a la que ahora ha concluido. Fue éste entonces, en  condición de "transeúnte", ya que acudía una vez al mes desde Cádiz, para asistir a las Clases de Dictamen, verdadero signo distintivo de la "Casa".
Tras recuperarme del "revolcón" en el segundo ejercicio -espíritu deportivo que no falte- me trasladé por motivos familiares a vivir a Madrid, y decidí incorporarme, ya de pleno derecho, a la Academia en calidad de "residente".
Me integré entonces en un grupo, siendo para mí fundamental este aspecto de puesta en común de un esfuerzo tan solitario como el del opositor. Allí pude comprobar de cerca la excelencia académica, la labor de los Preparadores, nutriendo los Temas de los ejercicios orales con  aportaciones  novedosas,  huyendo de clichés que hacen ciertamente penosa para el Tribunal  la calificación de los mismos. Asimismo, en esa formación permanente de los Notarios, pude  manejar el mejor material puesto a nuestra disposición, siempre pendiente de las actualizaciones llevadas a cabo por las sucesivas Promociones. 
Superados los ejercicios orales en la convocatoria de Andalucía, he de destacar la muy sobresaliente preparación que recibimos para, en poco tiempo, familiarizarnos con la técnica del Dictamen, a través de clases magistrales. 
Mi agradecimiento a todo el colectivo de Notarios que componen la Academia por su esfuerzo desinteresado.  La profesión Notarial es así, empiezo a comprobar, espíritu de servicio y generosidad con los más débiles, y el opositor requiere un tratamiento especial y cuidadoso.
Finalmente ha sido para los alumnos de la Academia un motivo de satisfacción añadido comprobar cómo al final de los cuatro ejercicios estábamos todos "nominados". Mi viaje desde el Atlántico Sur a Madrid -de Columela a Columela- había llegado a buen puerto.  
En la actualidad,  sigo vinculada a la "Casa" como colaboradora en las tareas de preparación de los ejercicios orales, y en esta tercera etapa de mi relación con Columela sólo espero poder devolver -con intereses- a la Academia lo que de ella he recibido, ser capaz de  ilusionar a "mis opositores" y suscitar en ellos la confianza y cercanía que siempre me dispensaron  mis maestros.

 

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