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TODOS LOS NOTARIOS IMPLICADOS ERAN INOCENTES

LOS TRIBUNALES CONFIRMAN LA PLENA INOCENCIA DE LOS TRES NOTARIOS IMPLICADOS

"TODO SE DEBE A ERRORES, VISIÓN SESGADA DE LOS HECHOS Y OMISIONES DE LA INSTRUCCIÓN", DICE LA AUDIENCIA

Reportaje de José Aristónico García

Todo empezó hace seis años, en 2005. El 10 de marzo de ese año, a las ocho de la mañana,  el juez de instrucción nº 5 de Marbella, Miguel Ángel Torres Segura,  al mando, según la prensa, de casi un centenar de efectivos entre Policía Nacional e investigadores  de la Fiscalía Anticorrupción, irrumpió en un conocido bufete de abogados de Marbella para practicar un registro que duró hasta el amanecer del  día siguiente, y desde el que dirigió la detención, una detención espectacular al modo de las mejores redadas del cine negro y por el método de los hombres de Harrelson, de hasta  cuarenta personas, entre ellos tres notarios. A uno se lo llevaron del mismo hospital donde estaban operando a su esposa,  y a la notaria detenida  cortándole violentamente el paso al coche en que viajaba con dos vehículos cruzados  y un zeta de una forma tan aparatosa  que  hizo suponer a la detenida que se trataba de  un atraco o un secuestro Express.  Los esposaron  por supuesto en el centro de la ciudad, y los recluyeron  en un calabozo policial  en el que estuvieron incomunicados desde el día diez en que ocurrió la detención hasta dos días después, el día doce,  en que fueron liberados bajo fianza con cargos.

"En todos los titulares la noticia básica no era la trama, ni la red, sino la detención de tres notarios que, sin presunto de clase alguna, los titulares integraban sin dudas ni ambages  en la red mafiosa"

Policía, fiscalía y juez, actuaban como si hubieran descubierto una red internacional de corrupción y blanqueo de capitales de la que formarían parte, además de los grandes jefes mafiosos,  sus sayones y ejecutores del lavado,  abogados, notarios, gestores y asesores fiscales y ciudadanos de toda laya  que formarían una mafia organizada multitentacular. Y  bajo esa convicción, el mismo día de los espectaculares arrestos,  practicaron registros y se incautaron de tal cantidad de archivos, carpetas, ordenadores y discos duros, que fueron necesarias dos furgonetas y varias carretillas para trasladar hasta las dependencias policiales solo lo incautado en el bufete marbellí presumible foco de las operaciones donde el juez había instalado sus reales. Las redadas y registros se extendieron a los municipios de San Pedro de Alcántara,  Estepona, Mijas, Almería y Sotogrande (Cádiz). La operación se planteaba de forma  tan ambiciosa  que  para llevarla a cabo se solicitó la ayuda de efectivos de los grupos especializados en delitos económicos y de Grupos de Operaciones Especiales (GOES) quienes, fuertemente armados,  practicaron registros domiciliarios. El juez dirigió en vivo y en directo la operación desde el despacho de abogados citado. El decano de los abogados de Marbella, Nelson S. Stewart, alarmado por los rumores que cruzaban la ciudad y para comprobar el respeto a los derechos de sus colegiados, se personó y estuvo presente varias horas a las puertas del bufete intervenido,  pero el juez no le permitió presenciar los registros. La operación siguió abierta hasta el amanecer, pero aun  quedaron ramificaciones para los días siguientes. Todos, investigadores, instructores  y agentes,  intuían estar tras la pista de la red mafiosa más activa de occidente, y ante la mayor operación  de blanqueo de todos los tiempos. Y  lógicamente para denominarla, tratándose de una zona de mar,  se acudió al pez más gigantesco y se la  llamó operación Ballena Blanca.

"Seis años de soledad, vituperios y degradación moral. Todo por una instrucción sesgada basada en errores y omisiones, según ha reconocido ahora la Audiencia en la sentencia que acaba de conocerse"

Su magnitud además fue multiplicada por la prensa. La red blanqueó 250 millones procedentes del tráfico de drogas y armas, prostitución y estafas, Cuarenta personas detenidas en un día, Intervenidas mil sociedades, miles de cuentas corrientes y 251 propiedades, entre ellas dos urbanizaciones enteras, 42 vehículos de alta gama, (entre ellos) varios Rolls Royce, Ferrari o Porsche, dos aeronaves, un yate,  Implicaciones de la petrolera Yukos y de la mafia rusa, etc. Y se propalaban augurios tremebundos como que el  fiscal antimafia había avisado  de que lo peor del caso estaba por llegar. El tema dio para meses de primeras páginas y grandes titulares en toda la prensa: Golpe al crimen organizado, La mafia marbellí blanqueó 600 millones, El dinero procede de nueve grupos criminales y de la petrolera Yukos, La red de Marbella blanqueó dinero del tráfico de drogas y armas, prostitución y estafas, La Mafia internacional campa en Marbella.....
Especial fue el ensañamiento con los notarios. En todos los titulares,  casi siempre a toda plana y en general en primera página, la noticia básica no era la trama, ni la red, sino la detención de tres notarios que, sin presunto de clase alguna, los titulares integraban sin dudas ni ambages  en la red mafiosa. TVE abría el telediario de mediodía hablando de notarios cómplices, las emisoras de radio voceaban sobre unos notarios arrestados por los que nadie daba un chavo ni admitían sombra de duda sobre su culpabilidad, y los columnistas y editorialistas se despacharon a gusto con la consabida monserga de la mafia marbellí que alineaba en sus filas a tres de los ocho notarios de la plaza o disertaba sobre el tópico de la delincuencia de cuello blanco dando  por supuesto que los cabecillas de la red mafiosa eran los  notarios y los abogados.

"Serán los propios notarios los que deberán extremar su excelencia y su rigor proverbiales para seguir cimentando el honor y prestigio acumulados durante siglos para que todos comprendan que las falsas imputaciones de que han sido objeto tres de sus miembros hacen patente otra vez la incoherencia entre la fiabilidad notarial y esas falsas acusaciones"

No vamos aquí y ahora a hacer una narración de los hechos, ni siquiera vamos a hacer referencia a los distintos avatares del proceso, los distintos  jueces y fiscales que sobre el caso incidieron, sobre los autos que sobreseían o reabrían expedientes cerrados, sobre los  recursos de distinta índole que se interpusieron, sobre los cruces con las operaciones Hidalgo o Malaya en las que coincidieron algunos implicados etc., porque de todos son conocidos y no vale la pena repetir aquí.
Han sido seis años de calvario judicial, desde el 10 de marzo de 2005 en que ocurrieron las detenciones hasta el 31 de marzo de 2011  en que se ha dictado sentencia, seis años de informes, alegaciones, pruebas y autos que podrían componer una biblioteca entera. Y que, aparte el menoscabo en el honor  de la institución notarial que siempre ha podido presentar un historial irreprochable,  han siso seis años de tormentos para los tres notarios implicados. Seis años en los que columnistas alegres los han escarnecido llamándolos mafiosos de cuello blanco, ingenieros del delito sin cuya colaboración las mafias perdería pie y los grandes tiburones de la delincuencia no podrían operar. Seis años oyendo hablar en una tribuna pública al primer juez instructor de haber descubierto una industria auxiliar de la corrupción en la Costa del Sol integrada por asesores utilizados por políticos, implicados en casos de corrupción y blanqueo por medio de testaferros en que se convierten abogados y asesores ... y de la falta de medios policiales y judiciales ...  Seis años de soledad, vituperios y degradación moral. Todo por una instrucción sesgada basada en errores y omisiones, según ha reconocido ahora la Audiencia en la sentencia que acaba de conocerse. ¿Quién resarcirá ahora tanto insomnio y tanto daño moral? ¿Tendrán los responsables la hombría de pedir perdón por tanto escarnio a la institución y a los afectados?  ¿Tendrán los medios de comunicación el pundonor de reconocer sus excesos y  ligerezas para imputar sin las mínimas reservas o comprobaciones? Desgraciadamente no confiamos. Como otras veces serán los propios notarios los que deberán extremar su excelencia y su rigor proverbiales para seguir cimentando el honor y prestigio acumulados durante siglos para que todos comprendan que las falsas imputaciones de que han sido objeto tres de sus miembros hacen patente otra vez la incoherencia entre la fiabilidad notarial y esas falsas acusaciones.

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