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SALVADOR TORRES RUIZ
Notario de Granada

Como todos los opositores y preparadores saben, se ha publicado una nueva convocatoria de la oposición para obtener el título de Notario, que presumiblemente comenzará durante la próxima primavera. Es tiempo, por tanto, de planificar el trabajo para llegar al examen con las máximas posibilidades de éxito, planificación no sólo compete a quienes van a examinarse, sino también, y muy principalmente, a quienes tienen la siempre difícil tarea de calificar.
Y es que, a pesar de todas las leyendas que circulan por las academias de preparación acerca de manías y caprichos de los Tribunales (que no niego que alguna rara vez hayan tenido fundamento), lo cierto, y lo digo de corazón, es que los Tribunales quisieran aprobar a todo el mundo,... pero no pueden. Esto es una verdad de perogrullo, aunque algunos opositores no se lo terminen de creer. Lo único que el Tribunal espera del opositor es que exponga correctamente los temas (otra perogrullada), pero éste es el único truco para aprobar. Hay que tener en la cabeza la estructura del tema y tocar todos los puntos fundamentales, aunque no dé tiempo a desarrollarlos completamente. Esto es esencial en el segundo ejercicio, donde el tiempo es menor y la materia muy densa. Es una pena que el programa lleve años sin modificarse, a pesar de las muchas e importantes reformas aprobadas (sobre todo en materia mercantil), pero los Tribunales deben tener un criterio flexible a la hora de valorar el encaje que se haya efectuado de dichas reformas.

"Desde la mesa del Tribunal se aprecia con meridiana claridad quién se sabe los temas, aunque tenga dificultades de expresión o tartamudee por los nervios"

Otra obviedad es que desde la mesa del Tribunal se aprecia con meridiana claridad quién se sabe los temas, aunque tenga dificultades de expresión o tartamudee por los nervios; y quién no se los sabe, porque le falta aún preparación o por otras circunstancias. Hay que tener en cuenta que, como los ejercicios son eliminatorios, lo más correcto, en caso de duda razonable, es permitir al opositor pasar al siguiente ejercicio, donde se confirmará, en un sentido o en otro, la primera impresión del Tribunal. Este es el criterio que nosotros aplicamos.
Por tanto, me atrevería a aconsejar a los opositores que, básicamente, hagan caso a sus preparadores. Ellos son quienes mejor saben cuál es su evolución y cuáles son sus puntos flacos en la exposición, ellos deben ser quienes establezcan el ritmo que debe seguirse antes del esfuerzo final. Es bastante doloroso para el Tribunal ver opositores maduros que se retiran a las primeras de cambio porque les ha salido un tema que, dicen, no se han estudiado o lo llevan muy lejos. Esto es claramente un defecto de planificación y los preparadores deben ser muy exigentes en ese aspecto. Sé que es difícil no ponerse nervioso el día del examen, pero para superar la angustia deben aprovecharse las facilidades que da el Reglamento, sobre todo los cinco primeros minutos de reflexión, que pueden servir para poner orden en las ideas, beber agua y, tal vez, apuntar en un folio un esquema o aquel punto que suele olvidarse con más facilidad.
Del mismo modo, hay que exponer el tema que cada uno se ha aprendido, tal y como se hace delante del preparador, sin intentar introducir materias o comentarios que erróneamente se piensa que pueden gustar al Tribunal. Expreso mi convicción de que un Tribunal no suspende a nadie porque el tema no le haya gustado (pues no existe un temario oficial), siempre que crea que el opositor está apto para pasar al siguiente ejercicio, con independencia de que la exposición influya obviamente en la nota. Al hilo de esto, opino que los opositores no deben preocuparse en exceso por la calificación, que depende de muchos factores (el contenido del tema, la suerte a la hora de sacar las bolas, los nervios a la hora de exponer,...). Todos tenemos días mejores y peores. Lo importante es que, al final del último ejercicio, cada opositor esté en el puesto que le corresponde, aunque en el caso de operar más de un Tribunal esto último requiere un importante esfuerzo de coordinación, más exigente cuanto mayor sea la distancia entre los lugares de celebración de la oposición. Sin embargo, por mucho celo que se ponga en dicha coordinación, siempre quedará la impresión (en ocasiones desgraciadamente justificada) de que en realidad se han celebrado dos oposiciones distintas, pero esto no debe influir en el ánimo del opositor, que debe saber que se presenta en su Tribunal y olvidarse del otro.

"Lo importante es que, al final del último ejercicio, cada opositor esté en el puesto que le corresponde"

Cuestión distinta es la preparación para el dictamen, pero en esto hay maestros con mucha más autoridad. También la actuación del Tribunal tiene que ser diferente, pues, al no haber ya más oportunidades, es preciso afinar al máximo, todo lo cual merecería un comentario más profundo que el de estas breves líneas.

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